Poniéndose de parte de la opinión popular
El mezclarse en la política puede poner a una religión en una situación embarazosa. Tome, por ejemplo, el caso de hace 144 años cuando el sacerdote católico Miguel Hidalgo y Costilla estuvo dirigiendo la guerra de México por su independencia. España, de la cual México quería libertarse, era especialmente católica, y la Jerarquía se puso de parte de ella. Cuatro obispos dispararon contra Hidalgo la más fuerte excomunión en el canon, Si quis suadente diabolo, y el arzobispo les dió su apoyo.
Ahora, sin embargo, Hidalgo es un héroe nacional y el año pasado México estaba celebrando el segundo centenario de su nacimiento. A las autoridades católicas se les retó a hacer una declaración oficial en cuanto a si la proscripción todavía estaba en vigor, y los escritores católicos estaban tratando de explicar que ya que los obispos pasaron por alto algunos asuntos técnicos, su acción no era válida y la excomunión nunca estuvo en realidad en vigor.