¿Puede disculparse el contemporizar?
UNA de las características de este siglo veinte es el espíritu de contemporizar. El egoísmo, siempre dispuesto a seguir el camino más fácil, ha hecho de la integridad personal una cosa rara. La tentación del dinero fácil ha corrompido a políticos y ha hecho que hombres de negocios y de profesión echen a un lado su ética. La tendencia popular también ha arrastrado consigo a la gran mayoría de los cristianos profesos. En estados totalitarios a los que profesan ser seguidores de Cristo a menudo se les oprime para hacerlos contemporizar o apostatar.
Refiriéndose a este asunto, el Dr. Carlos W Ranson, prominente eclesiástico presbiteriano, en un banquete dado por el Concilio de Iglesias de Wáshington e Idaho del Norte, declaró: “Hay una iglesia cristiana en China aunque nunca hay garantías de que la iglesia no será destruída. Bien puede que haya apostasía en la iglesia en China, pero ¿qué derecho tenemos de juzgar nosotros que jamás hemos conocido la persecución?”—El Daily Chronicle de Spokane, 24 de febrero de 1953.
Ante todo preguntemos, ¿Cómo es que el Dr. Ranson y sus oyentes del Concilio de Iglesias de Wáshington e Idaho del Norte ‘jamás han conocido la persecución’? ¿No dijo claramente Jesús a sus seguidores: “Ustedes serán aborrecidos por toda la gente por causa de mi nombre”? ¿No amonestó que ellos recibirían el mismo trato que él había recibido? ¿que como el mundo lo odió a él los odiaría a ellos? (Mat. 10:22-25; Juan 15:17-21, NM) Y ¿no aseguró Pablo a los cristianos que sería por medio de muchas tribulaciones que ellos entrarían al reino de Dios, y que “todos los que deseen vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos”? (Hech. 14:22; 2 Tim. 3:12, NM) Algo anda mal. O Cristo y Pablo están equivocados tocante a lo que un cristiano debe esperar, o algunos están profesando ser cristianos sin las marcas identificadoras del cristianismo verdadero.
No hay duda acerca de ello, la monstruosidad totalitaria ejerce gran presión sobre los que quieren atenerse a sus principios cristianos. Pero ¿puede decirse verdaderamente que son cristianos si no siguen a Cristo Jesús? Él no contemporizó. A pesar del rigor de la prueba que estaba arrostrando—y tiene que haber sido severa, de otra manera no hubiera orado: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa”—no consideró el ceder, sino que expresó su determinación de permanecer fiel en el caso de que su Padre requiriera que él bebiera esa copa: “Padre mío, si no es posible que ésta pase de mí sin que la beba, hágase tu voluntad.”—Mat. 26:39, 42, NM.
En vez de considerar el contemporizar, él pidió ayuda a su Padre de manera que él pudiera mantener su integridad: “En los días de su carne Cristo ofreció súplicas y también peticiones al que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas, y fué oído favorablemente por causa de su temor piadoso. Aunque era Hijo, aprendió la obediencia de las cosas que padeció.” (Heb. 5:7, 8, NM) ¡Ese es el modelo que deben seguir los cristianos!
Y los apóstoles siguieron ese modelo. Ellos igualmente rehusaron ceder a las opresiones y apostatar. Cuando los funcionarios públicos demandaron que dejaran de predicar, ellos expusieron claramente: “Si es justo a la vista de Dios escucharles a ustedes más bien que a Dios, hagan ustedes su decisión. Pero en cuanto a nosotros, no podemos dejar de hablar acerca de las cosas que hemos visto y oído.” Y otra vez: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.”—Hech. 4:19, 20; 5:29, NM.
El contemporizar es contemporizar, ya sea que lo hagamos nosotros o que otros lo hagan, y jamás podemos verlo con ecuanimidad como si a veces hubiera circunstancias atenuantes. El que sostengamos que es disculpable el que otros transijan es suministrar justificación para nuestra propia vacilación y apostasía en tiempos de aprieto. No podemos dejar un lugar tan vulnerable en nuestra armadura espiritual. Igual que los apóstoles tenemos que estar determinados a obedecer a Jehová más bien que a los hombres; y eso lo podemos hacer si nos dirigimos a Jehová por ayuda y le tememos a él y no al hombre.
La integridad cristiana puede mantenerse a pesar de la opresión totalitaria, y está siendo mantenida por los siervos de Jehová por todo el mundo. Considere a los siervos de Jehová en la Alemania oriental. Aunque constantemente son espiados y amenazados, aunque no pueden visitarse sin primero asegurarse de que nadie los sigue, aunque el ser descubiertos con literatura de la Wátchtower en posesión de uno significa dos o tres años en la cárcel por “distribución de literatura de instigación,” y aunque cientos de los hermanos más maduros, los que habían estado llevando la delantera, se hallan en la cárcel, no obstante, los siervos de Jehová en la Alemania oriental siguen predicando.
Como resultado los hermanos allí se encuentran en la mayor unidad unos con otros, siempre listos para ir en ayuda de alguno en circunstancias difíciles; la impureza ha sido removida de ellos, y su obra predicadora ha prosperado. Y ¿ha bendecido Jehová sus esfuerzos? Claro que sí. El Yearbook de los testigos de Jehová para 1953 dice que a pesar de todos los obstáculos, el número de ministros de Jehová en la Alemania oriental durante 1952 aumentó el 33 por ciento sobre el año anterior.
No sólo es éste el caso en la Alemania oriental. La obra en la República Dominicana presenció un aumento a pesar de persecución tan severa que en una ocasión más de la tercera parte de los siervos de Jehová se halló en la cárcel durante el año pasado. También en Yugoeslavia ha habido un aumento a pesar de la persecución, proscripciones y encarcelaciones. Y en la Polonia de cortina de hierro en los años pasados se ha visto un aumento maravilloso, aunque ninguna actividad pública se permite y muchos testigos están encarcelados. Dado que se permiten los funerales, éstos se usan para dar el testimonio, asistiendo a un funeral tantas como 500 personas. Más ejemplos podrían citarse.
El gran Juez, Cristo Jesús, lejos de disculpar a los contemporizadores, ‘los vomitará de su boca.’ (Apo. 3:16, NM) Pablo da buen consejo a todos los cristianos deseosos de mantener integridad, en Hebreos 13:5, 6 (NM): “Que su manera de vivir sea exenta del amor al dinero, estando contentos con las cosas presentes. Puesto que él ha dicho: ‘De ninguna manera te dejaré ni te abandonaré.’ Para que podamos ser de buen ánimo y decir: ‘Jehová es mi ayudador; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?’” ¡El contemporizar no puede disculparse!