Los testigos de Jehová en Siria
En una aldea muy alta y retirada en las montañas de Siria se organizó una compañía hace cuatro años. De vez en cuando hermanos enviados desde la sucursal iban a visitarla, y en un caso hasta 500 personas asistieron a un discurso público. Para una aldea pequeña, que cuenta con unos 800 residentes, esto quiere decir que casi las dos terceras partes de la gente vinieron a oír la conferencia. Había tres iglesias sectarias en la aldea, pero por falta de concurrencia la iglesia protestante fué cerrada. Las otras dos no tienen muchos asistentes. El predicador protestante nunca se había manifestado amigable para con los testigos, pero de vez en cuando los hermanos lo visitaban. No pasó mucho tiempo antes que él estuviera escuchando, haciendo preguntas y leyendo la literatura.
Cuando el siervo de circuito sirvió a esa compañía, fué con los hermanos a visitar al predicador, y esa semana él asistió a todas las reuniones. El domingo él acompañó al siervo de circuito de puerta en puerta y se mostró deseoso de hablar en muchas de las visitas. Cuando él invitaba a la gente para que vinieran al discurso público, le preguntaban, “¿Dónde se va a pronunciar, en la iglesia?” Él contestaba, “No, ¡en el Salón del Reino de los testigos de Jehová!” Algunas personas empezaron a censurarlo porque ahora se asociaba con los testigos, y le preguntaron, “Después de haber sido usted predicador por treinta años, ¿cómo puede unirse a estos principiantes insignificantes? ¿Qué cosa pueden enseñarle estos niños a usted?” Él contestó, “Aun el más pequeño de ellos me ha mostrado y enseñado cosas en la Biblia que yo no sabía.” Pero sus críticos le contestaron, “Usted va a perder todo su prestigio como predicador respetable en la comunidad.” En respuesta él les dijo, “No obstante le doy gracias a Dios porque he sido iluminado y he llegado a conocer la verdad.”
Ha hecho las veces de presidente en dos conferencias en la aldea y esto ha sido un testimonio muy conmovedor para todos en esa área. Algunos han predicho que quizás todos en la aldea ahora lleguen a ser testigos de Jehová. La compañía en esta aldea ha progresado asombrosamente durante el año, con 31 personas siendo bautizadas. La compañía tiene 50 publicadores, un aumento del 100 por ciento sobre el número del año pasado, y tiene como promedio 80 concurrentes en todas las reuniones.
Las autoridades gubernamentales en la sección de Siria donde se encuentra esta compañía se enteraron de este aumento numérico. Enviaron una noticia a los hermanos declarando que ya no se les permitiría reunirse. No obedecieron esta orden de modo que los miembros representativos de la compañía fueron procesados. La acusación hecha en su contra fué de que eran un partido político projudío funcionando bajo manto religioso. En el juicio los hermanos tuvieron un musulmán como su abogado, quien dió un buen testimonio ante el tribunal, explicando claramente la obra de los testigos de Jehová y negando el cargo hecho contra ellos y probando que era infundado y por lo tanto falso. El juez, también un musulmán, al declarar la causa sin lugar dijo, “Yo he hallado que los testigos de Jehová son los únicos cristianos verdaderos.”
La obra en Siria está bajo vigilancia continua y a menudo los hermanos son investigados. A Siria no le falta mucho para ser un estado policíaco; tal vez esto se deba a sus dificultades políticas internas, sus choques fronterizos y disputas con Israel. Al viajar por el país. uno constantemente es confrontado con bloqueos en los caminos donde uno es registrado e investigado para ver si están en orden sus papeles de viaje. Una precursora especial fué enviada a Damasco, la capital, y después de haber trabajado unos tres meses en esa ciudad, colocando unos 60 libros cada mes, fué detenida e investigada por la policía. La pusieron en libertad, pero después de eso por unas cuantas semanas la seguía constantemente un policía secreto. Al fin la detuvieron de nuevo, esta vez llevándola a la estación de policía e hicieron una investigación cabal, y entonces se le dijo que partiera de Damasco inmediatamente, tomando un autobús para Líbano. Ni siquiera le dieron tiempo para juntar sus cosas, sino que la policía la llevó al autobús, la colocó en un asiento y esperó hasta que salió el autobús para estar seguro de que se iba en él. A la policía y otras autoridades responsables se les dió un testimonio cabal respecto al índole verdadero de nuestra obra.
A principios del año el siervo de sucursal y otros tres hermanos hicieron un viaje de 750 millas por toda Siria, yendo hacia el norte casi hasta la frontera turca. Personas interesadas aisladas fueron visitadas y en varias ciudades y pueblos se pronunciaron discursos en casas particulares. Se hizo un buen examen del campo sirio, el cual reveló el enorme trabajo que todavía hay que hacer para hallar y alimentar a las “otras ovejas”. Casi al fin de su viaje, mientras estaban en cierta aldea, el grupo fué arrestado, indagado y detenido veinticuatro horas. Durante este tiempo se preparó para el gobierno un largo informe escrito acerca de ellos y su organización, y esto después que las autoridades hubieron examinado la literatura cuidadosamente. Después de todas las interrupciones e investigaciones, el gobierno sirio debería saber algo ahora, si no lo sabía antes, acerca del trabajo y la organización de los testigos de Jehová.—Del 1952 Yearbook of Jehovah’s Witnesses.