BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w72 1/4 págs. 209-210
  • ¿Por qué no impide Dios el choque?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Por qué no impide Dios el choque?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1972
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • DIOS OBRA PARA PROVECHO DE LA TIERRA Y DEL HOMBRE
  • Cuando todas las naciones chocan, de frente, con Dios
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1972
  • Cuando todas las naciones chocan, de frente, con Dios
    Cuando todas las naciones chocan, de frente, con Dios
  • Usted puede sobrevivir el venidero choque
    ¡Despertad! 1974
  • Cuando todas las naciones se unen bajo el reino de Dios
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1962
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1972
w72 1/4 págs. 209-210

¿Por qué no impide Dios el choque?

ES OBVIO para el individuo pensador que, para el Creador del universo, la Tierra es una cosa pequeñita. Por lo tanto, las naciones de la Tierra son insignificantes en comparación con Él. Por consiguiente, ¿no podría apartarlas de su senda de choque o hacerse a un lado para evitar el choque? ¿Está actuando como abusador con su poder superior, al dejar que ocurra el choque?

No. Dentro de los requisitos de su propia dignidad y justicia, Dios no puede impedir el choque. Él ha concedido tiempo para que las naciones prueban toda clase de régimen humano. Él ha permitido que sigan su camino, y así ha suministrado evidencia a través de miles de años de historia que demuestra que las naciones no pueden gobernar la Tierra en paz. Sin embargo, quieren seguir por donde van y Dios está reteniéndose de estorbar su libertad de acción hasta que llegue Su tiempo exacto.

Sin embargo, las naciones mismas podrían haberse vuelto voluntariamente del camino malo y desastroso. Han tenido la oportunidad. Dios ha mostrado a las naciones el camino por el cual ir. Hasta los gobernantes paganos tienen cierto grado de conciencia dado por Dios, como lo explica uno de los apóstoles de Cristo:

“Porque siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley, éstos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. Son los mismísimos que demuestran tener la sustancia de la ley escrita en su corazón, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados.”—Rom. 2:14, 15.

Ahora bien, en cuanto a las naciones llamadas cristianas, son aun menos excusables, porque tienen los principios del gobierno correcto y de la justicia puestos claramente delante de ellas en la Palabra de Dios, la Biblia, y profesan estar sujetas a sus leyes. Pero a un grado extenso han rechazado los principios bíblicos.

A la luz de estos hechos, Dios no es arbitrario ni precipitado al tratar con las naciones. Nadie puede acusarlo de obrar contra una nación justa. Más bien, él siempre ha seguido el principio que declara en Jeremías 18:7, 8:

“En cualquier momento que yo hable contra una nación y contra un reino para desarraigarla y para derruirla y para destruirla, y esa nación realmente se vuelva de su maldad contra la cual hablé, yo también ciertamente sentiré pesar por la calamidad que había pensado ejecutar en ella.”

Dios ha mostrado a las naciones que él es el Dueño legítimo de la Tierra. Dice: “Toda la tierra me pertenece a mí.” (Éxo. 19:5) El hombre no podría estar en la Tierra si Dios no lo hubiera puesto aquí. Las naciones mismas reconocen su derecho de tenencia, guardando celosamente el territorio que han adquirido por compra, descubrimiento o conquista. No obstante, rehúsan reconocer los derechos de tenencia de Dios. Niegan que tenga la autoridad para establecer las normas por las cuales deberían guiarse las naciones.

Sin embargo, Dios ha hecho que las naciones sepan que hay un límite de tiempo en que pueden ejercer autoridad, y que Su Rey Mesiánico va a ejercer la gobernación de la Tierra. (Sal. 2:6-8) Opuestas a esto, las naciones prefieren que la Tierra continúe dividida en centenares de gobiernos incompatibles, con desasosiego, celos nacionales, contienda y guerras. En vez de reconocer de buena gana que sus gobiernos no han traído felicidad a su pueblo y en vez de pedir que Dios asuma el régimen de la Tierra, continúan utilizando los mismos métodos políticos antiguos para mantener asida su gobernación. Podrían evitar el chocar con Dios si estuvieran dispuestas a someterse, como él les advierte bondadosamente:

“Y ahora, oh reyes, ejerzan perspicacia; déjense corregir, oh jueces de la tierra. Sirvan a Jehová con temor y estén gozosos con temblor. Besen al hijo, para que Él no se enoje y no perezcan ustedes del camino.”—Sal. 2:10-12.

DIOS OBRA PARA PROVECHO DE LA TIERRA Y DEL HOMBRE

En el ínterin, los gobiernos de la Tierra muestran realmente una condenable falta de interés en el hecho de que la Tierra está siendo arruinada, haciéndose día por día menos adecuada para habitación humana. Admiten que la delincuencia, la contaminación, la amenaza de inanición en toda la Tierra y muchas otras circunstancias malas están fuera de su control. Muchos creen que podría acontecer una tercera guerra mundial a cualquier instante, prácticamente despoblando la Tierra. Sin embargo, a pesar de estas cosas sus principios o métodos de operación básicamente siguen siendo los mismos. Todavía se ocupan en intriga política, mentir diplomático y espiar internacional.

Por eso, como haría cualquier dueño a quien le interesa su propiedad, Dios no va a permanecer como espectador ocioso y ver que la Tierra sea destruida y hecha inhabitable. Ciertamente sería remiso si dejara que sucediera tal cosa. No estaría obrando con apego a la verdad para con los que odian la corrupción y las cosas repugnantes que suceden en la Tierra y que quieren un mejor modo de vivir, el modo de vivir correcto. Sabiendo la senda por la que irían las naciones, predijo que habría un tiempo para ponerles coto, diciendo:

“Las naciones se airaron, y vino tu propia ira, y el tiempo señalado para que los muertos fuesen juzgados, y para dar su galardón a tus esclavos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.”—Rev. 11:18.

Realmente, Dios, por su firme acción a favor de los principios correctos, emprende un derrotero positivo contrario al de las naciones en marcha, de modo que hay un choque de frente, como la única manera de impedir que las naciones obliguen a toda la humanidad a la autoextinción total. Él lo hace principalmente para zanjar la cuestión de soberanía a su propio favor. Pero también tiene presentes a los que quieren la justicia y el derecho y que aceptan su soberanía.

En consecuencia, podemos estar felices de que Dios tenga a su disposición poder omnipotente y que, aunque en comparación con el universo esta Tierra es muy pequeña, él se interesa en los humanos que están en ella. Podemos alegrarnos de que Dios esté dispuesto a dirigir su atención a este pequeño planeta y ejercer su gran poder hacia este globo terráqueo para el bienestar eterno de sus habitantes.

Pero, ¿es el régimen político corrompido de las naciones la única razón por la cual Dios siente desagrado? No. Hay razones aun más fuertes, como revela la siguiente consideración.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir