Predicando a la gente en los rascacielos de Nueva York
ERA una mañana fría de febrero en la ciudad de Nueva York. La gente salía de las tiendas y entraba en ellas en medio de los rascacielos descollantes, el más alto de ellos siendo el Centro Comercial Mundial de 110 pisos. Solo a unas cuantas cuadras de esas estructuras enormes está un edificio de seguros en el cual estaba yo por entrar.
Saliendo del ascensor en el piso trigésimo séptimo, miré el largo corredor con entradas que llevaban a diversas oficinas. Mi oración fue que pudiésemos llegar a la gente que trabaja en edificios grandes de oficinas aquí en la ciudad de Nueva York y presentarles el mensaje importante que teníamos para ellos.
Más temprano esa mañana, al prepararnos para emprender nuestra misión, un grupo de nosotros nos preguntamos: ‘¿Cómo reaccionará la gente en este centro comercial y financiero a las buenas nuevas de un cambio mundial venidero por medio del reino de Dios?’ Ahora esta pregunta cruzaba mi mente como relámpago al acercarme a un extremo del corredor que llevaba a una oficina de una corporación de investigaciones.
Al amigable ejecutivo que me recibió le acababan de servir una taza de café. Mi comentario de apertura enlazó con la pausa matutina, después de lo cual me presenté como representante de la Sociedad Watch Tower cuya central mundial está ubicada al otro lado del río Este desde el Bajo Manhattan. Me invitó a entrar a una oficina contigua, haciendo señas hacia una silla cerca de su escritorio y bondadosamente sugirió que me pusiese cómodo.
Al explicar el propósito de mi visita, hice surgir una pregunta en cuanto a la calidad de la vida y lo que se podría hacer para mejorarla. Pareció despertarse su interés. Consideró seriamente la pregunta antes de responder. En el transcurso de minutos se hizo patente que este hombre estaba preocupado por la deterioración general dentro de la sociedad humana y específicamente por lo que sucedía en la ciudad. Sin embargo, no estaba seguro de lo que se podría hacer para mejorar la situación, a menos que, dijo, “la respuesta estribe en la religión.” Ese comentario indicaba algo en cuanto a sus inclinaciones.
Me valí de lo que dijo para enfatizar el propósito de mi visita y la obra que los testigos de Jehová están llevando a cabo. Lo dirigí a la Biblia y a lo que ésta dice en cuanto a estos tiempos críticos y la base para un cambio bienvenido. Para respuestas detalladas a las preguntas y la esperanza de un modo de vivir mejor para toda la humanidad, le ofrecí una ayuda para el estudio bíblico intitulada “La verdad que lleva a vida eterna.” Aceptando inmediatamente la publicación, insistió en que yo aceptara una contribución adicional, por la cual le dejé libros adicionales de tamaño de bolsillo. Habíamos pasado unos veinte minutos considerando algunas preguntas apremiantes y asuntos espirituales. Al salir, me dio gracias por la visita.
Esa visita me proporcionó ánimo adicional. Me hizo más consciente del hecho de que sin importar la ocupación o negocio, hay personas que sienten la necesidad de tomar unos minutos en su día ocupado para considerar cuestiones vitales que las afectan personalmente. Antes que se terminara la mañana, mis colaboradores y yo quedamos convencidos de la realidad de esto por las experiencias que tuvimos al predicar a personas en oficinas muy arriba del nivel de la calle.
Con algunas excepciones, encontramos que las personas de negocios son bastante corteses, civiles y amigables al tratar con visitantes como nosotros. El ponernos en su lugar nos hizo comprender las cosas que ellos tienen que aguantar. Igual a la mayoría de las otras personas, sienten las presiones de la vida cotidiana y son acosadas por inquietudes. Se preguntan lo que encierra el futuro, y, por lo tanto, necesitan el mensaje confortante de la Biblia.
NUESTRAS EXPERIENCIAS VARIADAS
¿Cómo puede uno determinar a quiénes ver y cómo conseguir hablarles? Por lo general los nombres de individuos o empresas estaban alistados en el directorio situado en la zona del vestíbulo así como en los diversos pisos. Pero en muchos casos no era posible hablar directamente con la persona cuyo nombre se daba. Donde una recepcionista o secretaria estaba trabajando, yo preguntaba por un individuo en particular o cabeza de la firma después de identificarme a mí mismo y a la organización que representaba. Si había algo de vacilación, les aseguraba que mi visita sería breve.
La mayoría de las recepcionistas eran bastante amigables y serviciales. En otras ocasiones, era evidente que tenían instrucciones de eliminar a todos salvo a los que tenían citas, en cual caso me pareció práctico solicitar una cita.
Al cumplir con una cita hecha así con el jefe de una agencia de personal, dirigí su atención a un artículo en La Atalaya que trataba de los malos efectos del abuso de las drogas y lo que se puede hacer para salvaguardar a los jóvenes de llegar a ser víctimas. Puesto que tenía hijos adolescentes, inmediatamente expresó preocupación por el problema de las drogas. Como padre quería proteger a sus hijos de este peligro, de modo que se absorbió completamente en la discusión. Uno podía percibir vivamente que este señor estaba perturbado por lo que les estaba sucediendo a los jóvenes; estaba preocupado por su propia familia.
A pesar de varias interrupciones de llamadas telefónicas y preguntas de parte de su secretaria, no mostró inclinación alguna a abreviar nuestra conversación. Usé los puntos mencionados en el artículo para animarlo a recibir con regularidad las revistas La Atalaya y ¡Despertad. Sin vacilar concordó en que ambas revistas fuesen enviadas a su hogar. Al darme su tarjeta, a la vez que me extendió una invitación para volver a visitarlo, fue evidente que nuestra consideración de treinta minutos había surtido buen efecto.
En varias ocasiones fueron las recepcionistas o secretarias las que se interesaron especialmente en lo que decíamos de la Biblia.
Uno de nosotros visitó a un doctor que vivía en un apartamiento que no era fácilmente accesible a los de afuera. De modo que había tenido poca ocasión de familiarizarse con la obra de los testigos de Jehová. Sin embargo, cuando el Testigo visitó su consultorio, se aprovechó de la oportunidad para escuchar cuidadosamente. Aunque el teléfono sonó varias veces, no contestó. “Volverán a llamar,” dijo, animando al Testigo a que continuara la consideración. El doctor aceptó cuatro ayudas para el estudio de la Biblia y quería examinarlas cabalmente.
A dos Testigos se les recibió de una manera inesperada cuando visitaron a un hombre de negocios en su oficina. Antes que siquiera tuvieran tiempo de presentarse, él inquirió: “¿Testigos de Jehová? ¡Los he estado buscando!” Resultó que su hermana en un estado del sur estaba sacando mucho provecho del estudio bíblico de casa que le daba un testigo cristiano de Jehová, y ella hizo saber este hecho a su hermano. Inmediatamente tomó varias publicaciones bíblicas.
MEDIDAS DE SEGURIDAD EN AUMENTO
En algunos edificios de oficinas se nos hizo difícil llegar a las personas debido a una variedad de medidas de seguridad que ahora están en vigor, a causa del crimen en aumento. En algunos edificios están en servicio guardas de seguridad; se necesitan tarjetas de identificación o pases para ser admitidos más allá de la zona del vestíbulo. A veces tuvimos que obtener permiso por anticipado o tuvimos que ver a un director de personal, oficial de relaciones públicas u otro oficial semejante.
En un edificio con restricciones de seguridad, fui dirigido a un ejecutivo de corretaje que me dijo que algo le estaba sucediendo a la vida de familia. “La gente se está alejando de la Biblia,” comentó. En la conversación que siguió resaltó el hecho de que respetaba la Palabra de Dios y abogaba por una unidad de familia estrechamente enlazada. Lo encomió a causa de esto. Para enfatizar cómo los testigos de Jehová ayudan a la gente en este campo vital, le mostré una de las publicaciones de la Watch Tower con un capítulo sobre “Edificando una vida de familia feliz.” Tuvo gusto en obtener un ejemplar de ese libro.
Lo que hizo que esta consideración resultara tan refrescante fue su reacción y atención prestas, junto con sus modales afables. Fue sumamente satisfactorio haber hablado a esta persona acerca de las buenas nuevas.
Mientras hacía visitas a unas cuantas cuadras más allá de Wall Street, noté que varias puertas de oficinas estaban cerradas con llave. Había timbres exteriores que tenían que usarse para poder entrar. También vi que había mirillas en puertas sólidas de metal. Un abogado en una oficina interior alcanzó a oír mi conversación con una recepcionista en esta zona respecto a las causas del aumento en el desafuero. Me invitó a entrar en su oficina para considerar más el tema. Acababa de regresar del tribunal, donde se estaba manejando una causa relacionada con algunos jóvenes. Expresó sus temores de que la disciplina en el hogar estaba derrumbándose. Siguió una excelente consideración, y aceptó un libro de pasta dura que explica lo que la Biblia dice sobre éstos y otros asuntos vitales.
LO QUE LOS PREOCUPA
Es evidente que las personas en la comunidad de los negocios y profesiones se preocupan definitivamente por cuestiones nacionales e internacionales. Sus comentarios indican un descontento general con la manera en que las cosas van en el mundo. Pocos hablaron con algún grado de confianza en los planes y esfuerzos humanos para colocar una base sólida para mejoramiento en el futuro al alcance de nuestra vista.
Aunque esta actitud se reflejaba ante las dificultades que van aumentando en otras partes, los problemas más cerca de casa los perturbaban aun más. La crisis de energía, la inflación ascendente, el desafuero en aumento, los problemas de los jóvenes y las drogas, el derrumbe de la familia y la deterioración en la calidad de la vida en torno de ellos es lo que ven de día en día.
Al responder al mensaje que se basa en la Biblia que los testigos cristianos de Jehová les llevan, algunos individuos que trabajan en los rascacielos de Nueva York están siendo dirigidos a la fuente divina de verdadera paz y seguridad.—Contribuido.