No demasiado jóvenes para ‘escuchar y aprender’
De la siguiente experiencia conmovedora que relata un misionero de Corea se destaca que los niños pueden escuchar y aprender a una edad muy tierna: “Hace unos dos meses que tres muchachitos (de 5, 7 y 9 años de edad) empezaron a asistir a nuestras reuniones. Nunca faltaban y pronto los tres tenían su propia Biblia y Atalaya. A medida que se citaba un texto tras otro enterraban sus naricitas en su Biblia para seguir con los ojos la lectura del que leía en voz alta. Al principio ninguno de los hermanos parecía saber cosa alguna acerca de ellos. Yo traté de hablar con ellos varias veces, pero no pude lograr que me contestaran. Por fin nos enteramos de las circunstancias. Los padres de los chicos habían muerto durante la guerra y desde entonces ellos casi siempre han tenido que mirar por sí mismos. Viven juntos en un lugar pequeñito y el mayor es la ‘madre.’ Son chicos muy bien parecidos pero no tienen la apariencia de niños. Esto es cosa común aquí donde la guerra ha despojado a tantos de su niñez. El jueves pasado por la noche el de siete años de edad pronunció su primer discurso en la escuela del ministerio teocrático. Se veía muy arreglado, tan aseado que resplandecía, y se veía que los otros dos estaban orgullosos de él. Leyó como una flecha, como acostumbran hacerlo aquí, y el oír las palabras de vida salir de ese corazoncito tan precioso me costó una lágrima o dos. Después de la reunión hablé con los tres y les dije cuánto gusto le daba a Jehová darles la bienvenida a su ‘familia,’ y por primera vez los vi sonreírse.”