La actividad ministerial de los testigos de Jehová
Informe tomado del “Yearbook” para 1956 (en inglés)
HONDURAS
Número máximo de ministros predicando
1946: 29
1955: 447
Población: 1,608,000
Jesús declaró que la siega es grande pero que son pocos los trabajadores. Esto es cierto del país de Honduras. El espíritu de Jehová, sin embargo, llena el vacío a gran grado, porque la fuerza activa de Dios es lo que actúa en sus siervos y los hace lograr cosas que de otro modo parecerían imposibles. Con menos publicadores en el campo este año los hermanos dedicaron 15,000 horas más, consiguieron más suscripciones, colocaron más revistas sueltas, y hubo un espléndido aumento en el número de revisitas y estudios bíblicos. Los hermanos fieles de Honduras tuvieron algo que vencer. Fué la mala reputación que el siervo de sucursal anterior ocasionó a la obra y la corrupción que él trató de introducir en la organización de Jehová. Aunque este disturbio mantuvo detenida la obra, con una leve baja en el número de las personas que salían en la obra, los que eran fieles a Dios confiaron en que su espíritu les daría fuerzas para ayudarlos a dar un testimonio aun más grande para vencer el daño hecho por un solo hombre. A continuación se da el informe del presente siervo de sucursal, un informe muy interesante y que les gustará a todos.
“El pasado año de servicio vió muchos cambios en cuanto a organización aquí en Honduras, y al mismo tiempo un esparcimiento de la obra a otras áreas. Algo andaba mal aquí, ya que el país estaba en una condición agitada respecto a lo político y muchas personas estaban sin trabajo. En medio de todo esto se esperaba la visita del presidente de la Sociedad, el hermano Knorr, y se hicieron planes para celebrar tres grandes asambleas.
“Otra dificultad se estaba formando y estaba por estallar, y esto dentro de la organización de Jehová. Era una condición inmunda e inmoral en el nivel superior de la organización aquí en Honduras. El siervo de sucursal estaba cometiendo fornicación con una reconocida prostituta. Esto había estado aconteciendo durante muchos meses, como él más tarde confesó. Fué expulsado y devuelto a los Estados Unidos. Esto fué un poco antes de la visita del hermano Knorr a Honduras.
“Al tiempo que llegó el hermano Knorr se habían desarrollado ciertas dificultades políticas, y el gobierno que estaba en poder proscribió toda reunión pública. Pero se nos permitió celebrar reuniones en nuestros Salones del Reino, de manera que las asambleas planeadas se efectuaron, pero no hubo muchos asistentes a las reuniones. El hermano Knorr nos dió muchos consejos e instrucción maravillosos. Tuvo que nombrar un nuevo siervo de sucursal. También autorizó el nombramiento de más precursores especiales nativos y el establecimiento de un nuevo hogar misionero en territorio nuevo. Se nos dió el buen consejo de continuar fielmente a pesar de lo que hicieran otros. Esto se apreció mucho, y los misioneros se mostraron resueltos a continuar fielmente y a promover la adoración limpia aquí en Honduras.
“Un misionero informa acerca de un joven que aprendió la verdad, pero cuyo padre se le opuso enconadamente. Como el joven no deseaba causar dificultades, dejó los estudios y la concurrencia a las reuniones. Pero la verdad es demasiado fuerte y ardiente para que una persona sincera la deje así nada más. La paciencia de los misioneros dió resultados. Se iba a celebrar una asamblea en esa ciudad y hacía falta un letrero grande. Los misioneros fueron a la tienda del padre de este joven para comprar la tela. Él les atendió, aunque el padre trató de hacer la venta cuando vió a quiénes su hijo atendía. El hijo rehusó dejar que el padre hiciera la venta y hasta dijo que él les pintaría el letrero. En el hogar misionero declaró que él sabía quiénes eran sus verdaderos amigos. Les dijo que él iba a trasladarse a Nueva York, donde podría servir a Jehová sin tantos impedimentos, y hasta dijo que esperaba ser precursor algún día. Desde entonces los misioneros han recibido cartas de él en las que dice que le va bien y que pronto espera emprender el servicio de precursor.
“Otro misionero escribe: ‘Después de tratar sin éxito de obtener tiempo en la radio para nuestros programas, nos dimos por vencidos. Entonces de repente tuvimos un programa regular sin que lo supiéramos. Esto fué lo que sucedió: El administrador de la radiodifusora hizo arreglos para tener un programa diario llamado “La hora católica” a la hora de almuerzo; quince minutos del cual habían de dedicarse a la instrucción religiosa procedente de la Biblia o literatura bíblica. Cuando mandó a pedir que el sacerdote local participara, él rehusó, diciendo que estaba ocupado. Entonces se hizo otro esfuerzo, esta vez para conseguir una Biblia católica y leerla durante ese tiempo. El sacerdote rehusó, diciendo que no se interesaba en la educación bíblica y que si deseaban saber acerca de la Biblia tendrían que venir a él. Esto tanto disgustó al administrador de la radiodifusora que él dijo que si tal cosa no le interesaba al sacerdote él sabía a quien le interesaba. Consiguió de los testigos alguna literatura y comenzó a leerla en las transmisiones. Cuando los misioneros se enteraron de esto, se pusieron en contacto con él y le dieron material preparado para usar: “Cosas en que está pensando la gente.” El sacerdote pronto puso objeción a esto, pero el administrador de la radiodifusora le dijo: “Usted tuvo su oportunidad y la rechazó.” Está determinado a seguir con los programas.’
“Se está dando buen uso a la película ‘La Sociedad del Nuevo Mundo en Acción.’ En un pueblo, después de sólo dos horas de repartir hojas sueltas y a pesar de que el sacerdote local dijo a la gente que la película estaba prohibida a los católicos, de todos modos 417 personas vinieron a ver la película y la gente de este lugar aislado habló mucho sobre ella durante días subsiguientes. Este viaje tomó nueve horas por tren y no vive ningún testigo en el pueblo. El único que lo trabaja es el siervo de circuito.
“Durante este año nos extendimos a los pueblos más pequeños con nuestras asambleas de circuito, a pueblos donde son pocos los publicadores y pequeñas las congregaciones. La gente se asombra del tamaño de la organización, y se hizo la observación de que los testigos están por todas partes. Otros dijeron: ‘Ustedes deben volver muy pronto.’ Alguien se dirigió a un testigo que estaba desempeñando la obra con las revistas en la calle y le preguntó: ‘¿Puede usted venir a mi casa y estudiar conmigo?’”