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  • El hombre creado con impulso de adorar
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
w54 1/9 págs. 515-517

El hombre creado con impulso de adorar

EXISTE una gran sima entre el hombre y los animales inferiores. No hay material fidedigno siquiera para comenzar a construir un puente evolucionario que llegue de un lado a otro de la sima. La Biblia en su relato de la creación indica que la posición del hombre había de ser sobresaliente, registrando estas palabras dichas por el Hacedor del hombre, Jehová Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, de acuerdo con nuestra semejanza, y que tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal reptante que se arrastra sobre la tierra.”—Gén. 1:26, NM.

Jehová dió al hombre responsabilidad. Sólo estaría capacitado para ella una criatura inteligente, una criatura que poseyera sabiduría para cumplir con la tarea, justicia para cumplirla con imparcialidad, amor para hacerlo altruístamente y para el bien de los que le hubieran sido encargados, y poder para efectuar la asignación. Estos son atributos que pertenecen a Jehová Dios, no a ninguna criatura terrestre que él hubiera hecho anteriormente, y por eso es que el registro muestra que el hombre fué hecho a la imagen de Dios. El hombre, diferente a las otras criaturas terrestres, tenía la habilidad de razonar, determinar lo bueno y lo malo, manifestar conciencia, demostrar amor, y ejercer dominio inteligente sobre las otras creaciones terrestres, y mediante ello podía reflejar los atributos de Jehová y representarlo sobre la tierra. Apreciando estas bendiciones y teniendo la cualidad de gratitud amorosa, el hombre inteligentemente adoraría a su Creador. El fué creado con el deseo de adorarlo. Se sentiría impulsado a expresar el amor que le tenía a su Creador. Esta necesidad de adorar también se siente sólo por el hombre de entre toda la creación terrestre, lo que suministra todavía otro factor a la sima entre el hombre y cualquier otro animal.

Los hombres usan esta facultad hasta este día. Muchos la usan mal, pero se usa. Pueden sentirse demasiado elevados para adorar a Dios. Hasta pueden creer que el admitir que creen en Dios sería indigno de su intelecto. No obstante tienen en ellos este impulso, y si no se satisface de la manera correcta se ejerce de alguna manera incorrecta. Adoran algo. Muchas veces estas personas se adoran a sí mismas, adoran su propia voluntad, su propio cerebro, su ciencia o arte, su música o literatura, o aun su filosofía de ateísmo llega a ser su religión. Ninguna de estas cosas son substitutos satisfactorios de Dios y representan una deterioración más bien que un progreso. Algunos científicos y doctores están comenzando a ver la insensatez de la expulsión estudiosa de Dios por los modernos.

En la revista Woman’s Home Companion para abril de 1954 hubo un artículo intitulado “Nacemos para creer.” Fué escrito por el Dr. Kline, de la Universidad de Viena, Austria, y acerca del Dr. Víktor Frankl del personal docente de esa universidad y también presidente de la Sociedad Austríaca de Psicoterapia Médica. El subtítulo del artículo decía: “Todos sentimos un impulso hacia Dios tan poderoso como nuestros instintos hacia el sexo y el hambre, dice una osada escuela nueva de pensamiento psiquiátrico.” Extractos del artículo se dan a continuación.

“En la opinión de esta escuela, la supresión moderna de nuestra necesidad de religión crea mucha de la frustración y tensión de este mundo puesto en peligro por el átomo. Mata nuestra oportunidad de llevar vidas felices, que tengan propósito determinado.

“Hoy cuando la mayor parte de los hombres y las mujeres ha vencido su timidez acerca de emociones sexuales, está crecientemente afligida por su supresión de sentimientos religiosos. Está reemplazando la timidez del sexo con la timidez de Dios.

“Si los hombres y las mujeres reconocieran lo necesario que les es una creencia en Dios y en otro motivo para vivir que el de sus placeres personales, esta nueva escuela dice, podrían hallar tranquilidad de ánimo y felicidad. . . .

“La creencia del Dr. Frankl es sencilla: Los hombres y las mujeres no sólo son impulsados por el sexo y la ambición sino también por una necesidad dominante de Dios. Tienen que vencer la noción del día moderno de que la religión y Dios no son necesidades verdaderas y que no es propio del que se considera sabio buscarle un aspecto espiritual a la vida.

La religión, como el galanteo, dice el Dr. Frankl, es una cosa íntima. Podemos esconder nuestros sentimientos recónditos acerca de Dios de otras personas, pero si los ocultamos de nuestra propia mente consciente suscitamos conflictos en nosotros mismos más mortíferos que los de la solterona de hace cincuenta años que se negaba a sí misma el que los hombres le eran atractivos.

“‘El negar el aspecto espiritual de la naturaleza de uno le causa gran violencia,’ dice el Dr. Frankl. ‘He conocido muchos casos donde los pacientes que estaban dispuestos a revelar sin vergüenza todo detalle de sus historias sexuales enmudecieron cuando pregunté acerca de su vida espiritual.’ . . .

“Calcula que tres cuartas partes de la gente de Europa sufre de esta represión en alguna forma. El llama a la represión de lo espiritual ‘la verdadera patología de nuestra época.’ . . .

“‘Nuestra época es una de confusión intelectual, con un sentido de los valores desbarajustado. El materialismo está en su apogeo; y junto con él el indiferentismo. Pero nuestro tiempo también es un período de tragedia profunda y crisis política aguda. El recibir las sacudidas de las guerras y amenazas de guerra sin ninguna creencia religiosa para sostenernos es una tarea demasiado grande para los hombres,’ asegura el Dr. Frankl.

“‘En los siglos tranquilos y cómodos puede que haya personas que se imaginen que les es posible soportar la vida sin un significado superior; en nuestra época es imposible. El hombre tiene que tener una tarea moral. Tiene que ver su propia vida como llena de significado.

“‘La filosofía atea de décadas recientes ha desanimado a nuestra generación diciéndonos que nosotros somos las víctimas más o menos impotentes de nuestros sentimientos, de nuestros impulsos y nuestras tendencias sexuales por una parte, y por otra parte simplemente el producto de la herencia y el medio ambiente. La dignidad humana ha sido destruída.

“‘El hombre es más libre de lo que piensa. Mientras no menospreciemos nuestras capacidades humanas ni las estropeemos por bajos ideales limitados, hallaremos que nos es posible estar serenos en cualesquier circunstancias que la vida nos coloque. Los hombres modernos generalmente están bastante conscientes del hecho de que tienen instintos y tendencias sexuales inconscientes; pero muchos individuos modernos han olvidado que también son seres espirituales.’ . . .

“Hablando de los conceptos de su escuela, el Dr. Frankl dice: ‘Reconocemos que el hombre a menudo es más religioso de lo que piensa. Más hombres han entregado su vida por ideales espirituales que por amor sexual: ¿cómo, entonces, pueden los psiquiatras, con lógica, dar todo su énfasis a los incentivos sexuales y pasar por alto otros intereses que demuestran ser igual de fuertes?’”

Los animales pueden vivir sin adorar a Jehová, porque no fueron hechos con ese impulso. Pueden abstenerse de ello y no ser frustrados. Pero dado que los hombres son creados para adorar a su Hacedor, frustraciones desastrosas resultan cuando pasan por alto ese impulso. Frustrándose se degradan hasta llegar a ser “como animales irracionales nacidos naturalmente para ser cogidos y destruídos.” Rechazando lo espiritual, considerándose simplemente como animales biológicos, con el tiempo ellos participan del fin que corresponde a animales.—2 Ped. 2:12, NM.

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