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¡Despertad! 1995
g95 8/12 págs. 20-21

La manera africana y la norteamericana de transportar a los niños

Por el corresponsal de ¡Despertad! en Nigeria

EN EL mundo existen diversas maneras de transportar a los niños. Dos de ellas, la norteamericana y la africana, hacen un marcado contraste.

Ya que en estos dos continentes las condiciones económicas son muy diferentes, sería de esperar que las formas de llevar a los niños también lo fueran. Examinemos en primer lugar cómo lo hacen en Norteamérica.

La manera norteamericana

En Estados Unidos, al igual que en muchas otras partes del mundo, es común transportar a los niños en un cochecito de cuatro ruedas. En los últimos años se ha procurado hacerlos más manejables, de una línea más bonita y también más cómodos para el bebé. Muchos están forrados de materiales acolchados que se pueden sacar y lavar, y tienen el asiento elevado.

Los cochecitos ofrecen a los niños un agradable lugar para reposar, cambiar de actividad y descansar los pies. Cuando tienen sueño, el cochecito es como una cama rodante. Si están cansados o irritables, el movimiento suele tranquilizarlos y relajarlos.

Para los padres también resultan cómodos. Un padre dijo: “Resulta más descansado que llevar al niño en brazos a todas partes”. Quizás no cueste llevar en brazos a un niño pequeño, pero cuando este empieza a pesar dos o tres veces más, el asunto cambia. Además, a los padres les complace saber que su hijo está seguro y protegido en un cochecito que ellos pueden controlar.

En Estados Unidos se pone mucho cuidado en fabricar cochecitos seguros. Se hacen con la base ancha y el centro de gravedad bajo para que no se vuelquen con facilidad. Cuentan con buenos frenos, situados donde el niño no pueda aflojarlos, y unos seguros que impiden que el cochecito se pliegue por accidente. Se procura eliminar cualquier articulación en la que el niño pudiera pillarse los deditos. Para mayor protección, llevan un cinturón de seguridad.

Los precios de los cochecitos pueden oscilar entre algo más de 20 dólares (E.U.A.) y ocho o diez veces esa cantidad. Un modelo de lujo que cuesta unos 300 dólares dispone de una canasta más grande para los paquetes, interior elegante, exterior impermeabilizado, ruedas de movimiento multidireccional, y una armazón ligera y rápida de plegar. También ha salido a la venta, por unos 380 dólares, un cochecito especial para hacer jogging que permite a papá o a mamá salir a correr llevando a su bebé.

La manera africana

En África, al igual que en muchos países de Asia, la mayoría de las madres llevan a sus bebés a la espalda, como hicieron sus madres y las madres de estas. Difícilmente podría encontrarse un método más barato o práctico que este. Lo único que se necesita es una pieza rectangular de tela resistente. Con un sencillo y seguro movimiento, la madre se inclina hacia adelante, se coloca el bebé a la espalda y lo sujeta contra su cuerpo pasando la banda de tela alrededor de ambos y anudándola.

¿Se ha caído alguna vez un niño mientras su madre se lo ataba a la espalda? Casi nunca. Cuando el bebé todavía es muy pequeño, la madre lo sujeta con una mano y con la otra coloca bien la banda de tela. Una nigeriana llamada Blessing dijo lo siguiente respecto a los bebés un poco más crecidos: “Los niños no se resisten; se agarran fuerte. Les encanta estar a la espalda de su madre. A veces lloran porque quieren estar ahí. Pero si se da el caso de que alguno se resiste, la madre le sujeta los bracitos presionándoselos debajo de los suyos hasta que termina de colocar bien la banda de tela”.

Para sostener la cabecita de los recién nacidos se utiliza una segunda banda de tela anudada igual que la primera. Si quiere tenerse al niño más sujeto, bien porque sea pequeño o bien porque esté dormido, se le envuelven también los bracitos con la banda. No obstante, a los niños más crecidos les gusta tener los brazos libres.

¿Por cuánto tiempo cargan a sus hijos a la espalda las madres africanas? En el pasado, las mujeres de algunos grupos étnicos, como los yoruba de Nigeria, los cargaban por tres años. Hoy día lo hacen dos años, a menos que la madre vuelva a dar a luz y el recién nacido ocupe su lugar.

El niño puede ir cómodamente sujeto a la espalda de mamá adondequiera que ella vaya: tanto si sube o baja escaleras, como si camina por terreno escabroso o viaja en algún vehículo. Pero además de práctica y barata, esta manera de transportar a los niños satisface importantes necesidades emocionales, como la de consolarlos cuando lloran. Si el hijo llora, la madre se lo echa a la espalda, este se duerme y ella continúa con sus labores.

Para pasar de la espalda a la cama a un niño dormido hay que hacerlo con delicadeza, pues generalmente a los pequeños no les gusta que los despierten. La madre se tiende de lado en la cama con mucho cuidado y desata lentamente la banda de tela, que ahora le sirve para cubrir al pequeño. A veces le coloca una almohada delante para infundirle la misma sensación de seguridad que le ofrecía su espalda.

Hay otros beneficios de cargar a los niños a la espalda. Permite que la madre perciba las necesidades del bebé. Ella nota enseguida si está aletargado, nervioso, con fiebre o mojado. También hay beneficios a largo plazo. El libro Crecimiento y desarrollo dice: “La estrecha proximidad física en la primera infancia crea un firme lazo de amor entre la madre y el bebé, formando la base para las relaciones interpersonales en los años venideros. Un factor importante en la creación de este lazo, según se cree, es el hecho de que el niño sostenido tan cerca puede detectar fácilmente el ritmo del corazón de la madre”, tal como cuando estaba en su vientre.

A los bebés les encanta ese estrecho contacto. En África, no hay que buscar mucho para ver a niños felices a la espalda de su madre. Algunos dormitan tranquilamente; otros juegan con el cabello, las orejas o el collar de su madre, o acompañan con sonidos de satisfacción a su madre que canta dulcemente al ritmo de sus pasos.

Sí, la manera africana de transportar a los niños es muy diferente de la norteamericana. Pero cada una se acomoda a su cultura y cumple su propósito.

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