Entonces, ¿por qué hacerlo?

“Como fumadora no puedo discutir el hecho de que es una verdadera locura entregarse a ese hábito. En estos días, cualquiera con dos dedos de frente sabe que fumar supone una amenaza para la salud. Es un hábito sucio, repulsivo y costoso. [...] Para los fumadores, la vida es una larga sucesión de ceniceros sucios, manchas de nicotina, señales de quemaduras y largas facturas de tintorería: el resultado de ropa que apesta a humo.”—Diane Francis, revista Maclean’s, Canadá.

“Los fumadores pueden esperar una vida más corta que los no fumadores. Por ejemplo, la vida de una persona de veinticinco años que fuma dos cajetillas diarias será 8,3 años más corta que la de una que no fuma. Los fumadores tienen tres veces más probabilidades de morir de cáncer que los no fumadores.” (The Columbia University College of Physicians and Surgeons Complete Home Medical Guide.)

“Cada año los cigarrillos matan a más americanos de los que murieron en la I Guerra Mundial, la guerra de Corea y la de Vietnam juntas; casi tantos como los que murieron en batalla en la II Guerra Mundial. Cada año el tabaco mata a cinco veces más americanos que los accidentes de tráfico. El cáncer de pulmón por sí solo mata a tantas personas como las que mueren en las carreteras. La industria del tabaco vende un arma mortífera.”—Senador Robert F. Kennedy, Primera Conferencia Mundial sobre el Fumar y la Salud, 11 de septiembre de 1967. (The Cigarette Underworld, edición de Alan Blum, M.D.)

“El tabaco mata en todo el mundo unos dos millones y medio de personas al año. En la actualidad constituye la mayor causa individual y evitable de muerte en el mundo. [...] Sin importar la forma en que se tome, es un hábito peligroso, caro y adictivo.”—Doctora Judith Mackay, directora ejecutiva del Consejo de Hong Kong sobre el Fumar y la Salud, citada en la revista World Health.

“Si la mano que en su día me alimentó es la industria del tabaco, es la misma mano que ha matado a millones de personas y seguirá matando a millones más, a menos que la gente se dé cuenta de los peligros de los cigarrillos. [...] Quiero ayudar a la gente a darse cuenta de lo venenosos que son.”—Patrick Reynolds, nieto del fundador de la R. J. Reynolds Tobacco Company.

Entonces, ¿por qué fuman millones de hombres, mujeres y jóvenes? Algunos quizás lo hagan por la presión del grupo, por el deseo de dar una apariencia sofisticada. Pero muchos simplemente fuman por el fuerte impulso que les causa su adicción. Como afirma un reputado consejero médico, “la verdadera razón por la que la mayoría de las personas fuman es porque son adictas a una poderosa droga que se encuentra en el tabaco: la nicotina”.

¿Cómo dejar el hábito? Con una motivación más poderosa que el ansia que siente el cuerpo por la nicotina. Para una persona que desea satisfacer los requisitos cristianos, eso significará cultivar un amor por Dios y por el prójimo que supere el deseo egoísta de la carne. (Mateo 22:37-40; 1 Corintios 13:5, 7, 8.)

Como especifica el libro de Medicina antes citado, “los fumadores que quieren dejar el hábito deberían recordar la naturaleza adictiva de la nicotina y estar preparados para aceptar síntomas de abstinencia como consecuencia natural de dejar el hábito. Deberían recordar que esa condición de abstinencia es temporal y que, aunque desagradable, no es perjudicial. Todo fumador, prescindiendo de la intensidad de su adicción, puede dejar el tabaco”. (The Columbia University College of Physicians and Surgeons Complete Home Medical Guide.)

Si desea recibir ayuda para cultivar la clase de motivación necesaria para dejar de fumar, siéntase libre de ponerse en comunicación con los testigos de Jehová en el Salón del Reino de su localidad o escribiendo a la dirección que aparece en esta revista.