38 LOS TRES HEBREOS
“Apagaron la fuerza del fuego”
HANANÍAS, Misael y Azarías vivían en Babilonia. Resulta que los babilonios se los habían llevado cautivos y les habían cambiado los nombres. Los llamaron Sadrac, Mesac y Abednego. Los tres eran muy amigos de Daniel, un auténtico gigante de fe. Pero, ahora que su vida corría peligro, él no estaba presente y no iba a poder ayudarlos. ¿A qué prueba se enfrentaron?
Un día, Nabucodonosor organizó una gran ceremonia para inaugurar una estatua que había construido. ¡La estatua era enorme! Medía casi 3 metros de ancho (8,8 pies) y era tan alta como un edificio de 9 plantas. El rey ordenó que todos los que trabajaban para el Gobierno asistieran a la ceremonia. Así que, como los tres hebreos tenían que obedecer el decreto real, fueron a la inauguración.
Imagínese el silencio sepulcral que hubo cuando un heraldo o mensajero del rey anunció lo que iba a pasar y lo que los asistentes debían hacer. Primero se escucharía una música, probablemente para despertar las emociones de los presentes. Luego todos tendrían que “caer de rodillas y adorar la estatua”. Ahora bien, los tres jóvenes hebreos sabían perfectamente que Jehová prohíbe la idolatría (Éx. 20:4, 5). ¿Qué harían entonces?
Mientras todos los miraban, los tres tuvieron que decidir si adorarían a un ídolo o se enfrentarían a la muerte
La música comenzó y todos al mismo tiempo cayeron de rodillas para adorar la estatua. Bueno..., todos no. Los tres jóvenes se quedaron de pie. Seguramente todas las miradas se fueron hacia ellos, y un grupo de caldeos aprovechó la oportunidad para acusarlos e incluso calumniarlos. Le dijeron a Nabucodonosor: “No te han mostrado respeto, oh, rey. [...] Ellos no sirven a tus dioses y no quieren adorar la estatua de oro que tú has levantado”. Enfurecido, el rey mandó traer a los tres jóvenes y les preguntó si esas acusaciones eran ciertas. Pero, antes de que pudieran responder, los amenazó. Les dijo que solo les daría una oportunidad más y que, si no se arrodillaban, serían “arrojados de inmediato en el horno de fuego”. Además, les aseguró que ningún dios podría rescatarlos.
Pero los tres lo tenían claro: no iban a cambiar de opinión. Así que le dijeron al rey que, si tenía que ser así —es decir, si tenían que ser arrojados al horno de fuego—, su Dios podría librarlos. Y añadieron: “Pero, incluso si no lo hace, oh, rey, debes saber que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has levantado”. Entonces Nabucodonosor se puso como un loco, se enojó todavía más. Ordenó que calentaran el horno mucho más de lo normal, que los ataran y que los arrojaran adentro. El horno estaba tan caliente que las llamas mataron a los hombres que llevaban a los tres hebreos.
Pero entonces Nabucodonosor vio algo que lo asustó muchísimo. Vio que allí, en medio de las llamas, ya no había tres hombres, sino cuatro. ¡Los cuatro iban caminando por el fuego como si nada! Además, el rey se dio cuenta de que el cuarto hombre parecía “un hijo de los dioses”. Luego se acercó al horno todo lo que pudo y les gritó que salieran.
¿Se imagina lo impresionados que debieron quedarse los presentes cuando vieron salir a los tres hebreos intactos? No había ni rastro del fuego ni en su cuerpo ni en su ropa. ¡Ni siquiera olían a humo! Además, ya no estaban atados. El poderoso Nabucodonosor no lo podía creer. Los elogió por ser fieles y obedientes a su Dios. Dijo: “Ellos confiaron en él”. Y añadió: “No obedecieron la orden del rey y estuvieron dispuestos a morir antes que servir y adorar a otro dios que no fuera su propio Dios”.
Este orgulloso rey ordenó que se le diera muerte a cualquiera que, en su reino, hablara en contra de Jehová. También ascendió a estos tres jóvenes a un puesto superior. Pero Jehová los honró de una forma mucho más especial: recordando el valor que mostraron. Por ejemplo, muchos siglos después, el apóstol Pablo habló por inspiración de los que “apagaron la fuerza del fuego” gracias a la fe espectacular que tenían. Y lo más seguro es que estuviera pensando en estos tres jóvenes valientes: Hananías, Misael y Azarías.
Lea el relato bíblico
¿Qué diría?
¿De qué maneras demostraron valor Hananías, Misael y Azarías?
Investigue un poco más
1. ¿Cómo confirman los descubrimientos arqueológicos que el relato de Daniel 3 es verídico? (w23.07 31). A
© The Trustees of the British Museum. Licensed under CC BY-NC-SA 4.0. Source. Modifications: Box added
Imagen A: Un ladrillo en el que está grabado el nombre de Nabucodonosor.
2. Al parecer, ¿qué significan los nombres babilonios que les pusieron a los tres hebreos? (dp 35 párr. 14).
3. ¿Cómo sabemos que Nabucodonosor era profundamente religioso? (dp 69 párr. 3). B
Imagen B: Nabucodonosor construyó y renovó templos de muchos dioses babilonios.
4. “Gente de todo pueblo, nación e idioma” adoró la imagen de Nabucodonosor aunque probablemente tenían sus propios dioses. ¿Por qué no tuvieron ningún problema en adorarla? (Dan. 3:7; dp 73 párr. 10).
Piense en las lecciones
Los tres hebreos obedecieron a Jehová en asuntos como la alimentación. Y, más tarde, permanecieron fieles cuando los amenazaron de muerte. ¿Qué nos enseña esto? (Luc. 16:10). C
Imagen C
¿Cómo podemos imitar las siguientes cualidades de los tres hebreos cuando se nos persigue? (Dan. 3:16-18).
Humildad
Apacibilidad
Lealtad
¿De qué maneras puede usted copiar el ejemplo de valor de estos tres hombres?
Vea el cuadro completo
¿Qué me enseña este relato sobre Jehová?
¿Cómo se relaciona este relato con el propósito de Jehová y el tema principal de la Biblia?
¿Qué me gustaría preguntarles a Hananías, a Misael y a Azarías cuando resuciten?
Para saber más
¿Cómo puede un cristiano ser respetuoso sin dejar de ser neutral durante una ceremonia patriótica?
Imagine que usted es uno de los tres jóvenes hebreos y descubra qué más puede aprender de este relato.
“Rescatados de las llamas” (“Actividades para estudiar la Biblia”, sección de jw.org)