La Iglesia Anglicana de Australia, una casa dividida
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Australia
EL DEBATE en torno a si se debería elevar a la mujer al sacerdocio de la Iglesia Anglicana no es nada nuevo. Pero recientemente se convirtió en un tema polémico en Australia.
En enero de 1992, el obispo de Canberra y Goulburn anunció que tenía la intención de ordenar sacerdotisas a unas cuantas mujeres diaconisas de la Iglesia Anglicana, y que no esperaría al siguiente sínodo de la Iglesia. De hecho, el sínodo ya se había pronunciado en contra de tal ordenación en tres ocasiones.
Finalmente diez mujeres fueron ordenadas sacerdotisas anglicanas a principios de marzo en Perth (Australia) a pesar de la oposición existente. No es de extrañar que el siguiente sínodo de la Iglesia produjera gran expectación. En la sesión de julio no se tomó una decisión definitiva, así que se convocó “una sesión extraordinaria” para el 21 de noviembre de 1992.
El Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra había votado a favor de la ordenación de las mujeres tan solo una semana antes, por lo que muchos esperaban que esta decisión influyera en Australia. Cuando se reunió el sínodo australiano, un periódico comentó: “Se sucedieron las discusiones y los debates durante una jornada cargada a veces de tensión”. Antes de revelar el resultado de la votación, el presidente del sínodo pidió que se escuchara el informe en silencio. Cuando se anunció que se había aprobado la ordenación de las mujeres, algunos de los presentes tuvieron que esforzarse por disimular su emoción. Una vez que la noticia se difundió en el exterior, estallaron los aplausos y se lanzaron serpentinas al aire.
Tal alegría no fue en modo alguno unánime. El periódico The Sydney Morning Herald citó el siguiente comentario del arzobispo de Sydney: “No tendremos una convivencia feliz [...]. Habrá dos confesiones dentro de la misma Iglesia Anglicana”. Otro clérigo llegó a decir que la ordenación sacerdotal de la mujer señalaba “el comienzo de la desintegración de la Iglesia Anglicana en Australia”.
Según la Biblia, dicha preocupación está más que fundada. El propio Jesucristo dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo está arruinado. Y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma permanecerá”. (Mateo 12:25, Versión Reina Valera Autorizada.)
Todo esto trae a colación una pregunta que parece haberse olvidado en medio de tanta disputa clerical: ¿Qué dice la Biblia sobre el papel de la mujer en la congregación? Aunque deja claro que Jehová Dios aprecia por igual al hombre y a la mujer dedicados, les asigna papeles diferentes en la congregación. (Gálatas 3:28.) En 1 Corintios 11:3 se expresa de esta forma: “Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo” (RVA). Así, respecto a la enseñanza formal en la congregación, Pablo escribió por inspiración divina: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción; porque no permito a una mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre”. (1 Timoteo 2:11, 12, RVA.)
Sin embargo, esta norma no debería ser motivo de frustración para la cristiana, pues es libre de enseñar en el ministerio público, como lo hicieron Loida, Eunice, Evodia y Síntique en los primeros tiempos del cristianismo. (Filipenses 4:2, 3; 2 Timoteo 1:5.)