Usando la “Traducción del Nuevo Mundo”

LES GUSTA ESTA BIBLIA

En el Canadá, mientras visitaba los hogares de sus vecinos para compartir la Palabra de verdad con ellos, un Testigo tuvo esta experiencia: “El ama de casa en mi primera visita abrió la puerta y dijo: ‘Estoy ocupada y tengo mi propia iglesia.’ Al ver que le estaban cerrando la puerta, sabía que aun un breve sermón sería demasiado largo, de modo que levanté la Traducción del Nuevo Mundo y dije: ‘Señora, esta Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras es lo que estoy ofreciendo a todas las personas buenas en esta vecindad por solo una contribución de un dólar.’

“Ella siempre había deseado una traducción nueva, y por eso dijo que la tomaría. En la siguiente puerta su vecina no estaba interesada. Sin saberlo yo, aquella misma mañana la vecina ocupada no estuvo tan ocupada que no pudiera mostrarle a su vecina no interesada su traducción recién adquirida. De modo que mientras estaba presentando el sermón a un caballero, una señora vino por la calle, se detuvo a la puerta y dijo: ‘Perdóneme, señor, pero, ¿podría hablarle? ¿Usted visitó la casa de estuco verde?’ ‘Sí.’ ‘¿No tendría inconveniente en volver a visitarla? Mi madre quiere una de esas Biblias si le queda alguna.’ Le dije que tendría gusto en regresar después de colocar el Libro de la Vida con el caballero. Regresé a la casa de estuco verde, di el sermón y coloqué la Traducción del Nuevo Mundo con la señora que no había estado interesada, pero cuya vecina despertó el interés por medio de compartir buenas nuevas.”

ESTIMULA DESEO DE ESTUDIAR

Un día una Testigo canadiense se detuvo para elogiar a la señora que hacía la limpieza en una tienda de departamentos, por el excelente trabajo que hacía. “‘Es curioso que usted se haya detenido para hablarme,’ dijo. ‘Nadie jamás se detiene para hablarme.’ De modo que le dije: ‘Tengo algo verdaderamente bueno de qué hablar.’ Cuando ella preguntó: ‘¿Qué es?’ contesté: ‘Acerca del reino de Dios,’ y pude dejarle alguna literatura bíblica.

“De vez en cuando, al ir a la tienda, iba a ver si podía hallarla y colocar revistas con ella. Una tarde pudo sentarse por unos dos minutos. No había nadie cerca, de modo que traté de hacer arreglos para una revisita, pero ella trabajaba cada día de la semana salvo los miércoles por la tarde y los domingos, por eso creía que no podría apartar tiempo para que alguien la visitara. Luego llegó diciembre, con la oferta de la Biblia Traducción del Nuevo Mundo, y envolví una Biblia y se la di como regalo. Ella me dijo: ‘Creo que éste es un regalo de Navidad.’ Yo dije: ‘No, éste no es un regalo de Navidad, pero es una Biblia que me gustaría que usted recibiera como regalo.’

“La próxima vez que estuve en la tienda, corrió a alcanzarme para decirme cuánto estaba disfrutando de la Biblia y me pidió que la visitara para decirle por qué esta Biblia era tan diferente de la suya. Rápidamente hizo una cita para una revisita. La primera vez que la visité me detuvo por dos horas y media contestando preguntas. Me preguntó si volvería yo y estudiaría cada semana con ella.”