Los jóvenes preguntan...
¿Corro algún riesgo de contagiarme del sida?
LA REVISTA Newsweek dijo que el anuncio ‘dejó perplejo al mundo’. El 7 de noviembre de 1991, el famoso deportista estadounidense Earvin Magic Johnson informó a la prensa que había contraído el virus del sida. Cuando la gente salió de su asombro, las líneas directas de información sobre el sida se saturaron de llamadas. Algunos hospitales se vieron inundados de solicitudes para la prueba de esta enfermedad. Hasta hubo quienes moderaron su promiscuidad sexual, por lo menos durante algún tiempo.
Quizás fue a los jóvenes a quienes más impactó esta noticia. El director de los servicios sanitarios de una universidad dijo: “Los estudiantes tomaron a pecho la advertencia de ‘si le pasó a él, también me puede pasar a mí’, pero por muy poco tiempo. [...] Para la mayoría, lo que le ocurrió a Magic Johnson no significa que tengan que cambiar su conducta. Continúan pensando que aún pueden ‘salirse con la suya’”.
La Biblia predijo que nuestros días se caracterizarían por “pestes”, es decir: enfermedades infecciosas que se extenderían con rapidez. (Lucas 21:11.) Se puede decir con toda propiedad que el sida es una peste. En Estados Unidos se necesitaron ocho años —de 1981 a 1989— para descubrir los 100.000 primeros casos de esta dolencia. Sin embargo, solo en los dos años siguientes se informaron 100.000 casos más.
Según el Centro para el Control de la Enfermedad de E.U.A., esta alarmante estadística “pone de relieve la enorme rapidez con que aumenta la epidemia [del sida] en Estados Unidos”. No obstante, el sida es una pandemia que va dejando un rastro de muerte y dolor a su paso por África, Asia, Europa y Sudamérica. Cabe destacar que el Dr. Marvin Belzer, del Hospital Infantil de Los Ángeles, llamó al sida “el problema más espantoso al que se enfrentan los jóvenes de la década de los noventa”.
Una infección maligna
¿En qué consiste exactamente esta extraña enfermedad, y por qué es tan mortífera? En opinión de los médicos, el sida se desarrolla cuando una partícula microscópica —un virus llamado VIH (virus de inmunodeficiencia humana)— entra en la corriente sanguínea, donde comienza una tarea de búsqueda y aniquilación de ciertas células blancas que se hallan en la sangre, las células T útiles. Estas células desempeñan un papel muy importante en ayudar al cuerpo a vencer las enfermedades. El virus del sida las inutiliza, y así arruina el sistema inmunológico.
Puede pasar bastante tiempo antes de que la persona infectada se sienta enferma. Puede que algunos ni siquiera tengan los síntomas en unos diez años. Pero con el tiempo aparecen síntomas parecidos a los de la gripe: pérdida de peso y de apetito, fiebre y diarrea. A medida que el sistema inmunológico se desmorona, la víctima se hace cada vez más vulnerable a gran cantidad de infecciones —neumonía, meningitis, tuberculosis o ciertos tipos de cáncer—, llamadas oportunistas, pues se aprovechan de la menor resistencia de la víctima.
“Tengo dolores continuos todo el tiempo”, dice un joven de 20 años víctima del sida. La enfermedad le ha producido ulceraciones en el colon y el recto. No obstante, la manifestación plena de la enfermedad conlleva algo más que simples incomodidades y dolor; para casi todas sus víctimas significa la muerte. Desde 1981, la enfermedad ha afectado tan solo en Estados Unidos a más de un millón de personas, de las cuales ya han muerto 160.000. Los expertos pronostican que para el año 1995 el número de fallecidos será el doble. Actualmente no existe cura conocida.
Los jóvenes están en peligro
Por ahora, los casos de adolescentes con sida representan solo un pequeño porcentaje, menos del 1% en Estados Unidos. Así que es posible que tú no conozcas personalmente a ningún joven que haya muerto de esta enfermedad. Claro, eso no significa que los jóvenes no corran el riesgo de contraerla, pues alrededor de la quinta parte de las víctimas del sida en Estados Unidos tienen entre 20 y 30 años de edad. Puesto que pasan años hasta que los síntomas se manifiestan, es muy probable que la mayoría de estas personas se infectara en su adolescencia. Si continúa la tendencia actual, miles de jóvenes más se convertirán en enfermos de sida.
Según el Centro para el Control de la Enfermedad, el mortífero virus se encuentra “en la sangre, el semen y las secreciones vaginales de las personas infectadas”. Por lo tanto, el virus VIH se transmite al “mantener relaciones sexuales —ya sea por coito vaginal, oral o anal— con una persona infectada”. La gran mayoría ha contraído la enfermedad de esta manera. También se puede transmitir por “utilizar una aguja o jeringuilla que hubiera sido empleada previamente por o para una persona infectada o por pincharse con ella”. Además, “hay personas que se han infectado al recibir una transfusión de sangre” contaminada con el virus VIH. (Voluntary HIV Counseling and Testing: Facts, Issues, and Answers [Asesoramiento y pruebas voluntarias del virus VIH: hechos, cuestiones y respuestas].)
Así que, muchos jóvenes corren el riesgo de contagiarse. Cantidades alarmantes de jóvenes (hay quien afirma que hasta el 60% en Estados Unidos) han probado drogas prohibidas. Ya que algunas de esas drogas se inyectan, es alto el riesgo de infección por el uso de una aguja contaminada. De acuerdo con una encuesta realizada en Estados Unidos, el 82% de los estudiantes de escuela superior (secundaria) han tomado bebidas alcohólicas alguna vez, y cerca del 50% las toman habitualmente. No vas a contagiarte de sida por beber una lata de cerveza, pero es posible que la bebida nuble tu mente, lo que hará más probable que participes en la práctica más arriesgada de todas: la conducta sexual inmoral, ya sea homosexual o heterosexual.
En 1970 menos del 5% de las adolescentes de 15 años había tenido relaciones sexuales. En 1988 la cantidad sobrepasaba el 25%. Las encuestas demuestran que el 75% de las mujeres y el 86% de los varones de Estados Unidos llevan una vida sexual activa al llegar a la edad de 20 años. Otra escalofriante estadística: casi uno de cada cinco adolescentes ha tenido experiencias sexuales con más de cuatro personas diferentes. No cabe duda, aumenta el número de jóvenes que tiene relaciones sexuales premaritales, y cada vez comienzan más jóvenes.
El cuadro no es menos sombrío en otros países. En tierras latinoamericanas, un 75% de los adolescentes ha tenido relaciones premaritales. Se dice que muchos africanos buscan tener relaciones sexuales con las adolescentes para intentar protegerse del virus del sida. ¿Cuál es el resultado? Un aumento explosivo de esta enfermedad entre las muchachas africanas.
La propagación del sida ha contribuido poco a frenar esta oleada de conducta destructiva. Veamos el caso de cierto país latinoamericano. Más del 60% de los “jóvenes solteros activos sexualmente están en grave peligro de contagiarse del virus del sida”. Sin embargo, menos del 10% de estos jóvenes piensa que corre algún riesgo. Se dicen a sí mismos: “A mí no me va a pasar”. Pero este país tiene “una de las tasas más altas de infectados por el VIH de toda América”. (Centro para el Control de la Enfermedad.)
¡Puede ocurrir!
La epidemia del sida confirma la advertencia bíblica de que ‘el efecto que viene después’ de la inmoralidad sexual “es tan amargo como el ajenjo”. (Proverbios 5:3-5; 7:21-23.) Por supuesto, la Biblia se refiere sobre todo al daño espiritual y emocional que ocasiona dicha conducta. Pero no debería sorprendernos que la inmoralidad sexual traiga consigo una serie de secuelas físicas perjudiciales.
Por lo que hemos visto, es de suma importancia que los jóvenes contemplen de manera realista el peligro de contraer el sida y otras enfermedades de transmisión sexual. La actitud presuntuosa de “a mí no me ocurrirá” puede ser mortal. Un joven llamado David dijo: “Cuando tienes quince o dieciséis años, e incluso diecisiete, dieciocho, diecinueve o veinte, te gusta pensar que eres invulnerable”. Los hechos demuestran lo contrario. David contrajo el virus del sida con 15 años.
Dicho sin rodeos: Si tomas drogas o tienes relaciones sexuales sin estar casado, ¡corres el riesgo de contagiarte! Entonces, ¿por qué se habla del “sexo seguro”? ¿Existen maneras eficaces de protegerse de esta epidemia? El próximo artículo de esta serie responderá a estas preguntas.
[Fotografía en la página 17]
Cualquier persona que se inyecte drogas o lleve una vida inmoral, corre un serio peligro de contraer el sida
[Recuadro en la página 18]
Otras enfermedades de transmisión sexual
Aunque el sida acapare los titulares, The Medical Post advierte que “una epidemia de adolescentes con enfermedades de transmisión sexual invade Canadá”. Y no solo Canadá. Según el Centro para las Opciones de la Población, con sede en E.U.A., “todos los años 2,5 millones de adolescentes estadounidenses contraen alguna enfermedad de transmisión sexual. Esta cifra representa aproximadamente uno de cada seis adolescentes de vida sexual activa y la quinta parte de todos los casos de enfermedades de transmisión sexual del país”.
La sífilis, por ejemplo, cuya erradicación se vio cercana hace algún tiempo, ha resurgido en los últimos años, segando una enorme cantidad de víctimas jóvenes. La gonorrea y la clamydia (las enfermedades de transmisión sexual más extendidas en Estados Unidos) presentan una notoria resistencia a todo esfuerzo por erradicarlas, y alcanzan las tasas más altas de infección entre los adolescentes. The New York Times informa “un notable aumento” en la cantidad de adolescentes afectados de condiloma. También hay miles de jóvenes que tienen el virus del herpes. Según la revista Science News, “las personas con herpes genital cuentan con más posibilidades de infectarse del [virus VIH], causante del sida”.
El Centro para las Opciones de la Población dice: “Si bien la incidencia de las enfermedades de transmisión sexual es mayor en los adolescentes que ningún otro grupo, ellos son también los que menos posibilidades tienen de recibir tratamiento. Cuando estas enfermedades no se diagnostican ni se atienden, producen consecuencias graves, como inflamación pélvica, esterilidad, embarazos ectópicos y cáncer cervical”.