La actividad ministerial de los testigos de Jehová
Informe tomado del “Yearbook” para 1955 (en inglés)
MÉXICO
Es un gozo ver como Jehová Dios guía a su pueblo en todas partes del mundo. Aquí, en México, al reunirse los del pueblo en compañías, crecen a la madurez y expresan a Jehová Dios su apreciación por el conocimiento que han recibido de su Palabra siendo muy activos en el campo. Conocen el valor de las publicaciones de la Sociedad y saben que hay que ir a todas partes del país para predicar las buenas nuevas del Reino. En el informe anual se relatan unas experiencias muy conmovedoras desde este país latino, y todos gozarán al leerlas, porque muestran cuán persistentes son los publicadores en predicar las buenas nuevas del Reino. La sociedad del Nuevo Mundo está en marcha.
“Tuvimos una buena asamblea en el Salón de Estudios Culturales recién construído por hermanos. Está bien construído y atractivo y ha llamado la atención de todos. El salón que anteriormente había estado en el mismo lugar era una vieja y dilapidada estructura de madera. El año pasado el arzobispo, con una compañía de católicos devotos, se detuvo frente al salón y por medio de una breve ceremonia con unas palabras en latín y ciertos ademanes pronunció una maldición sobre el salón. Se sorprendió mucho de ver el regio nuevo salón cuando pasó este año con su grupo, de regreso de la fiesta religiosa del 4 de mayo en un pueblo cercano. Bastó con una mirada. Ni siquiera se detuvo. Su maldición se había convertido en una bendición.—Neh. 13:2.
“Un miembro de la familia Betel nos cuenta de las experiencias que tuvo durante sus dos semanas como precursor de vacaciones: ‘Viajando a caballo, un precursor general y yo visitamos un pueblo donde habíamos avisado a los hermanos de antemano y encontramos a un grupo de 18 hermanos que habían tomado tres días libres de su trabajo para salir al servicio. Ha habido alguna oposición aquí, pero Jehová bendijo nuestros esfuerzos y la primera noche hubo 29 personas reunidas para oír el mensaje acerca del reino de Dios. La segunda noche hubo 39 y la tercera 64, entre ellos varios de los más destacados ciudadanos del pueblo. Ellos hasta formaron un comité para proteger a los testigos de Jehová, con armas si fuera necesario.
“‘El próximo pueblo que visitamos está en las montañas y es el centro de una secta llamada “Los Libres.” Estos rehusan ser identificados con la religión y no usan ninguna literatura fuera de la Biblia. Nos alojamos con una persona de buena voluntad, y cuando estábamos por salir a la obra el primer día, un comité de la iglesia nos encontró y nos pidió que dirigiéramos la palabra a su congregación esa noche. Aceptamos gozosamente. Tanto el patio como la casa estaban repletos. Mientras la conferencia “La gran señal de los tiempos” se iba presentando a la luz de una lámpara de kerosina, parecía que los ojos del auditorio iban a saltar de sus cuencas. Estaban asombrados. Nunca habían oído nada acerca de que los eventos del día moderno cumplieran las profecías bíblicas acerca del tiempo del fin, puesto que casi no hay medios de comunicación y ellos rehusan leer los periódicos. Uno de los ministros exclamó: “¡Cómo saben usar la Biblia los testigos de Jehová! Se nos había dicho que no usaban nada más que literatura.” La próxima tarde, nuestra última tarde en el pueblo, todo el mundo vino a la casa donde nos alojábamos, la casa de aquella a quien ellos llamaban la ‘ramera espiritual,’ puesto que ella recibe a cualquiera que hable acerca de la Biblia. Seguimos explicando la verdad bíblica y los propósitos de Jehová, terminando con nuestra pregunta a estas personas de buena voluntad: “¿Saben ustedes cómo los testigos de Jehová han aprendido tanto acerca de la Biblia?,” y nuestra propia respuesta: “Por medio del uso de la literatura de la Sociedad que vamos a ofrecerles ahora.” Con eso colocamos toda la literatura que teníamos. Siguieron preguntando hasta las 2 a.m., pero nadie siquiera se acordaba de que era tarde. Querían saberlo todo de una vez. Ahora espero pasar mis próximas vacaciones de la misma manera.’
“Una compañía anunció violencia alborotada en un pueblo en su territorio y dijo: ‘Cuando los publicadores llegaron por autobús para tener sus estudios, las campanas de la iglesia católica empezaron a tocar, lo cual dió la señal convenida de antemano para que la gente formara una turba. Armada con palos y machetes, la gente cerró el camino a las casas de las personas de buena voluntad, maltrató a los hermanos y finalmente los echó a pedradas del pueblo. Dos días más tarde el siervo de compañía acompañado por otros dos hermanos volvió para ver al presidente municipal (alcalde); y a la llegada de ellos en el autobús cerca de las 10 a.m. las campanas de la iglesia empezaron a repicar otra vez y, al mismo tiempo que los hermanos presentaban su caso ante el presidente municipal, una turba de unas mil personas, casi el pueblo entero, se reunió frente al Palacio Municipal pidiendo que les entregaran los hermanos para matarlos. Aparentemente las líneas telefónicas habían sido cortadas de modo que ningún contacto pudiera establecerse con las autoridades federales para que éstas mandaran el ejército, y solamente dos policías sujetaban a la muchedumbre en las puertas del palacio. El presidente municipal favoreció a los hermanos y vió la injusticia que se hacía y estaba enterado de que el sacerdote era quien agitaba todo el alboroto. Semejante a Gamaliel, se puso de parte de los hermanos e intrépidamente amonestó a la turba de que si se hacía daño alguno a los hermanos sería sobre su cadáver. Entonces puso a los hermanos en su propio auto, y, con cuatro comisionados recién juramentados como policías, comenzó a abrir camino a través del tumulto para llevar a los hermanos a la seguridad. Pero la turba detuvo el auto, clamando por la sangre de los hermanos. “¡Muerte a los ‘evangelistas’! ¡Viva para siempre la religión católica apostólica romana!” fueron sus gritos de batalla, y con eso trataron de alcanzar a los hermanos para sacarlos del auto. El presidente municipal les dijo que el ejército estaba en camino, y con muchas palabras persuasivas lograron salir del pueblo. El sacerdote siguió tocando las campanas todo el tiempo, tratando de agitar la muchedumbre hasta ponerla frenética para lograr que matara a los hermanos. “Éramos como los tres jóvenes hebreos en el horno ardiente y como Daniel en el foso de los leones,” informa el hermano, “pero Jehová estaba con nosotros, y, gracias a Él, estamos bien y listos para continuar con la asignación importante que tenemos de enseñar a la gente la verdad y el camino a la vida en el nuevo mundo de Jehová.”
“‘Después de recibir consejo de la Sociedad, un informe adecuado se hizo al gobernador del estado, presentando los datos y los nombres de los implicados, incluyendo el nombre y la parte tomada por el sacerdote local. Alrededor de ese tiempo el gobernador del estado viajaba por este pueblo donde ocurrió la dificultad, de modo que se detuvo y consiguió información de primera mano del presidente municipal. Por consiguiente él ordenó al sacerdote que saliera del pueblo y que no volviera. Cuando el arzobispo intervino de parte del sacerdote, se le increpó y la orden permaneció sin cambio. De modo que ahora los hermanos pueden continuar alimentando a las ovejas que han encontrado en la obra de alabanza diaria a Jehová.’
“Un evento sobresaliente del año fué la asamblea nacional celebrada en la Ciudad de México mientras el hermano Franz estaba aquí. Esta fué la primera asamblea de esta clase en muchos años. Vinieron hermanos desde todos los estados del país y de casi cada una de las 378 compañías, para componer una concurrencia de más de 7,000. Se apreciaron mucho las nuevas publicaciones puestas en distribución en español y también las tres conferencias de una hora que pronunció el vicepresidente de la Sociedad.”