Preguntas de los lectores
● ¿Peleó el apóstol Pablo con bestias salvajes en la arena, como parece ser probable en vista de 1 Corintios 15:32 (NM): “Si yo, como los hombres, he peleado con bestias salvajes en Éfeso, ¿de qué me aprovecha?”—M. H., Estados Unidos.
La Atalaya, del 15 de agosto de 1944, comentó acerca de este texto como sigue: “No hay razón para creer otra cosa que durante los años que el apóstol Pablo pasó en Éfeso fué prendido por sus enemigos y fué puesto en la arena para pelear con las fieras y fué librado milagrosamente por el Señor, tal como Daniel fué salvado de los leones.”
Desde Éfeso Pablo escribió a los corintios: “A mí me parece que Dios nos ha puesto a nosotros los apóstoles los últimos en exhibición como hombres asignados a la muerte, porque hemos llegado a ser un espectáculo teatral al mundo, tanto a los ángeles como a los hombres.” (1 Cor. 4:9, NM) Había un estadio en Éfeso y en su arena peleaban gladiadores mientras miles de personas miraban. A veces se tomaba a hombres designados a morir y se les ponía en exhibición haciéndoles hacerle frente a bestias salvajes en la arena, y de esta manera se ejecutaba la sentencia de muerte en contra de ellos, mientras multitudes presenciaban el espectáculo sangriento desde los asientos del teatro o estadio. Es muy posible que al apóstol Pablo se le haya hecho pasar por una prueba rigurosa de esta clase, excepto que fué librado milagrosamente de las bestias salvajes, así como en otra ocasión él fué salvado de daño cuando lo mordió una víbora, y tal como Daniel fué salvado del foso de los leones.—Hech. 28:3-6.
Muchos sostienen que Pablo hablaba figurativamente cuando se refirió al pelear con bestias en Éfeso, sosteniendo que él quiso decir sus conflictos con hombres bestiales, brutos, que se oponían a su obra de predicación. Ellos dicen que un ciudadano romano como Pablo difícilmente hubiera sido echado a la arena. También, que si hubiera ocurrido un evento tan sobresaliente como el ser salvado de la arena Pablo lo habría mencionado más específicamente y Lucas lo habría detallado en los Hechos de los Apóstoles. Hay una posibilidad de que Pablo estuviera hablando figurativamente y de que las bestias a que hace referencia fueran sus opositores humanos.
No obstante, el silencio en sí mismo de parte de Lucas no refuta una salvación literal, y difícilmente puede decirse que Pablo no la mencionó, en vista de sus palabras en 1 Corintios 4:9, y más especialmente su comentario posterior en 15:32. Es posible que él no haya dado detalles en esta epístola, porque tal vez otros informes detallados ya habían llegado a los corintios. El apóstol Pablo ciertamente pasó por alguna prueba rigurosa en Éfeso y parece que los corintios ya sabían de ella, porque Pablo se refirió a esta experiencia abrumadora sin detallarla cuando poco después volvió a escribir a los corintios: “No queremos que ignoren, hermanos, la tribulación que nos ocurrió en la provincia de Asia, que estuvimos bajo extremada presión más allá de nuestra fuerza, de modo que estábamos muy inciertos aun respecto a nuestra vida. De hecho, sentimos dentro de nosotros que habíamos recibido la sentencia de muerte. Esto fué para que tuviéramos nuestra confianza, no en nosotros mismos, sino en el Dios que levanta a los muertos. De una muerte tan probable él nos rescató y nos rescatará; y en él está puesta nuestra esperanza de que él también nos rescatará más.”—2 Cor. 1:8-10, NM.
Estas palabras ciertamente corresponderían bien con una pelea contra bestias en la arena y el ser salvado de ellas por Jehová. Parecen ser demasiado fuertes para describir o referirse al tumulto que levantó Demetrio el platero, como algunos sostienen. De todos modos, en lugar de que la presión en esa ocasión estuviera sobre Pablo, la sintieron más sus compañeros de viaje, Gayo y Aristarco y Alejandro. Pablo, aunque estaba dispuesto a hacerlo, ni siquiera entró en el teatro, pues sus discípulos no le permitieron que se arriesgara así. (Hech. 19:23-41) Pablo no fué uno que exagerara la persecución que se le infligía. Él menciona de paso muchas pruebas rigurosas sin siquiera detallarlas, entre las cuales estaba el haber estado “a punto de morir, frecuentemente.” Uno de estos peligros de muerte podría haber sido una pelea con bestias salvajes en la arena de Éfeso.—2 Cor. 11:23-27, NM.