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  • g98 22/12 págs. 25-27
  • ¿Cómo voy a vivir sin mis padres?

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  • ¿Cómo voy a vivir sin mis padres?
  • ¡Despertad! 1998
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¡Despertad! 1998
g98 22/12 págs. 25-27

Los jóvenes preguntan...

¿Cómo voy a vivir sin mis padres?

“Cuando yo tenía tres años y mi hermana cuatro, mis padres se divorciaron y litigaron por nuestra custodia. Aunque se la concedieron a mi madre, mi hermana y yo decidimos irnos a vivir con mi padre.”—Horacio.

AÑOS después, el padre de Horacio se marchó con su concubina y los abandonó a él y a su hermana. “Fue así como a los 18 años —relata Horacio— me convertí en cabeza de una familia formada por mi hermana de 19 años, mi media hermana de 12, que quiso seguir con nosotros, y yo.”

Como se explicó en un artículo anterior, millones de jóvenes de todo el mundo viven sin progenitores.a Algunos han sido abandonados —como Horacio—; otros han quedado huérfanos o se han visto separados por alguna guerra o catástrofe natural. Sea como fuere, la situación puede resultarles difícil e incluso traumática, y comportar pesadas responsabilidades.

‘¿Quién me va a cuidar?’

El que te defiendas mejor o peor dependerá a buen grado de tu edad y tus circunstancias. Lógicamente, será más difícil si estás en la infancia o en la adolescencia temprana. Aun así, quizás no te halles solo del todo y desee acogerte algún tío o hermano mayor.

Los testigos de Jehová consideran que atender a los huérfanos y las viudas forma parte de su adoración (Santiago 1:27; 2:15-17). Por ello, no es raro que alguien de la congregación brinde su ayuda. Por ejemplo, Horacio y sus hermanas habían estudiado la Biblia con los Testigos y asistían a las reuniones. Allí conocieron a una familia cristiana que los apoyó. “Estoy muy agradecido a Jehová por la guía y el cariño que nos da todos los días —señala Horacio—. Tuvimos la dicha de que nos ayudara una familia espiritual de la congregación con hijos de nuestra edad. Prácticamente nos adoptaron, por lo que nos sentimos, como nunca antes, parte de una familia en la que podíamos confiar.”

Pero no todos los jóvenes son tan afortunados. Un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia dice: “A algunos niños solos se les deja con familias que los someten a abusos físicos, los ponen a trabajar sin paga ni oportunidad de progresar, los prostituyen y hasta los esclavizan”. Por tanto, da gracias si tienes quien te atienda razonablemente bien.

Ciertamente, verse privado de los padres es terrible. Y es natural que te frustre no tenerlos para que se ocupen de ti. Tal vez te indignes más cuando te da órdenes un familiar o un hermano mayor. Pero no desfogues la irritación con aquellos que velan por ti. Dicen las Escrituras: “Cuida que la furia no te atraiga a [...] [actuar] con rencor [...]. Manténte alerta para que no te dirijas a lo que es perjudicial” (Job 36:18, 21). Acuérdate de Ester, joven huérfana mencionada en la Biblia. Se crió con Mardoqueo, un primo mayor, quien, aunque no era su padre, ‘le imponía mandatos’ que obedecía incluso de adulta (Ester 2:7, 15, 20). De igual modo, trata de obedecer y cooperar. Así aliviarás las tensiones y les harás la vida más fácil a todos los implicados.

Responsabilidades familiares

Si tienes un hermano mayor, o si tu propia edad te lo permite, tal vez puedas vivir por tu cuenta con tus hermanos; o quizás hasta te toque hacer de cabeza de familia, una apabullante responsabilidad. Pese a todo, muchos jóvenes que se hallan en estas circunstancias han realizado una labor admirable a la hora de criar a sus hermanos.

Es comprensible que a veces te sientas frustrado. Algo que te ayudará a ver las cosas con más optimismo es pensar en cuánto quieres a tus hermanos y en que cuidar de ellos es una comisión divina. En efecto, a los cristianos se les manda que miren por los suyos (1 Timoteo 5:8). Con todo, por mucho que lo intentes, nunca lograrás ser plenamente su padre o su madre.

No puedes esperar que reaccionen contigo igual que con tus padres. De hecho, tal vez tarden mucho en acostumbrarse a tomarte en serio. Entretanto, no te frustres ni recurras a la “amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa”. Enséñales con el ejemplo a ser “bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos”, y a ‘perdonarse liberalmente’ (Efesios 4:31, 32).

Horacio admite que cometió errores. “A veces fui muy estricto con mis hermanas, aunque hasta cierto punto vino bien, pues nos comportamos con rectitud a los ojos de Jehová.”

Cómo mantenerte

Si no dispones de la atención de tus padres, una de tus principales preocupaciones será la manutención. Es posible que algún adulto de la congregación te enseñe a ti (y a tus hermanos, si los tienes) a cocinar, limpiar la casa y realizar otras labores que debas asumir. Ahora bien, ¿de dónde vas a sacar el dinero? Tal vez no tengas más remedio que buscar trabajo.

Lo cierto es que no hay muchas colocaciones para los jóvenes sin buena preparación, experiencia o destrezas laborales. Por ello, haz todo lo posible por acabar la enseñanza elemental e incluso recibir formación profesional suplementaria. Horacio explica: “Mi hermana mayor y yo trabajábamos, y podíamos costear mis estudios y los de mi media hermana”. Si vives en un país en vías de desarrollo, deberás ingeniártelas para encontrar trabajo (consulta “La creación de empleos en los países en vías de desarrollo”, ¡Despertad! del 22 de octubre de 1994).

En los países más desarrollados, el gobierno suele ofrecer ayudas económicas. A menudo hay instituciones públicas o privadas que velan por los niños huérfanos o abandonados y que pudieran ayudarte, por ejemplo, a obtener alimentos o vivienda. Como es lógico, debes utilizar con prudencia las ayudas monetarias que percibas. “El dinero es para una protección”, señala la Biblia (Eclesiastés 7:12). Pero si no lo administras bien, ‘se hará para sí alas y volará’ (Proverbios 23:4, 5).

Aunque obtener el sustento no revista tanta importancia si estás a cargo de un adulto, llegará el día en que tengas que mantenerte. Como vives sin padres que te animen a recibir instrucción, tal vez debas esforzarte mucho para concentrarte en los estudios. Puedes aplicar a la escuela este consejo que dio el apóstol Pablo a Timoteo tocante a su progreso espiritual: “Reflexiona sobre estas cosas; hállate intensamente ocupado en ellas, para que tu adelantamiento sea manifiesto a todos” (1 Timoteo 4:15). Si así lo haces, darás buen ejemplo a los que te rodean y te beneficiarás tú mismo.

Lo más importante es atender debidamente tus necesidades espirituales. Trata de fijar un programa equilibrado de actividades espirituales (Filipenses 3:16). Los testigos de Jehová, por ejemplo, tienen la costumbre de comentar todos los días un pasaje bíblico. ¿Por qué no reservas tiempo para ello? La regularidad en el estudio de la Biblia y en la asistencia a las reuniones cristianas también te ayudará a mantener fuerte la espiritualidad (Hebreos 10:24, 25).

Puedes superar las dificultades

Aunque vivir sin los padres sea arduo, no todo son sinsabores. Paola, de 20 años, perdió a su madre con solo seis años de edad, y a su padre, con 10. Una señora de buen corazón las acogió a ella y a sus cuatro hermanas. ¿Ha llevado una vida desdichada? No. Paola comenta: “Quizás no seamos una familia típica, pero nuestra vida es bastante normal. Lo cierto es que nos queremos más que la mayoría de las familias”.

Su hermana Irene añade: “Aunque estemos sin padres, somos unas jóvenes normales”. ¿Qué aconseja a quienes se encuentren en la misma situación? “No piensen que están en inferioridad de condiciones.” Igualmente, Horacio dice: “Esta situación me ha hecho madurar muy rápido”.

Perder a los padres es una de las tragedias más terribles. Pero ten la certeza de que, con la ayuda de Jehová, puedes superarla y recibir su bendición.

[Nota]

a Lee el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué tengo que vivir sin mis padres?”, en ¡Despertad! del 22 de noviembre de 1998.

[Ilustración de la página 26]

Los ancianos cristianos pueden brindarte apoyo

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