Hemingway y el saludo fascista
El famoso escritor Ernest Hemingway vio en 1938 dos fotografías que le desconcertaron. En una podía verse una hilera de niños muertos en la ciudad de Barcelona (España), como consecuencia de un bombardeo de las fuerzas de Franco sobre la ciudad en el transcurso de la guerra civil española (1936-1939). De hecho, de los ochocientos setenta y cinco muertos que causó el bombardeo, ciento dieciocho fueron niños. Hemingway se preguntaba quién había sido capaz de dar la orden de bombardear a la población civil.
Al escritor le intranquilizó aún más la noticia que leyó en el New York Herald Tribune, en la que se decía que el cardenal Patrick Joseph Hayes había orado en Nueva York por la victoria de las fuerzas franquistas de España. Pero, ¿por qué molestó al escritor la segunda foto?
En ella se veía a un grupo de oficiales del ejército y de eclesiásticos españoles frente a la catedral de Santiago de Compostela (España) saludando al paso de las tropas. Pues bien, ¿qué había en la foto que perturbaba tanto a Hemingway? Él escribió: “Puedo reconocer al general Aranda y al general Dávila [...] e identificar el tipo de saludo que hacen; es el saludo del antiguo ejército español. Pero me cuesta identificar el saludo del obispo de Lugo, el del arzobispo de Santiago, el del canónigo de la ciudad y el del obispo de Madrid. ¿Es ese el saludo fascista? ¿El saludo de los nazis y de los fascistas italianos?”. ¡Claro que lo era!
La imagen de unos niños muertos por las bombas que arrojaron militares católicos y la de obispos católicos haciendo el saludo nazifascista desconcertó a Hemingway. Es posible que supiese que el clero católico español había bendecido la guerra civil española y le había atribuido carácter de santa cruzada. Más de medio millón de españoles murió en ese enfrentamiento ideológico, que además le sirvió a Hitler de ensayo para la II Guerra Mundial.
Sin embargo, ¿qué dijo Santiago, el medio hermano de Jesús? “¡Gente infiel! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, quien pretende tener al mundo por amigo, se hace enemigo de Dios.” Con muy pocas excepciones, el clero de la cristiandad se ha aliado constantemente con la clase gobernante, política y militar. (Santiago 4:4, La Biblia Interconfesional. Nuevo Testamento.)
[Reconocimiento en la página 31]
A.G.E. Fotostock