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  • “Un santo exhibido”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
w54 1/4 pág. 219

“Un santo exhibido”

La revista Life del 13 de enero de 1953, en un relato gráfico bajo el encabezamiento dado arriba, contó de la exhibición de los restos de Francisco Javier, en la pequeñita colonia portuguesa de Goa en la India. Javier murió en diciembre de 1552 y fué canonizado como santo católico romano setenta años más tarde, en 1622. En esta reciente exhibición de su cuerpo, señalando el aniversario cuatrocientos de su muerte, miles de peregrinos, en su mayor parte de la India, vinieron a adorarle y besarle los pies. Se alega que el cuerpo está en un notable estado de conservación, y para conservarlo todavía más esperan sellarlo herméticamente en un enorme sarcófago de plata con vidrieras.

No todo el cuerpo de Javier yace en este ataúd de plata. Life dice que el brazo derecho fué cortado en 1614 y desmembrado; el antebrazo fué llevado a Roma, a un altar especialmente construido, y el resto de él fué enviado al Lejano Oriente. En un comentario sobre una fotografía que muestra a un peregrino inclinándose para besar el pie de Javier, se nos dice que el sacerdote sostenía el pie “para impedir la repetición del incidente de 1554 cuando Isabel de Carone mordió el dedo pequeño del pie derecho arrancándolo. Finalmente ella devolvió parte del dedo. Se guarda en un pequeño relicario de plata [es decir, en un pequeño recipiente de plata por separado]. Pero el resto del dedo todavía está en posesión de la familia de Doña Isabel en Portugal.” De esta manera tenemos parte de los bien conservados restos de Javier en Goa, India, parte en Roma, parte en Portugal y parte en el Lejano Oriente; y dondequiera se les venera.

¿Por qué esta veneración de los restos de Javier? Porque ha sido designado uno de los “santos,” quienes, en el estricto sentido católico romano de la palabra, son “los que han recibido la aprobación oficial de la Iglesia para veneración pública, dándose esta aprobación debido a las vidas santas y virtuosas que estas personas llevaron sobre la tierra, y la atestación de Dios por medio de milagros certificados obtenidos mediante su intercesión.”—Catholic Almanac.

Y ¿por qué fué designado Javier un “santo”? Porque, de acuerdo con la Catholic Enoyclopedia, fué ‘el más eminente misionero desde los apóstoles, mostró gran celo, ejecutó milagros maravillosos y trajo un número muy grande de almas a la Iglesia Católica.’

¿Encontramos algún precedente en las Escrituras para tal veneración de los restos de cualquier criatura humana, prescindiendo de lo que sus obras puedan haber sido? En lo que toca a la ley que Dios dió a los israelitas, un cuerpo muerto era inmundo y todo el que lo tocaba era inmundo. (Núm. 9:10) Su más grande profeta fué Moisés, pero, lejos de autorizar a los israelitas a adorar su cuerpo, Dios mismo dispuso de él, con lo cual evitó que lo veneraran aun si hubieran deseado hacerlo.—Deu. 34:6; Judas 9.

Ciertamente la congregación cristiana primitiva tuvo sus trabajadores fieles, ejecutores de milagros y mártires, tales como Esteban y el apóstol Santiago, pero ¿se nos da aunque sea una indicación indirecta de que sus restos hayan sido venerados? Sin entrar en una discusión tocante a la validez de los milagros atribuidos a Francisco Javier, no puede haber duda de que Pablo hizo aun mayor obra misionera y ejecutó más milagros, no obstante no existe registro de que su cuerpo haya sido venerado. No podemos evadirlo, la veneración dirigida a la criatura, ya sea muerta o viva, y prescindiendo de cuán buena haya sido, detrae de dar adoración correcta a Jehová Dios y por lo tanto ha de ser condenada. “Aun a aquellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira y veneraron y rindieron servicio sagrado a la creación más bien que a Aquel que creó, que es bendito para siempre. Amén.”—Rom. 1:25, NM.

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