¿Ha leído ya su ejemplar?
“¿LEER mi ejemplar de qué?” pregunta usted. Pues, ¡su ejemplar de Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios! Ya han pasado de siete a nueve meses desde que en los Estados Unidos, el Canadá y la Gran Bretaña se han recibido estos ejemplares. Si usted no lo ha leído todavía, hágalo ahora.
¿Por qué? Bueno, si usted no lo hace, se está quedando sin recibir un tesoro espiritual. Esa ayuda para el estudio de la Biblia contiene una abundancia de información bíblica que tiene el propósito de ayudarle como testigo de Jehová tanto en afrontar los problemas de la vida como en instruir a otros. Es cierto que con el tiempo llegará a ser libro de texto para estudios de congregación, pero no espere hasta entonces para obtener esta preciosa información. Adquiera inmediatamente un entendimiento general, como de vista de pájaro, por decirlo así, leyéndolo de cubierta a cubierta.
Por supuesto, este libro no es solo para los testigos de Jehová. ¿Está usted estudiando la Biblia con un testigo de Jehová? Entonces usted querrá leerlo totalmente por su cuenta; acelerará su progreso en aprender la voluntad de Dios. Realmente, se recomienda firmemente la lectura de este libro a todos antes de que se dediquen y bauticen.
CAUDAL DE INFORMACIÓN
Esta nueva ayuda para el estudio de la Biblia contiene un caudal de información. Típico es el capítulo “La manera en que el Cielo gobierna la ‘congregación de Dios.’” Para mencionar un solo punto: Al leerlo cuidadosamente usted comprenderá que en la congregación cristiana los términos epískopos [superintendente] y diákonos [siervo ministerial] son términos que se excluyen el uno al otro, mientras que presbýteros [hombre de mayor edad] puede aplicar tanto a un epískopos como a un diákonos.
Particularmente se han oído y recibido muchas expresiones de aprecio por el capítulo “La cena del Señor, una cena de liberación.” Porque, además de tratar el asunto doctrinalmente en todos sus aspectos, aclara más que nunca antes precisamente quiénes deben participar de los emblemas del Memorial y cómo puede uno juzgar por sí mismo con certeza.
En otros capítulos el libro explica precisamente lo que Jesucristo quiso decir al decir que los cristianos “no son parte del mundo,” también el significado de decir Pablo que los cristianos ‘presentan sus cuerpos a Dios,’ y cómo estos principios deberían afectar la selección de empleo y la actitud de uno hacia las actividades políticas en su comunidad así como hacia los conflictos entre las naciones.—Juan 17:16; Rom. 12:1.
Entre los muchos detalles sobre los cuales se arroja nueva luz en esta nueva ayuda para el estudio de la Biblia está la aplicación correcta de 1 Pedro 3:21, que dice, en parte: “Lo que corresponde a esto ahora también los está salvando a ustedes, a saber, el bautismo.” ¿A qué bautismo se refiere esto? ¿Cuál es la salvación? ¿Es salvarse en el Armagedón?
También, ¿por qué no es correcto decir que el bautismo de Jesús simbolizó su dedicación para hacer la voluntad de su Padre? Y, ¿representó la muerte y resurrección de Jesús el que él se sumergiera en el agua y saliera de ella? Si no fue así, ¿por qué no? Lea el libro y vea.
Pero no hay duda de que nada ha creado más interés en este libro de texto que el primer capítulo con su tabla y excelente información en cuanto a los siete mil años del día de descanso de Dios. La declaración de que es muy probable que el año 1975 señale el principio del gran Jubileo de la humanidad ha intrigado a muchos.
No obstante, todavía permanece esta pregunta: ¿Cómo se puede hallar tiempo para leer esta excelente ayuda para el estudio de la Biblia? Se puede decir que esto es mayormente un asunto de aprecio y organización. Algunos arreglaron para leer el libro complemente en sus vacaciones el verano pasado. Para otros el problema se puede resolver sencillamente por medio de dedicar a la lectura del libro Vida Eterna tiempo que se dedica a mirar la televisión, comprando así el tiempo. (Efe. 5:15, 16) O quizás se pueda dar mejor uso a cierto tiempo del horario ocupado de uno. Por ejemplo, ¿viaja usted todos los días a su trabajo y regresa de él en ómnibus, metro o tren, o hace lo mismo varias veces a la semana al viajar a las reuniones de congregación y de regreso de éstas? Entonces, ¿por qué no llevar consigo un ejemplar de la edición de bolsillo de Vida eterna y leerlo?
O, ¿no podrían usted y su familia pasar diez a quince minutos inmediatamente después de la cena cada día leyéndolo? Concerniente a esto, el presidente de la Sociedad Watch Tower, N. H. Knorr, recientemente recibió la carta siguiente:
“Mi familia y yo deseamos darle gracias por la maravillosa sugerencia que usted dio este verano en nuestra asamblea de distrito de Montreal, en cuanto a leer el libro Vida eterna mientras todavía estuviéramos sentados a la mesa después de la cena. Este nuevo período de tiempo que hallamos hizo posible que nosotros termináramos de leer el libro en dos meses, lo cual nos dio un caudal de conocimiento, y nos equipó más cabalmente para nuestro ministerio. Ahora estamos usando este tiempo para leer otras publicaciones de la Sociedad, que hemos descuidado en el pasado. Gracias, hermano Knorr, por haber llamado a nuestra atención este nuevo período de tiempo que hemos hallado... tiempo que de otro modo perderíamos en cosas no útiles.”
El tiempo es precioso; úselo sabiamente. Si usted tiene un ejemplar de Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios usted tiene en su posesión un libro maravilloso. El tiempo que se use en darle por lo menos una lectura preliminar rápida es tiempo bien invertido. Cuando al leer llegue usted a algo que le es nuevo, usted quizás quiera detenerse y asimilarlo bien, pero no postergue su primera lectura del libro por falta de tiempo para estudiarlo cuidadosamente. ¡Consígase tiempo para leerlo ahora!
Hijo mío, si recibes mis dichos y atesoras contigo mis propios mandamientos, de modo que con tu oído prestes atención a la sabiduría, para que inclines tu corazón al discernimiento; si, además, clamas por el entendimiento mismo y das tu voz por el discernimiento mismo, si sigues buscando esto como a la plata, y como a tesoros escondidos sigues en busca de ello, en tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios.—Pro. 2:1-5.