Un falso sentido de seguridad respecto al sida
UNA mujer que al someterse a las pruebas del virus del sida resultó ser seropositiva, escribió las siguientes palabras publicadas en el periódico The New York Times del 16 de junio de 1990: “Soy una mujer de treinta y seis años, felizmente casada y de raza blanca, que nunca ha tenido sífilis, gonorrea ni clamydia, nunca ha consumido crack ni drogas por vía intravenosa y nunca ha recibido una transfusión sanguínea”.
Luego añade: “Puesto que desde que me casé no he tenido relaciones sexuales con nadie aparte de mi marido, esto significa que he sido seropositiva por lo menos durante cinco años sin notar ningún síntoma”. ¿Se trata de un caso aislado? En absoluto, pues como ella misma comenta: “Conozco al menos una veintena de mujeres entre mis grupos de apoyo de antecedentes socioeconómicos similares con una historia parecida”.
Entonces, ¿cómo se han infectado con el virus del sida estas personas? La mujer explica: “Es obvio que contraje el síndrome de inmunodeficiencia adquirida mediante contacto heterosexual [antes del matrimonio] [...]. Y es igual de obvio que aquel hombre habría sido clasificado hoy como una pareja sexual de riesgo, pero entonces yo no lo sabía”.
Muchas veces se ha clasificado al sida como una enfermedad limitada casi exclusivamente a los homosexuales varones y a los drogadictos por vía intravenosa. Pero basándose en su propia experiencia y en información de primera mano, la mujer sostiene que dicho punto de vista “da a la sociedad blanca de clase media un falso sentido de seguridad”.
Por eso, concluye diciendo: “Si continuamos pensando en términos de grupos de riesgo, en términos de que son otros quienes lo contraen y no uno mismo, el sida brotará en la población en general. Todos corremos ese peligro. Si yo he llegado a ser seropositiva, cualquier mujer (u hombre) también puede llegar a serlo”.
En otras palabras, lo que ella dice es que cualquier mujer u hombre que tiene relaciones sexuales premaritales —que comete fornicación— puede infectarse con el virus del sida. Este hecho subraya lo sabio que es prestar atención al mandato bíblico: “Huyan de la fornicación. Todo otro pecado que el hombre cometa está fuera de su cuerpo, pero el que practica la fornicación peca contra su propio cuerpo”. (1 Corintios 6:18.)