Los jóvenes preguntan...
¿Por qué tengo que ser diferente?
ES MUY duro ser diferente”, dijo un joven cristiano. Si tú también eres cristiano, entenderás muy bien sus sentimientos, pues, al igual que la mayoría de los jóvenes, deseas caer bien y que te acepten. El problema está en que para ganar la aceptación generalmente es necesario adaptarse a los compañeros: a su manera de hablar, vestir y actuar. El joven que tiene el coraje de ser distinto se arriesga a vivir excluido del trato social y ser objeto de burla.
Por ello, los testigos de Jehová jóvenes se hallan en una tesitura nada fácil. En pocas palabras: por ser cristianos son diferentes de los demás jóvenes. No es porque adopten una actitud de superioridad o se crean mejores que nadie, sino porque, debido a su formación bíblica, no suelen concordar con sus compañeros en su actitud hacia las normas morales. Al discrepar sobre las ceremonias patrióticas, la celebración de las festividades religiosas y las citas amorosas, puede que a los compañeros les parezcan las ovejas negras del grupo.a
Una joven Testigo dice que ser diferente es “lo más difícil de ser cristiano”. A este respecto, un joven Testigo comentó: “Los chicos te miran por encima del hombro. Me han llamado inútil y soso muchísimas veces”. Además, puede que tus padres insistan en que seas diferente no solo en conducta moral, sino en temas tales como la ropa, el arreglo y los gustos musicales.
El pueblo de Dios es diferente
‘¿Qué tiene de malo ser como los demás chicos?’, quizás te plantees. Pues bien, ser diferente ha sido una característica del pueblo de Dios desde sus mismos comienzos. Dios seleccionó al antiguo Israel a fin de que fuera su “propiedad especial” (Éxodo 19:5), lo que equivalía a ser diferente de los demás pueblos. En Levítico 18:3, Dios ordenó: “De la manera como hace la tierra de Egipto, en la cual moraron, no deben hacer ustedes; y de la manera como hace la tierra de Canaán, en la cual voy a introducirlos, no deben hacer ustedes; y en los estatutos de ellos no deben andar”.
En el antiguo Egipto estaban muy difundidos el culto degradante a los animales, la creencia dominante en la inmortalidad del alma y el incesto. De igual modo, en la tierra de Canaán imperaban la idolatría, las perversiones sexuales, la violencia sangrienta, los sacrificios de niños y la prostitución. Por ello, Dios advirtió: “No se hagan inmundos por medio de ninguna de estas cosas” y “No deben hacer ninguna de todas estas cosas detestables”. (Levítico 18:24-26.)
Jehová respaldó esta exhortación con un código de leyes que regulaba prácticamente toda faceta de su vida: la alimentación (Levítico 11), la higiene (Deuteronomio 23:12, 13), la conducta sexual (Levítico 18:6-23) e incluso la ropa y el arreglo personal. “Tienen que hacerse orillas con flecos en las faldas de sus prendas de vestir durante todas sus generaciones —dijo Jehová—, y tienen que poner una cuerdecita azul más arriba de la orilla con flecos de la falda.” (Números 15:38.) Los hombres tenían la obligación de dejarse barba y no podían cortarse los “mechones de sus lados”. (Levítico 19:27; 21:5.) Todo judío tenía que acatar esta prescripción, aunque no le gustara la ropa con flecos o prefiriera ir rasurado.
Ahora bien, imagínate que te dijeran que tienes la obligación de dejarte barba y llevar cierta indumentaria. ¿No te ofenderías por esta violación de tus derechos? Sin embargo, las leyes divinas cumplían un propósito relevante y útil a la vez. Jehová explicó: “El propósito es que recuerden y ciertamente pongan por obra todos mis mandamientos y verdaderamente resulten santos a su Dios. Yo soy Jehová su Dios”. (Números 15:38-41.) La regulación sobre la indumentaria era un claro recordatorio visual de que los judíos constituían un pueblo diferente, apartado como santo para Jehová. Las prohibiciones dietéticas no solo protegían su salud, sino que contribuían a que no forjasen vínculos sociales o religiosos con los que no eran judíos. De hecho, era casi imposible relacionarse con los paganos y no contravenir algún precepto de la ley de Dios. La ley mosaica servía de este modo de “muro” que separaba a Su pueblo de las demás naciones. (Compárese con Efesios 2:14.)
Los cristianos tienen que ser diferentes
En la actualidad, los cristianos “hemos sido desobligados de la Ley” de Moisés y tenemos bastante libertad en lo que concierne a preferencias. (Romanos 7:6.) Sin embargo, Jesucristo dijo a sus discípulos: “Ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, [y] a causa de esto el mundo los odia”. (Juan 15:19.) Jesús no dijo que sus discípulos tuvieran que irse de la Tierra. (Compárese con 1 Corintios 5:10.) Tan solo quería indicar que debían mantenerse separados del “mundo”, el sector de la humanidad que está alejado de Dios. ¿Por qué razón? Debido a que, tal como dijo posteriormente el apóstol Juan, “el mundo entero yace en el poder del inicuo”. (1 Juan 5:19.)
Piensa ahora en algunos de tus compañeros de estudios. ¿Cuáles son sus opiniones, conducta, manera de hablar y preferencias en cuanto a música y ropa? ¿Te parece que se guían por las normas divinas, o por las del “dios de este sistema de cosas”, Satanás el Diablo? (2 Corintios 4:4.) De darse este último caso, ¡en menudo apuro te hallas si imitas su comportamiento, manera de hablar o apariencia descuidada! Como poco, restas fuerza a tu afirmación de ser testigo de Jehová y, lo que es peor, podrías sucumbir a las malas influencias.
“Sin la menor duda, tus amigos influyen en tu conducta”, admite una joven llamada Kim. “Cuando iba a la escuela, no estaba muy firme en la verdad [cristiana] y por ello tenía muchos amigos mundanos. Pero no me fue bien, pues me metí en muchas cosas malas.” Ahora bien, no hace falta que participes en pecados graves para poner en peligro la relación que tienes con Dios. Fíjate en lo que dice la Biblia en Santiago 4:4: “¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios”.
¿Acaso quieres correr el riesgo de convertirte en enemigo de Dios? ¡En absoluto! Por eso, deja claro que no formas parte del mundo. Esto, sin embargo, implica más que abstenerse de las drogas y la inmoralidad sexual.
Aspectos en los que hay que ser diferente
Analiza, por ejemplo, tus preferencias al vestir. Lo que te pones transmite un mensaje en cuanto a quién eres, qué representas y en qué crees. A diferencia del orden judaico, el cristianismo permite gran libertad de gustos y estilos personales. Pero, ¿quiere decir esto que hay que adoptar todas las modas que surgen?
Una joven cristiana quería seguir la moda de llevar pantalones vaqueros desgarrados a la escuela. Por supuesto, a nadie le gusta llevar ropa pasada de moda. No obstante, tus padres tienen la prudencia necesaria para vetar los estilos desastrados, provocativos, estrambóticos u ofensivos. Si vistieras de esa manera, ¿qué impresión darías? Una joven llamada Jeffie lo descubrió cuando se hizo un corte de pelo ultramoderno: “Solo creía que era un estilo ‘diferente’, pero la gente empezó a decirme: ‘¿De verdad eres testigo de Jehová?’ y me sentía avergonzada”.
En 1 Timoteo 2:9 se aconseja de manera equilibrada a los cristianos que vistan “con modestia y buen juicio”. Por lo general, se puede vestir con modestia sin parecer una antigualla. Es cierto que la ropa clásica no te convertirá en el número uno en popularidad, pero te ayudará a sobresalir como diferente, algo que puede ganarte la aprobación de Dios.
¿Qué se puede decir sobre gustos musicales? La música, que llena las horas de gran parte de la juventud, puede ser un placer edificante si se mantiene en su lugar. No obstante, Éxodo 32:17-22 muestra que también puede excitar las pasiones bajas y las emociones malsanas. De hecho, buena parte de la música actual es totalmente impropia para el oído cristiano. Los estilos rap y heavy son populares, pero gran parte de los temas, si no la casi totalidad, tocan la inmoralidad sexual, la rebeldía, la violencia e incluso el espiritismo. ¿Te dejas arrastrar por las corrientes juveniles al elegir la música, o tienes el valor de seleccionarla?
Sí, hace falta arrojo para ser diferente. Cuando te niegas a permitir que tus amigos y compañeros de estudios te impongan sus preferencias en cuanto a entretenimiento, manera de hablar y de vestir, ineludiblemente se produce la reacción que Jesús explicó: “Porque ustedes no son parte del mundo [...] el mundo los odia”. (Juan 15:19.) Por ello, ser distinto puede ser muy difícil para ti, aunque no imposible. Esta manera de actuar sustenta las normas divinas y te da dignidad y buena conciencia. Sin embargo, surge la pregunta: ¿De dónde se pueden sacar las fuerzas para ser diferente? Nuestro próximo número dará la respuesta.
[Nota a pie de página]
a Para más detalles sobre estas cuestiones, véase el folleto La escuela y los testigos de Jehová, editado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.
[Fotografías en la página 18]
El joven que no es diferente de sus compañeros resta fuerza a su afirmación de ser cristiano