“Ya no los hacen como antes.” ¿O sí?
“Hay un fallo en el sistema computadorizado”, gruñe el propietario de un automóvil nuevo y elegante cuando regresa a casa del taller del concesionario. “Desde luego, ya no los hacen como antes”, dice. Su esposa asiente con la cabeza, y añade: “Apenas puedo distinguir nuestro automóvil de los demás. Son todos tan parecidos”.
COMO soy restaurador y coleccionista de automóviles antiguos, oigo esas quejas muchas veces a los propietarios de vehículos nuevos. Muchos están encariñados con un modelo que tuvieron en el pasado, aunque el que ahora utilicen por lo general sea más confiable, seguro y fácil de manejar. ¿Pudiera ser que ese cariño que sienten por su antiguo vehículo se deba a los gratos recuerdos que tienen de aquellos buenos tiempos, más bien que a su verdadero rendimiento?
Coleccionista de automóviles antiguos
A mí me gustan los automóviles antiguos —su restauración y conservación— porque los veo como piezas de arte y me dicen cosas sobre el gusto y la tecnología que existían en los tiempos y países en que se les fabricó.
Si muchos coleccionistas consideran de interés un mismo modelo y se da el caso de que quedan pocos, su valor se pone por las nubes. Por ejemplo, el 19 de noviembre de 1987, en una subasta que hubo en Londres (Gran Bretaña), se llegó a pagar por un deportivo cupé de 1931 de la Bugatti Royale, un modelo del que quedan muy pocos, la exorbitante cantidad de 9.900.000 dólares (E.U.A.).
Sin embargo, la mayoría de las veces, los amigos y vecinos del coleccionista suelen quedarse mirando con perplejidad cuando este arrastra hasta su casa la última pieza de arte. Se preguntan si no hubiera sido mejor dejar ese cacharro medio oxidado y lleno de insectos donde estaba. Pero el coleccionista ya ve el automóvil restaurado y con su radiante belleza de antaño. Así que sonríe y dice para sus adentros: “Desde luego, ya no los hacen como antes”.
¿Es eso cierto?
Sí, es cierto. ‘Ya no hacen los automóviles como antes.’ En ciertos aspectos podemos alegrarnos de que así sea, pero en otros es una pena. Echemos un vistazo a algunos modelos. Por ejemplo, un antiguo Rolls-Royce se anunció como “el mejor automóvil del mundo” y “el automóvil rápido más seguro del mundo”. Podía pasar de 0 a casi 100 kilómetros por hora en unos 24 segundos, y su velocidad máxima era de alrededor de 130 kilómetros por hora. No estaba nada mal, si se tiene en cuenta que pesaba dos toneladas y media. Pero, ¿cómo se detenía? El fabricante presumía, y con razón, de que mediante un servomecanismo diseñado especialmente que iba conectado a la caja de cambios, el automóvil tenía un “poder de frenado muy superior al normal”. No obstante, aunque uno de esos Rolls-Royce restaurados todavía es capaz de responder como cuando era nuevo, no sería un automóvil ideal para las condiciones del tráfico de hoy día.
Aunque el Rolls-Royce dice mucho en favor de quienes lo diseñaron, le faltaban otros sesenta años de conocimiento y experiencia acumulados en el campo de la automoción. Carecía de frenos hidráulicos y antibloqueo, y no llevaba cinturones de seguridad, luces de freno, intermitentes, faros de óptica hermética, bolsas de aire inflables en el interior para casos de colisión, reposacabezas y muchas otras innovaciones que mejoran la conducción y la seguridad, cosas que damos por sentado hoy día o vemos como ejemplos de la tecnología más moderna.
¿La tecnología más moderna?
¿Son todos los detalles que vemos en los automóviles actuales realmente innovaciones modernas? No. Muchas opciones y accesorios de su automóvil se inventaron hace años. Usted podía comprar un Packard de 1936 con las siguientes prestaciones: lubricador de chasis, que lo iba lubricando continuamente; amortiguación regulable, que permitía al conductor ajustar los amortiguadores para adaptarlos a las condiciones de la carretera, y refrigeración de aceite, que consistía en hacer circular el aceite del cárter por un lugar especial a través del cual fluía el agua del motor, con lo que se conseguía estabilizar la temperatura del aceite.
Los modelos de los años sesenta, como el Ford Mustang de 1966, se ofrecían con una cantidad y variedad de detalles opcionales de equipamiento mucho mayor que antes. Los automóviles de mayor venta de precio medio podían encargarse con varios tamaños de motor diferentes, en muchos colores distintos y con una lista casi interminable de accesorios para la conducción y la comodidad de los ocupantes. En muchos casos, el mismo automóvil podía comprarse en las versiones berlina, descapotable o de línea aerodinámica. Aunque se fabricaban centenares de miles de unidades de un modelo en particular, usted podía encargar uno con un equipamiento completamente a su gusto si lo deseaba.
¡Todos parecen iguales!
Hay varias razones por las que los automóviles de hoy parecen iguales. Al parecer, en los diseños actuales influyen más que nunca la tecnología y la economía. En el diseño de la carrocería influyen mucho las pruebas del túnel aerodinámico, en el que los ingenieros miden el coeficiente de resistencia del viento. Un coeficiente de resistencia bajo resulta en un menor consumo de combustible y contribuye a una mayor estabilidad en la carretera.
Por consiguiente, en el diseño final de la carrocería influyen mucho las leyes físicas relacionadas con la carretera y la resistencia del aire, la inercia y la relación peso-volumen. Añádase a esto ciertos requisitos de seguridad y diversas necesidades de los pasajeros, y el resultado es que muchos automóviles tienen una línea similar. Pero, por supuesto, el concepto que tiene la gente de lo que es elegante puede cambiar, y los fabricantes deberán ajustar sus diseños en consonancia.
Así que, con una mezcla de emociones, podemos decir: “Ya no los hacen como antes”.—Contribuido.
[Fotografías en las páginas 16, 17]
Rolls-Royce, modelo P1 Faux Cabriolet de 1929
Packard, modelo 1401 de 1936
Mustang GT, versión aerodinámica de 1966
[Reconocimiento]
Rolls Royce Heritage Trust
[Reconocimiento en la página 15]
Rolls Royce Heritage Trust