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  • Cuídese de idolatrar a criaturas
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
w68 1/10 págs. 597-600

Cuídese de idolatrar a criaturas

“PORQUE los pensamientos de ustedes no son mis pensamientos, ni son mis caminos lo caminos de ustedes,” dijo Jehová Dios en cierta ocasión por medio de uno de sus antiguos profetas. Entre los muchos ejemplos de esto que se pudieran citar se halla el que tiene que ver con idolatrar a criaturas humanas. Esta tendencia goza de extensión tan amplia como la Tierra misma y se remonta hasta la mismísima primera pareja humana. Sí, empezó con Adán cuando mostró que él prefería el favor de su esposa al favor de Jehová Dios su Creador.—Isa. 55:8; Gén. 3:6-19.

No hay nada de malo en mostrar respeto y honra apropiados a los que les corresponde. La Biblia dice a los hijos: “Honra a tu padre y a tu madre.” A los cristianos se les manda que “honren a hombres de toda clase,” que “den honra al rey,” y que “rindan a todos lo que les es debido, al que pide . . . honra, dicha honra.” Hasta dice que algunos son dignos de “doble honra.” Pero el dar honra en estos casos es razonable, basado en juicio sobrio. Es enteramente diferente de idolatrar emocionalmente a criaturas, que viene a ser lo mismo que rendir adoración a criaturas.—Efe. 6:2; 1 Ped. 2:17; Rom. 13:7; 1 Tim. 5:17.

Por mucho tiempo se ha idolatrado a sobresalientes personalidades de la música, y especialmente lo hacen las mujeres. Johann Strauss, el “rey del vals,” fue idolatrado por muchas en la última parte del siglo diecinueve, tal como muchas idolatraron a Frank Sinatra unos sesenta años después. En tiempos más recientes Elvis Presley fue ídolo de miríadas de mujeres jóvenes, y aun más recientemente los Beatles llegaron a serlo, así como sus imitadores.

Igualmente, muchas personas con frecuencia idolatran a los que logran éxito insólito o espectacular en el campo de los deportes. Así, en la Serie Mundial de béisbol de 1967, el entusiasmo de muchos de los apoyadores ardientes de los equipos competidores rayó en la idolatría como sucedió con la señora que cambió su nombre de Sra. St. Louis (San Luis) a Sra. Red Sox (Medias Rojas), esperando ayudar así a sus favoritos a ganar. Pero no ganaron. En particular los admiradores del equipo de San Luis, de la ciudad de Saint Louis se desenfrenaron cuando los jugadores regresaron a Saint Louis después de ganar la bandera de campeón en Boston. Una muchedumbre de 15.000 entusiastas se presentó en el aeropuerto, atestaron las calles del centro y se emocionaron tanto que once personas resultaron heridas y ocho tuvieron que ser arrestadas por su conducta desordenada.

Y luego hay los muchos ídolos políticos así como religiosos. ¡Cuántos alemanes idolatraron a Hitler! Muchos rusos todavía idolatran a Lenín, como se puede discernir por la gigantesca estatua de él que erigieron en Moscú a principios de noviembre de 1967. Masas de chinos idolatran a su jefe de estado, Mao Tse-tung. ¡Y qué adoración de criaturas se le extendió al papa Paulo VI cuando visitó a los Estados Unidos y a las Naciones Unidas! Unas 90.000 personas lo acogieron con efusión en un frenesí literal de adulación a medida que recorría en un auto descubierto el campo del Estadio Yankee.

¿A QUÉ SE DEBE?

¿A qué se debe este ‘hecho perpetuo de adoración de criaturas,’ como se le ha llamado? Entre las diversas causas que se pudieran mencionar está la baja estima en que algunas personas se tienen a sí mismas. Esta opinión hace que consideren con admiración irrazonable a los que se han distinguido en cosas como la música, los deportes, la ciencia o la guerra. Es como si al ensalzar a una criatura humana como ellos también se estuvieran ensalzando a sí mismos.—Rom. 1:25.

Sin duda otra razón es la necesidad de amar a alguien. Las personas que carecen de madurez emocional no pueden amar intensamente a una persona común o de término medio y por eso escogen a alguien que ha alcanzado distinción en virtud de dones o logros especiales e idolatran a éste o a ésta. Por eso cuando un científico social les preguntó a algunas de las muchachas que formaban parte de una muchedumbre gritadora de millares de adolescentes por qué los Beatles las afectaban de esa manera, las muchachas contestaron que se debía a que “amaban” a aquellos cuatro jóvenes.

Por otra parte, la falta de perspectiva apropiada, de conocimiento y entendimiento, tanto de parte de los que idolatran como de parte de los idolatrados, bien puede explicar por qué se portan así. Es verdad que los que sobresalen merecen algún reconocimiento. Un hombre hábil tiene el derecho de ‘apostarse delante de reyes,’ nos dice la Biblia. Pero, ¿es eso razón para que su propio corazón se ensalce o para que otros lo ensalcen indebidamente? A los reyes de Israel se les mandó que leyeran diariamente la Palabra de Dios para que no perdieran la perspectiva y se ensalzaran en su propia mente.—Pro. 22:29; Deu. 17:19, 20.

Aunque se pudieran citar otras causas de la tendencia a idolatrar a humanos, sin duda una de las más básicas es el no entender la relación de uno con su Creador; lo verdaderamente grande que es él y que en comparación con él todos los humanos son simples motitas en una motita. Como escribió hace mucho tiempo el profeta de Jehová: “Seguramente el pueblo es hierba verde. La hierba verde se ha secado, la flor se ha marchitado; pero en cuanto a la palabra de nuestro Dios, durará hasta tiempo indefinido,” es decir, para siempre.—Isa. 40:7, 8.

Originalmente el Creador implantó en el hombre la necesidad de adorar como uno de los medios de enlazar a sus criaturas con su Creador. Pero como resultado de la rebelión de nuestros primeros padres este instinto de adoración se ha pervertido tristemente, se ha dirigido erróneamente. Como nos dice el apóstol cristiano Pablo: “Aunque conocieron a Dios, no lo glorificaron como Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron tontos en sus razonamientos y se les oscureció su corazón fatuo. . . . se hicieron necios y . . . cambiaron la verdad de Dios por la mentira y veneraron y rindieron servicio sagrado a la creación más bien que a Aquel que creó, que es bendito para siempre.”—Rom. 1:21-25.

EL CAMINO DE DIOS ES DIFERENTE

El idolatrar a las criaturas humanas por lo general envuelve una lealtad irrazonable a la persona idolatrada, un indebido apego emocional a aquella persona. Significa darle un grado de devoción venerable, entretanto que Jehová Dios explícitamente ha declarado que él no tolera tal cosa: “Yo Jehová tu Dios soy un Dios que exige devoción exclusiva.” Lo que Jehová Dios opina acerca de idolatrar así a criaturas se puede discernir de lo que le sucedió al rey Herodes Agripa I, que vivió en los días de los apóstoles. En una ocasión, engalanado con ropaje resplandeciente, se solazó en la adulación de su pueblo mientras pronunciaba un discurso público. Evidentemente su apariencia y oratoria fueron tan impresionantes que la gente exclamó: “¡Voz de un dios, y no de un hombre!” Sigue diciendo el registro: “Al instante lo hirió el ángel de Jehová, porque no dio la gloria a Dios; y vino a ser comido de gusanos y expiró.” ¿Le desagrada a Jehová Dios la adoración de criaturas? ¡Ciertamente que sí!—Éxo. 20:5; Hech. 12:21-23.

Cuando estuvo en la Tierra, Jesucristo el Hijo de Dios no cometió este error. No solo rehusó inclinarse delante de Satanás el Diablo, aunque éste le ofreció todos los reinos del mundo y su gloria, sino que tampoco permitió que otros lo idolatraran a él. Rehusó permitir que la gente lo coronara como rey, y cuando alguien se dirigió a él diciéndole: “Buen Maestro,” él contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno solo, Dios.” Además, repetidas veces dio énfasis al hecho de que no hacía nada de su propia iniciativa sino que simplemente llevaba a cabo las instrucciones de su Padre.—Mar. 10:17, 18; Mat. 4:8-10; Juan 5:19, 30; 7:28.

Los apóstoles y discípulos primitivos de Jesús igualmente se mantuvieron sin mancha en cuanto a idolatrar a criaturas. Repetidas veces advirtieron en contra de ello. (1 Cor. 10:14; 1 Juan 5:21) Y ejercieron mucho cuidado para no dejar que otros los idolatraran a ellos. Cuando ciertos nativos de la ciudad de Listra quisieron adorar a Pablo y Bernabé porque Pablo había sanado a un hombre que había sido cojo desde su nacimiento, Pablo y Bernabé “se rasgaron sus prendas exteriores de vestir y se lanzaron entre la muchedumbre, clamando y diciendo: ‘Varones, ¿por qué hacen estas cosas? Nosotros también somos humanos que tenemos sufrimientos igual que ustedes,’” y luego procedieron a decirles las buenas nuevas acerca del Creador, y la necesidad de adorarle.—Hech. 14:8-18.

Así mismo, cuando Cornelio cayó a los pies del apóstol Pedro, Pedro rehusó aceptar este acto de ensalzamiento; antes bien, dijo: “Levántate; yo mismo también soy hombre.” (Hech. 10:26) Del relato del apóstol Juan en Revelación 22:8, 9, notamos que ni siquiera a un ángel debe otorgársele adoración. Las acciones de Cornelio y el apóstol Juan en estas ocasiones ilustran cuán propensa es la naturaleza humana a otorgar respeto indebido a individuos altamente favorecidos.

PERJUDICA A LOS IDÓLATRAS Y A LOS IDOLATRADOS

Dado que es contrario a la voluntad de Dios el que se idolatre a criaturas, el hacerlo sólo puede resultar en daño, tanto para los que ofrecen la idolatría como para los que la aceptan. ¡Cuánta desilusión recibieron los alemanes que idolatraron a Hitler, los italianos que idolatraron a Mussolini y los rusos que idolatraron a Stalin! La gente que idolatra a los hombres y cifra su confianza en ellos de seguro queda desilusionada, tal como lo muestra la Palabra de Dios.—Sal. 146:3, 4; Isa. 31:1-3.

Los que aceptan honra desmedida de parte de otros igualmente terminarán mal, principalmente porque incurren en el desagrado de Jehová. A su debido tiempo “los ojos altivos del hombre terrestre tienen que ser rebajados, y la altanería de los hombres tiene que inclinarse; y solo Jehová tiene que ser puesto en alto en aquel día.” “Aquel día” es el día en que Jehová se levantará para expresar su “cólera ardiente” contra todos los que quieren competir con él, para que toda la “gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.”—Isa. 2:11, 17; Sof. 3:8; Sal. 83:18.

Aun en la actualidad los que aceptan la idolatría de otros son perjudicados por ello, como cuando se les sube a la cabeza. Por ejemplo, uno de los populares y muy idolatrados Beatles dijo, según se le citó: “El cristianismo desaparecerá. Se desvanecerá y se encogerá. No necesito argüir acerca de eso. Tengo razón y quedará demostrado que tengo razón. Somos más populares ahora que Jesucristo; no sé qué desaparecerá primero, el rock ‘n’ roll o el cristianismo. Jesús era regular, pero sus discípulos eran toscos y comunes.”—Time del 12 de agosto de 1966.

Pero, ¿cuán satisfactoria ha sido su propia filosofía? Revela a qué grado les ha ayudado ésta el hecho de que confiesan que han empezado a tomar drogas, entre ellas la LSD; aparentemente para llenar el vacío creado por su manera de vivir y la idolatría de millones. Los informes más recientes dicen que han recurrido al ‘espiritualismo,’ bajo la guía de un vidente yogi, que promete que con dos sesiones de treinta minutos de meditación trascendental una persona puede “percibir la divinidad dentro de sí misma” y arreglar todos sus problemas.a Sin embargo, la Palabra de Dios advierte contra toda forma de religión pagana y espiritismo.—2 Cor. 6:14-18; Gál. 5:20, 21; Rev. 22:15.

GUARDÁNDOSE DE IDOLATRAR A CRIATURAS

En particular los jóvenes cristianos tienen que precaverse contra el lazo de idolatrar a criaturas. Requiere una fuerte determinación y decisión el mantenerse firmes. Debido al ejemplo de los jóvenes que hay a su alrededor fácilmente pudieran ser arrollados por el fervor, la excitación, la histeria o el frenesí de los que adoran a héroes, de los que idolatran a criaturas. Por otra parte, el joven cristiano pudiera acobardarse ante la idea de sentirse conspicuamente diferente por no seguir a la muchedumbre; puede retroceder ante la idea de que otros lo consideren como que no “encaja.” Pero debe recordar que la Biblia advierte contra el seguir el “proceder popular.”—Jer. 8:6.

Los jóvenes cristianos, a menos que vigilen contra ello, fácilmente pueden caer en el lazo de idolatrar a criaturas simplemente por sentir indebidamente un respeto reverencial hacia una persona en virtud de sus hazañas o logros, como cuando un hombre navega alrededor del mundo en un barquito por sí solo. A menos que un joven tenga cuidado, fácilmente puede imaginarse un sentido de lealtad o parentesco con su ‘héroe.’ Quizás esté pronto a defenderlo o dispuesto a hacer concesiones por las indiscreciones de éste. Quizás un joven se sienta excitado al pensar en ver a su ‘héroe’ en persona, quizás se deleite en hablar acerca de él y pase mucho tiempo soñando en cuanto a él. Quizás hasta quiera imitar la manera en que viste o se corta el pelo su ‘héroe.’

Pero el joven cristiano debe preguntarse: ¿Es cristiana esta persona famosa? ¿Ama a Jehová Dios? ¿Vive en armonía con la Biblia? ¿Se suscribe a los principios justos que Dios ha formulado en su Palabra? Si no, entonces ¿debería un cristiano dedicado admirar e imitar y mostrar efusivo cariño a tal persona? ¿No pertenece tal persona al mundo, concerniente al cual a los cristianos se les dice que no deben amarlo? ¡Por supuesto que pertenece al mundo!—Sant. 1:27; 4:4; 1 Juan 2:15-17.

¿Cómo puede uno guardarse de toda idolatría de criaturas? Consiguiendo la ‘mente del Señor’ sobre tales asuntos por un estudio de la Palabra de Dios, la Biblia, y mediante ayudas para el estudio de la Biblia como esta revista, La Atalaya, y evitando la inclinación de admirar o excitarse acerca de las hazañas de criaturas humanas. Como lo expresó aptamente en el pasado un poeta:

“De la heráldica el alarde, y la pompa del poder,

Y cuanto la hermosura y la opulencia

pueden dar,

La inevitable hora por igual habrán de ver,

Pues las sendas de la gloria a una

mustia tumba van.”

Jesús dijo en una ocasión: “Lo que entre los hombres es encumbrado, cosa repugnante es a la vista de Dios.” (Luc. 16:15) ¿Por qué idolatrar lo que le repugna a Dios? Consiga la manera de pensar de él sobre las cosas, que es muy diferente de la manera de pensar de los hombres. Consiga el favor de Dios, porque en su favor y bondad amorosa hay vida.—Sal. 103:17, 18.

[Nota]

a Time del 22 de septiembre de 1967.

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