¿Quién es el padre y quién el hijo?
UNA psicóloga de California (E.U.A.) se lamenta de la grave erosión que ha sufrido la autoridad de los padres en los últimos años. “En mi consulta —escribe— he presenciado incontables discusiones entre padres e hijos que se llevaban a cabo como si fueran entre dos adultos, no entre un niño y uno de sus padres. Hacían negociaciones propias de las grandes empresas sobre todo asunto, como la hora de acostarse, la paga que los padres dan regularmente a sus hijos y las tareas domésticas. A veces es difícil saber quién es el padre y quién el hijo.”
La Biblia ofrece consejo equilibrado a los padres. Les advierte del peligro de ser tan estrictos que irriten al niño y le provoquen incluso abatimiento y depresión. (Colosenses 3:21.) Pero también les previene contra el extremo opuesto: ser demasiado permisivos, abdicando de su autoridad. Proverbios 29:15 afirma: “El muchacho que se deja a rienda suelta causará vergüenza a su madre”. Otro proverbio bíblico dice: “Si uno viene mimando a su siervo desde la juventud, este hasta llegará a ser un ingrato en el período posterior de su vida”. (Proverbios 29:21.) Aunque este pasaje se refiere a un siervo, el principio se puede aplicar perfectamente a los niños.
Los padres que privan a sus hijos de la guía y disciplina necesarias acaban pagando un alto precio: un hogar fuera de control. Sin duda alguna, es mucho mejor poner en práctica el consejo bíblico. Es cierto que se requerirá esfuerzo, pero los beneficios pueden ser eternos. La Biblia dice: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él”. (Proverbios 22:6.)