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Sida. Un peligro para los adolescentes

LA EPIDEMIA del sida no conoce edades ni brecha generacional. De todo el mundo llegan informes que dan prueba trágica de que “el sida se propaga entre los adolescentes, una nueva tendencia que alarma a los expertos”, según proclama el titular de un artículo sobre el sida publicado en el New York Times. La infección por el sida está tan extendida entre los adolescentes que “va a ser la siguiente crisis —dijo el doctor Gary R. Strokash, director de Medicina para adolescentes en un famoso centro médico de Chicago—. Es espantoso y va a ser devastador”, añadió. Por su parte, el doctor Charles Wibbelsman, jefe de la clínica para adolescentes del centro médico permanente Kaiser de San Francisco (California, E.U.A.), se lamentó: “No hay duda de que, sin una vacuna, la epidemia del sida de los años noventa acometerá a [...] los adolescentes”. En alusión a los adolescentes infectados por el sida, un famoso educador de la ciudad de Nueva York sobre el sida observó: “Creemos que se trata de una situación crítica y de emergencia”.

The Toronto Star, de Canadá, resaltó la amenazadora perspectiva que se observa a medida que el sida se propaga entre los adolescentes. “Por el momento es mucho peor de lo que nadie se imagina —dijo un doctor—. Creo que es un problema terrible que se nos escapa de las manos. Con el tiempo descubriremos su gravedad.” Este sencillo comentario expresa la opinión unánime de autoridades sanitarias y gubernamentales de todo el mundo en vista de la escalada de la plaga del sida.

Hasta hace poco, los especialistas en sida no se centraban en los adolescentes como grupo de alto riesgo de infección por el VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida. “Hablamos de algo que hace solo un año no era más que una posibilidad teórica”, dijo un médico de la ciudad de Nueva York. Sin embargo, “médicos que tan solo hace un año no tenían ningún adolescente infectado entre sus pacientes, ahora tienen una docena o más”, informó The New York Times.

Los investigadores opinan que aunque la información disponible sobre adolescentes infectados por el virus del sida es alarmante, no es más que la silueta borrosa de la punta del iceberg, pues los síntomas no suelen aparecer hasta que no pasan, como promedio, entre siete y diez años desde que se contrajo la infección. De modo que los que son infectados por el VIH en los primeros años de la adolescencia quizás no desarrollen el cuadro completo del sida hasta los veinte años o más.

Por ejemplo, uno de los últimos estudios realizados por el Departamento de Sanidad del estado de Nueva York mostró que de todos los nacimientos ocurridos en dicho estado desde 1987, 1 de cada 1.000 bebés dados a luz por muchachas de quince años era portador de anticuerpos del virus del sida, lo que indica que la madre estaba infectada. Un dato alarmante revelado por ese mismo estudio es que 1 de cada 100 bebés dados a luz por jóvenes de diecinueve años también tenía anticuerpos del virus del sida. Un estudio posterior realizado por el CDC (Centro para el Control de la Enfermedad de Estados Unidos) reveló que, en ese país, el 20% de los varones y el 25% de las hembras a los que se les ha diagnosticado sida tienen entre veinte y treinta años, y que, en la mayoría de los casos, contrajeron la enfermedad durante la adolescencia.

Pero, ¿cómo puede ser eso, si pocos bebés —si acaso algunos— que nacen con el virus del sida apenas viven hasta la adolescencia? Las razones son aplastantes.

Tanto investigadores como médicos atestiguan en seguida que los adolescentes de hoy “llevan una vida sexual extremadamente activa, como indica su tasa de enfermedades de transmisión sexual”, publicó The New York Times. El Center for Population Options dice que cada año uno de cada seis adolescentes contrae una enfermedad de transmisión sexual y que una de cada seis alumnas de instituto con una vida sexual activa ha tenido por lo menos cuatro parejas diferentes.

“A pesar de que se les aconseja ‘decir que no’ [a las relaciones sexuales premaritales], la adolescente media estadounidense pierde su virginidad a los dieciséis años —decía el U.S.News & World Report—. Como a pocos adolescentes se les hace la prueba del sida, la mayoría de los infectados no saben que son portadores del VIH.” Tanto si participan en la promiscuidad sexual asociada con el crack como si no, tanto si han huido de casa como si no, “los adolescentes estadounidenses son blanco fácil del sida —escribió un especialista en sida—. Ya hay entre ellos 2,5 millones de casos anuales de enfermedades de transmisión sexual”. El doctor Gary Noble del CDC hizo la siguiente observación: “Sabemos que su conducta sexual conlleva un riesgo importante de infección”.

Al número cada vez mayor de vías de transmisión del virus del sida, hay que añadir los adolescentes callejeros, algunos todavía niños, muchos de los cuales han huido de padres que los maltrataban. En ese colectivo ha aumentado de forma escalofriante la cantidad de consumidores de crack. Muchos se han prostituido para sufragar su hábito o para conseguir un lugar donde dormir. Por ejemplo, en América del Sur, “hay niñas de tan solo nueve o diez años que acostumbran a prostituirse, a veces por un plato de comida —comentó una asesora infantil brasileña—. Muchas no saben gran cosa del sida ni del sexo. He hablado con niñas que habían quedado embarazadas y pensaban que ‘lo habían contraído’, como si fuese un resfriado”.

El doctor Philip Pizzo, especialista en sida y jefe de pediatría del Instituto Nacional de Cáncer, dijo que las tasas de infección por el VIH en adolescentes que huyen de casa son un mal pronóstico para la epidemia del sida. “Hay más de un millón de jóvenes que han huido de casa y se ganan la vida con el sexo. Seguro que varios de ellos se reintegrarán en la sociedad.”

¿Es extraño que la epidemia del sida aumente por todo el mundo a pasos agigantados entre los adolescentes? ¿No se puede detener ese proceso? No, mientras los infectados por el virus y los que no rechazan las relaciones sexuales premaritales continúen manifestando indiferencia y complacencia. Considere, por ejemplo, la información publicada en The Sunday Star de Johannesburgo (África del Sur): En una encuesta reciente llevada a cabo entre 1.142 pacientes hospitalizados afectados de enfermedades de transmisión sexual, el 70% admitió tener entre 3 y 80 parejas sexuales en un mes. Algunos todavía llevaban una vida sexual activa e infectaban a otros.

Por desgracia, muchos adolescentes no están demasiado preocupados ante el peligro de contraer sida. Han de luchar tanto cada día por sobrevivir —y hay muchas maneras de morir en las calles— que no pueden centrarse en algo que quizás los mate dentro de unos años. Además, piensan que mientras tanto es seguro que se encontrará un remedio que los salvará. “Los adolescentes son un claro exponente de un grupo que no piensa en lo que les sucederá de aquí a diez años”, dijo un especialista en sida.

Además, muchos tienen la idea equivocada de que sus parejas sexuales no mienten cuando dicen que no tienen el virus del sida. Pero muchas veces no es así, pues hasta en fases avanzadas de la enfermedad, muchas víctimas infectan deliberadamente a otros por ira o venganza.

Tampoco deben pasarse por alto los que se han infectado debido a agujas hipodérmicas contaminadas de las que se utilizan para inyectarse droga por vía intravenosa, una vía de transmisión que ya se ha cobrado muchas víctimas. Por último, existe la constante amenaza de contraer sida mediante transfusiones de sangre. Ya han muerto de esta enfermedad muchas víctimas inocentes, y aún morirán más como consecuencia de recibir sangre contaminada. Muchos médicos y enfermeras temen pincharse con agujas hipodérmicas contaminadas por el virus del sida, un virus que puede cambiar por completo su vida de forma irreversible. ¿Extraña entonces la afirmación de que el sida es la crisis de la década de los noventa y de después?

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