Dé crédito al que crédito merece
CUANDO un compositor produce una obra maestra musical, ¿debe dársele el crédito a otro? Cuando un científico hace un gran descubrimiento, ¿debe honrarse a otro científico? Sería injusticia rematada dar crédito al que no lo merece y pasar por alto al que lo merece.
Por lo general el mundo reconoce esto y da crédito a los grandes compositores y científicos por lo que han logrado. Pero, ¿a quién da crédito por las 8,600 especies de aves, las 4,500 especies de mamíferos vivientes, las 150,000 clases de flores, además de las incontables cantidades de peces e insectos? ¿Da crédito al que las diseñó y les dió la habilidad de reproducir una gran variedad de su género? ¿Da honra al que pudo idear estas criaturas vivientes y producirlas con cuerpos funcionales de tan variados diseños, cuerpos que utilizan muchas leyes físicas fundamentales? ¿Elogia al que pudo producir una variedad tan numerosa de árboles y plantas y flores en tantísimos colores y de tantísimas formas y tamaños que deja la imaginación del hombre azarada?
La respuesta es un ¡No! vergonzoso.
Aunque el mundo está muy listo para dar crédito a los hombres por sus grandes obras en las artes, literatura y ciencia, rehusa dar crédito a Jehová Dios por sus obras de creación. Se maravilla de sus obras, las estudia y aprende de ellas, pero tercamente rehusa darle crédito por ellas. Prefiere, en vez de eso, alegar que la nada diseñó estas maravillas, la nada las hizo. Su ceguera voluntariosa no cambia el hecho de que toda cosa viviente es producto de las manos de Dios. “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. Llena está la tierra de tus producciones.” (Sal. 104:24) No sea usted como este mundo necio. Dé crédito al que crédito merece.