Cuándo empezar y cuánto decir
PARECE ser que muchos padres concienzudos piensan que la educación sexual puede impartirse durante una embarazosa conversación de diez minutos sobre los temas de la vida mientras pasean por el bosque con su hijo de trece años. Pero normalmente esa conversación no solo aporta muy poca información, sino que además llega con años de retraso. No es raro que un padre o una madre amorosos reconozcan: “Parecía que ya sabían casi todo lo que trataba de decirles”.
¿Hay una mejor manera de enseñar estas importantes cuestiones? En caso afirmativo, ¿cuándo tendrían que empezar los padres a dar dicha instrucción, cómo pueden hacerlo y qué deben decir?
Lo más sensato es empezar a colocar el fundamento para impartir esta instrucción vital casi desde que el niño nace. Si se empieza cuando el niño es muy pequeño, es posible suministrar información con calma y en dosis pequeñas que él pueda asimilar y comprender.
Cuando los padres bañan a sus hijos pequeños, suelen enseñarles el nombre de las diferentes partes del cuerpo: “Este es el pecho, este es el estómago, esta es la rodilla”. Pero, ¿por qué pasar del estómago a la rodilla? ¿Acaso es vergonzoso nombrar lo que hay entre esas dos partes del cuerpo? ¿Se evita hablar de ellas porque son partes íntimas? Es obvio que no usaríamos palabras vulgares e irrespetuosas para referirnos a ellas, pero, ¿por qué no decir simplemente “pene” o “vulva”? Estas partes también fueron creadas por Dios, y les aplica el calificativo “muy bueno” que Él utilizó para toda su creación. (Génesis 1:31; 1 Corintios 12:21-24.)
Más adelante, quizás cuando el niño vea cambiar los pañales a un bebé, ustedes podrían decirle respetuosamente que los niños tienen un pene, y las niñas, una vulva. Y pueden explicarle con tacto que estas cosas son personales, que solo debe hablarse de ellas en familia, nunca con otros niños ni con personas ajenas al círculo familiar.
De modo que si se empieza temprano y se va ampliando poco a poco lo que se dice según aumenta la capacidad de comprensión del niño, es posible explicar muchas cosas sin que la conversación se haga embarazosa.
La explicación de cómo nacen los niños
Es posible que cuando el niño tenga entre tres y cinco años de edad,a empiece a pensar en el milagro del nacimiento y pregunte de dónde vienen los niños. Una respuesta sencilla podría ser: “Tú creciste en un lugar calentito y protegido dentro de mamá”. Esta respuesta probablemente le dejará satisfecho de momento. Más adelante el niño quizás preguntará: “¿Cómo sale el bebé?”. Ustedes pudieran decir: “Dios hizo una abertura especial para que el bebé salga”. Como los niños pequeños no suelen concentrarse en un mismo tema durante mucho tiempo, las mejores respuestas son las sencillas y directas. Suministren la información necesaria en pequeñas dosis, guardando más para ocasiones posteriores.
Los padres encontrarán muchas oportunidades de enseñar a sus hijos si están al tanto. En el caso de que un familiar allegado esperara un bebé, una madre podría decir: “La tía Susana va a tener pronto su bebé. ¿Sabes? Pocas semanas antes de que nacieras, yo también tenía la barriga así de grande”. El esperado nacimiento de un hermanito o hermanita puede suministrar meses de educación emocionante y encantadora.
Puede que con el tiempo el niño pregunte: “¿Y de dónde vino el bebé?”. Una respuesta sencilla podría ser: “Una semillita del padre se junta con un óvulo de la madre, y a partir de ese momento empieza a formarse un bebé, tal como una semilla que se planta en la tierra se desarrolla hasta convertirse en una flor o en un árbol”. En otra ocasión el niño tal vez pregunte: “¿Y cómo entra dentro de mamá la semillita de papá?”. Ustedes podrían decir respetuosamente: “Tú sabes cómo es el cuerpo de un niño. Tiene un pene. La madre tiene en su cuerpo una abertura en la que cabe el pene, y así se planta la semilla. Dios nos hizo de esta manera para que los niños creciesen en un lugar bonito y calentito hasta que fuesen lo suficientemente grandes para vivir por sí solos. Cuando llega ese momento, ¡nace un bebé encantador!”. Estos asuntos pueden explicarse en un tono que ayude al niño a percibir lo maravilloso que es todo este proceso hecho por Dios.b
Hay que tener cuidado de nunca aplazar la contestación a una pregunta diciendo en tono abochornado: “Te lo explicaré más adelante, cuando tengas la edad suficiente”. Esta reacción podría despertar aún más la curiosidad del niño y tal vez hasta lo impulsaría a buscar información en otra parte y de fuentes no aconsejables. Si un niño tiene suficiente edad para formular la pregunta, tiene suficiente edad para recibir una contestación sencilla y respetuosa. El que no le contesten puede desanimarle de volver a acudir a ustedes cuando desee información.
¿Cuándo empezar?
Muchos padres opinan que sus hijos deberían tener unas nociones básicas de estas cuestiones por lo menos antes de empezar a ir a la escuela, ya que allí tal vez oigan a otros niños información mucho menos exacta.
Un abuelo contó: “Yo no había hecho ninguna pregunta al respecto, pero cuando tenía seis años mi padre decidió que ya era el momento de explicarme de dónde vienen los niños. Me dijo que la unión sexual de un hombre y una mujer era lo que producía un bebé, y que dicha unión era tan natural como el comer, pero Dios había estipulado que solo correspondía a personas que estuviesen casadas. De ese modo el recién nacido tendría una madre y un padre que lo quisieran y cuidaran”. Este mismo abuelo añadió: “Su explicación llegó justo en el momento preciso. Yo ya había visto a niños de seis años reírse de unos dibujos inmorales que ellos mismos habían hecho y que yo no comprendía”.
Por supuesto, tales explicaciones no deben presentarse como algo de lo que avergonzarse, pero sí como algo privado. Ustedes pueden enfatizarle que esos temas son un secreto de familia que no debe hablarse con otros niños ni con personas ajenas a la familia. Si su hijo empieza a hablar de ello sin darse cuenta, pueden decirle cariñosamente: “¡Chsss...! Recuerda que es nuestro secreto. Solo hablamos de ello con nuestra familia”.
No hay que escandalizarse
Si a algún lector le escandaliza que se haya visto necesario tratar estos asuntos, debería pensar en cuántos padres concienzudos buscan una manera respetuosa de explicar este tema a sus hijos. ¿No es mucho mejor que el niño reciba una explicación franca dentro del seno de una familia que lo quiere y no que se entere como se enteraron muchos padres: de fuentes sucias ajenas a la familia?
Si escuchan con atención y responden a las preguntas del niño de una manera sencilla y respetuosa, conseguirán que a este le sea mucho más fácil acudir a usted con otras preguntas cuando pasen los años y necesite más información.
[Notas a pie de página]
a Cada niño es diferente. Por eso, cualquier referencia a edades que se haga en este artículo es orientativa, para mostrar la naturaleza progresiva de este tipo de enseñanza.
b El libro Cómo lograr felicidad en su vida familiar analiza este y otros muchos aspectos de la crianza moral de los hijos y la vida de familia. Pueden pedirlo a las personas que les dieron esta revista o a sus editores en cualquiera de las direcciones que aparecen en la página 5.
[Fotografía en la página 6]
El futuro nacimiento de un bebé brinda la oportunidad de dar instrucción valiosa