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g93 22/8 págs. 20-22

Los cálculos renales: tratamiento para una enfermedad antigua

ES PROBABLE que conozca a alguien que haya tenido cálculos renales. En Estados Unidos todos los años ingresan en los hospitales 300.000 personas aquejadas de esta enfermedad. El dolor puede ser insoportable, similar al de un parto.

Hay quien piensa que los cálculos renales constituyen un problema de salud relativamente reciente, que se debe en cierto modo a la dieta o al estilo de vida modernos. Sin embargo, lo cierto es que los cálculos del tracto urinario han plagado a la humanidad durante siglos. Se han llegado a descubrir incluso en momias egipcias que tienen miles de años.

Los cálculos se forman al acumularse sustancias minerales insolubles, que el cuerpo no puede eliminar. Adoptan diversas formas, y están compuestos de muchas sustancias. La revista Clinical Symposia comenta: “En Estados Unidos, aproximadamente un 75% de todos los cálculos [renales] se componen principalmente de oxalato de calcio, y un 5% adicional, de fosfato de calcio puro”.

Incidencia y causas

Según un informe, casi el 10% de los hombres y el 5% de las mujeres de Norteamérica tendrán cálculos renales durante su vida. Además la tasa de recurrencia es elevada. Una de cada cinco personas que haya sufrido la enfermedad padecerá otro cálculo al cabo de cinco años.

Algo que ha tenido perplejos a los médicos durante muchos años es por qué unas personas sufren cálculos renales y otras no. La formación de cálculos puede deberse a muchas causas, como trastornos metabólicos, infecciones, enfermedades hereditarias, deshidratación crónica y hábitos alimentarios.

Casi el 80% de los cálculos renales se eliminan con la orina de forma espontánea. Como ayuda para su expulsión, se aconseja a los pacientes beber gran cantidad de agua. Aunque tales cálculos son relativamente pequeños, apenas visibles en muchas ocasiones, el dolor puede ser muy intenso. Si se produce un bloqueo del tracto urinario o el cálculo es demasiado grande para ser eliminado (pueden llegar a tener el tamaño de una pelota de golf), hace falta recurrir a un tratamiento médico para proteger la salud del paciente.

Nuevos tratamientos

Hasta más o menos 1980, era necesario recurrir a la cirugía mayor para extraer los cálculos renales que no salían por sí mismos. Para llegar hasta un cálculo enclavado en el riñón o en el tracto urinario, se practicaba en el costado una incisión dolorosa de unos 30 centímetros de longitud. La operación por lo general requería un período de recuperación de dos semanas en el hospital y aproximadamente dos meses en casa. Pero “gracias a los recientes avances tecnológicos —comenta el libro de texto médico Conn’s Current Therapy (1989)—, no suele ser necesario abrir para su extracción quirúrgica”.

En la actualidad se pueden eliminar cálculos complicados mediante una técnica que necesita un mínimo de cirugía. Otra técnica todavía más frecuente, llamada litotripsia extracorpórea mediante ondas de choque, no requiere ningún tipo de cirugía. Al citar estas innovaciones médicas, Conn’s Current Therapy dice que la cirugía mayor “quizás se emplee en la actualidad para la extracción de tan solo el 1% de los cálculos renales”.

Una técnica que apenas requiere cirugía

Una técnica, que requiere un mínimo empleo de la cirugía, a veces recibe el nombre de litotripsia ultrasonográfica percutánea. “Percutánea” significa “a través de la piel”, y “litotripsia” quiere decir “desmenuzar”. La única cirugía que se necesita es una incisión de un centímetro en el costado. A través de esta abertura se inserta un instrumento semejante a un cistoscopio, denominado nefroscopio. A través del orificio se pueden ver el interior del riñón y el cálculo.

Si el cálculo es demasiado grande para extraerlo con el nefroscopio, se hace pasar una sonda ultrasónica a través de un canal hacia el riñón. Con el objeto de fragmentar el cálculo, o cálculos, se conecta la sonda hueca a un generador ultrasónico que la hace vibrar de 23.000 a 25.000 veces por segundo. Las ondas ultrasónicas hacen que la sonda actúe como un martillo perforador, y desmenuza todos los cálculos que encuentra, salvo los más duros.

La succión continua a través de la sonda limpia literalmente el interior del riñón, y así lo libra de los fragmentos más pequeños de cálculos. El proceso de fragmentación y succión prosigue hasta que un examen cuidadoso revela que todos los restos del cálculo se han eliminado a través de la sonda.

Sin embargo, a veces quedan fragmentos de los cálculos que se resisten a desaparecer. En ese caso, el médico puede insertar a través del nefroscopio un tubo delgado dotado de unas pinzas minúsculas en el extremo. Cuando alcanza el cálculo, abre las pinzas, lo sujeta y lo saca.

Conforme se fue perfeccionando la cirugía percutánea, se fueron probando muchos métodos nuevos. Hace algunos años, la revista Urologic Clinics of North America dijo: “Parece que todos los meses se publican nuevos métodos de extracción percutánea de cálculos en las revistas médicas”. La revista comentó que las probabilidades de éxito de este método “dependen del tamaño y la posición del cálculo”, aunque el factor más importante, explicó también, es “la habilidad y experiencia del operador”.

Incluso cuando se genera suficiente potencia como para triturar los cálculos, este sistema sigue siendo relativamente seguro. “La hemorragia no ha sido un problema importante”, comenta la revista médica Clinical Symposia. Sin embargo, un informe revela que se han producido hemorragias importantes en casi un 4% de los pacientes.

Las ventajas de esta técnica incluyen una incomodidad mínima y la reducción del período de recuperación. En la mayoría de los casos solo se pasan de cinco a seis días en el hospital, y algunos pacientes se van a casa tan solo tres días después, algo especialmente importante en el caso de los trabajadores asalariados, ya que pueden volver al trabajo tan pronto como salen del hospital.

Tratamiento sin cirugía

Un tratamiento nuevo y revolucionario que comenzó a usarse en Múnich (Alemania) en 1980 recibe el nombre de litotripsia extracorpórea mediante ondas de choque. Emplea ondas de choque de alta energía para fragmentar cálculos sin tener que hacer ningún tipo de incisión.

Se introduce al paciente en una bañera de acero inoxidable llena de agua templada hasta la mitad. Se le coloca con mucho cuidado para que el riñón que se vaya a tratar sea el punto focal de las ondas de choque generadas por una descarga eléctrica subacuática. Las ondas traspasan fácilmente el tejido blando humano sin disminuir su potencia, y continúan bombardeando el cálculo hasta que se desintegra. La mayoría de los pacientes expulsa después los restos del cálculo con facilidad.

En 1990, este método se utilizaba en aproximadamente el 80% de todas las extracciones de cálculos. El Australian Family Physician informó el año pasado que desde que comenzó a emplearse esta técnica, “se ha tratado a más de tres millones de pacientes por todo el mundo en más de mil cien máquinas, que utilizan una gran variedad de generadores de ondas de choque para desintegrar los cálculos renales”.

Aunque la litotripsia extracorpórea mediante ondas de choque provoca algunas lesiones en la zona del riñón, la revista Australian Family Physician explica: “Es muy raro que dañe órganos adyacentes, tales como el bazo, el hígado, el páncreas y el intestino. El efecto de la lesión es de corta duración y se puede tolerar fácilmente con una perturbación mínima para los pacientes. La mayoría tan solo se queja de un dolor musculoesquelético mínimo en la pared abdominal y ligera presencia de sangre en la orina durante las veinticuatro o cuarenta y ocho horas siguientes a la terapia”. Incluso se ha tratado a niños con resultados satisfactorios. La revista australiana comenta: “Tras diez años de valoración de la litotripsia extracorpórea mediante ondas de choque, parece que se trata de un tratamiento relativamente seguro”.

De hecho, el tratamiento es tan eficaz que el año pasado la Conn’s Current Therapy explicó: “[Esta técnica] ha permitido eliminar cálculos sintomáticos con facilidad y con una morbilidad mínima, por lo que los médicos y pacientes son hoy mucho menos estrictos en el tratamiento preventivo de los cálculos urinarios”.

De todas formas, los cálculos urinarios son una enfermedad dolorosa que, desde luego, nadie quiere padecer. ¿Qué se puede hacer para prevenirlos?

Prevención

A menudo los cálculos renales son recurrentes, por lo que si ha padecido alguno, lo mejor que puede hacer es beber mucha agua. Se recomienda una micción diaria de más de dos litros, lo que significa que ha de beber muchísima agua.

Además, es prudente controlar la dieta. Los médicos sugieren limitar el consumo de carnes rojas, sal y alimentos ricos en oxalato, pues se cree que contribuyen a la formación de los cálculos. Algunos alimentos de este tipo son las nueces, el chocolate, la pimienta negra y los vegetales de hoja verde, como las espinacas. Los médicos recomendaban también la reducción de la ingesta de calcio, pero las investigaciones recientes indican que un incremento del calcio dietético ayuda a disminuir la tendencia a la formación de cálculos.

Ahora bien, si a pesar de todas las precauciones, se presenta otro cálculo, quizás le anime saber que los métodos de tratamiento están mejorando.

[Fotografía en la página 21]

Tratamiento no quirúrgico de cálculos renales mediante una máquina llamada litotritor

[Reconocimiento]

S.I.U./Science Source/PR

[Reconocimiento en la página 20]

Leonardo On The Human Body/Dover Publications, Inc.

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