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Ayuda para entender la Biblia
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INSTALACIÓN

La investidura del sacerdocio para desempeñar ese puesto. Aarón y sus hijos fueron escogidos de la familia qohatita de la tribu de Leví para servir como sacerdotes en Israel. (Éxo. 6:16, 18, 20; 28:1.) La ceremonia de instalación duró siete días, al parecer del 1 al 7 de Nisán del año 1512 a. E.C., mientras que el pueblo de Israel estaba acampado al pie del monte Sinaí, en Arabia. (Éxo. 40:2, 12, 17.) Por ese entonces, se acababa de terminar la tienda de reunión, que había sido erigida el primer día del mes. Jehová había escogido a la familia sacerdotal, y ahora se le ordenó a Moisés, el hermano de Aarón, como mediador del pacto de la Ley, que efectuase la ceremonia de santificación e instalación del sacerdocio. Las instrucciones para el procedimiento se dan en el capítulo 29 de Éxodo, y el relato de cómo Moisés llevó a cabo la ceremonia aparece en el capítulo 8 de Levítico.

En el transcurso del primer día, con la presencia de Jehová representada por la columna de nube encima del tabernáculo (Éxo. 40:33-38), Moisés reunió todo lo necesario para el sacrificio: el toro, los dos carneros, la cesta de tortas no fermentadas, el aceite de la unción y las prendas de vestir sacerdotales. Tal como se le había dicho, convocó a la congregación de Israel, lo cual probablemente quería decir a los hombres de mayor edad como representantes de toda la congregación, para que se reuniesen a la entrada de la tienda de reunión, fuera de la cortina que rodeaba el patio. Puesto que evidentemente ellos pudieron observar lo que acontecía en el patio, es probable que se quitase la pantalla de la puerta de entrada, pantalla que alcanzaba casi los 9 m. de anchura. (Lev. 8:1-5; Éxo. 27:16.)

Moisés lavó a Aarón y a sus hijos, Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar (o les ordenó que se lavasen) en la palangana de cobre que estaba en el patio, y luego colocó sobre Aarón las prendas de vestir gloriosas de sumo sacerdote. (Núm. 3:2, 3.) Ataviado ahora con hermosas prendas de vestir, Aarón recibió las vestiduras que representaban las cualidades y responsabilidades de su cargo. Después, Moisés ungió el tabernáculo, todo el mobiliario y sus utensilios, así como el altar de la ofrenda quemada, la palangana y los utensilios relacionados con este servicio. Con este procedimiento, todo lo mencionado fue santificado y reservado para el uso y servicio exclusivo de Dios, para lo cual se habría de emplear a partir de aquel momento. Finalmente, Moisés ungió a Aarón por medio de derramar el aceite sobre su cabeza. (Lev. 8:6-12; Éxo. 30:22-33; Sal. 133:2.)

TORO DE LA OFRENDA POR EL PECADO

A continuación, Moisés vistió a los hijos de Aarón, después de lo cual hizo que tanto Aarón como sus hijos pusiesen sus manos sobre la cabeza del toro de la ofrenda por el pecado. Esta acción significó el reconocimiento de que la ofrenda era a favor de ellos, la casa sacerdotal. Después de degollar al toro, Moisés puso parte de la sangre sobre el altar y vertió el resto en la base del altar, lo que simbolizaba la limpieza de la contaminación debida a la naturaleza pecaminosa de los sacerdotes cuando oficiaban en el altar. La sangre que se ponía sobre los cuernos del altar significaba que el poder de los sacrificios se hallaba en la sangre derramada de la víctima. (Heb. 9:22.) De igual manera, se requería que se salpicase el altar a la hora de presentar otras ofrendas. (Lev. 1:5, 11; 3:2; 4:6; 16:18.) Hay que notar, sin embargo, que ya que este era el ‘día de ordenación’ para el sacerdocio y no el día nacional de expiación por los pecados, la sangre del toro no se introducía en el Santísimo. (Véase Levítico 16:14.) Como en el caso de otras ofrendas por el pecado, se colocaban sobre el altar la grasa de los intestinos, el apéndice del hígado y los dos riñones con su grasa. (Lev. 4:8-10, 20, 26, 31.) El resto del toro, con su piel y estiércol, era llevado fuera del campamento por uno de los sacerdotes a fin de quemarlo. (Lev. 8:13-17.)

CARNEROS PARA EL SACRIFICIO

Luego, Aarón y sus hijos colocaron sus manos sobre el carnero de la ofrenda quemada, tras lo cual fue degollado y se salpicó sobre el altar parte de su sangre. Posteriormente, el carnero fue cortado en trozos, lavado y quemado sobre el altar, pero no el estiércol y la piel. (Lev. 7:8.) Así como este carnero de la ofrenda quemada se ofrecía completamente y no se retenía nada para que lo consumiese ningún humano, de la misma manera esos sacerdotes quedaban completamente santificados para el servicio sacerdotal santo de Jehová. (Lev. 8:18-21; compárese con Levítico 1:3-9.)

Después que los sacerdotes hubiesen colocado sus manos sobre él, fue sacrificado el otro carnero, el “carnero de la instalación”. En este caso, la sangre se usó de manera diferente: parte se puso sobre el lóbulo de la oreja derecha, el dedo pulgar derecho y el dedo gordo del pie derecho de Aarón y de sus hijos; por lo tanto, las facultades que representaban esos miembros tenían que usarse plenamente al ofrecer sacrificios. El resto de la sangre, Moisés la salpicó sobre el altar. (Lev. 8:22-24.)

La grasa que se hallaba alrededor de los órganos del carnero, antes de que fuese ofrecida de la manera habitual, se colocó, junto con cada una de las tres clases de tortas no fermentadas que se hallaban en la cesta, sobre la pierna derecha. Entonces, todo esto se puso sobre las palmas de Aarón y de sus hijos, y luego Moisés lo meció delante de Jehová, poniendo al parecer sus manos debajo de las de los sacerdotes para poder hacer dicho movimiento. Esto significaba que sus manos estaban ‘llenas de poder’, es decir, llenas de dones de sacrificio, así como completamente equipadas y con poder para ofrecer sacrificios. Así se les mostró que estaban autorizados, no solamente para ofrecer las porciones de grasa sobre el altar, sino también para recibir dones para su sustento, lo cual constituía una abundante provisión de Jehová para su sacerdocio. La parte del carnero que se mecía, la pierna derecha, era la que normalmente se destinaba como su porción al sacerdote que oficiaba. (Lev. 7:32-34; Núm. 18:18.) En esta ocasión, toda la ofrenda se consumió sobre el altar. Así pues, al mismo tiempo, la ofrenda era presentada (mecida) delante de Jehová y ofrecida, como reconocimiento de que todo aquello era un don de Jehová para el sacerdocio. (Lev. 8:25-28.)

Moisés, que actuaba como sacerdote durante el servicio de instalación, recibió entonces su porción: el pecho del carnero de instalación, después de haberlo presentado como ofrenda mecida. (Lev. 8:29; véase también Éxodo 29:26-28.)

Parte de la sangre del carnero y del aceite de la unción (al parecer mezclados) se salpicó sobre Aarón y sus hijos, así como sobre sus vestiduras, a fin de santificarlos. Además, todo esto identificaba el puesto que ocupaban al ofrecer sacrificios como algo dirigido por el espíritu de Dios. No se dice que los hijos de Aarón fuesen ungidos por medio de derramar aceite sobre la cabeza, como en el caso de su padre. (Lev. 8:30.)

La parte del carnero que no había sido quemada sobre el altar o dada a Moisés ahora tenía que cocerse, y Aarón y sus hijos tenían que comerla, junto con las tortas que aún quedaban en la cesta, a la entrada de la tienda de reunión. Todo el alimento que sobrase, tenía que quemarse a la mañana siguiente. De esta manera se enfatizaba la limpieza y también se recalcaba lo completo de su santificación y de su servicio (debido a que lo que se comía no llegaba a estar en estado de putrefacción ni se ponía rancio, y los restos eran completamente destruidos). Es de notar también que no había levadura en las tortas. (Lev. 8:31, 32; Éxo. 29:31-34.)

CONCLUSIÓN DE LA INSTALACIÓN

La instalación duró siete días, y hasta que esta ceremonia no hubo terminado, los sacerdotes no podían desempeñar sus funciones en el sentido más completo. A lo largo de los seis días que siguieron a la investidura y ordenación por medio del mediador Moisés, los sacrificios tenían que ofrecerse de la siguiente manera: cada mañana y cada tarde un carnero joven, con una ofrenda de grano y una libación de vino, como ofrendas quemadas. Durante los siete días, día y noche, los sacerdotes, recién ordenados, tenían que ocupar puestos de guardia a la entrada de la tienda de reunión, guardando “la vigilia obligatoria de Jehová”, para que no muriesen. (Lev. 8:33-36; Éxo. 29:35-42.)

En el octavo día, completamente equipados e instalados en su puesto, los sacerdotes oficiaron (sin la ayuda de Moisés) por primera vez, efectuando un servicio de expiación por la nación de Israel. El pueblo de Israel necesitaba esta limpieza, no solo debido a su pecaminosidad natural, sino también a su reciente desobediencia con relación al becerro de oro, lo cual había traído el disfavor de Jehová. (Lev. 9:1-7; Éxo. 32:1-10.) Cuando concluyó este primer servicio de los sacerdotes que habían sido investidos recientemente, Jehová manifestó su aprobación y les confirmó en su puesto al enviar fuego milagroso desde la columna de nube encima del tabernáculo, devorando el resto del sacrificio que estaba sobre el altar. (Lev. 9:23, 24.)

La Biblia no hace mención de una ceremonia de instalación para los sucesores de Aarón. Por lo visto, un único servicio de instalación fue suficiente para colocar a la casa de Aarón y a todos sus descendientes varones en su puesto sacerdotal una vez por todas, para continuar hasta tiempo indefinido, hasta la instalación en su puesto del verdadero y eterno Sumo Sacerdote Jesucristo. (Heb. 7:12, 17; 9:11, 12; véanse SACERDOTE; SUMO SACERDOTE.)

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