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  • El consejo... ¿sacará usted provecho de él?

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  • El consejo... ¿sacará usted provecho de él?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 1/2 págs. 93-95

El consejo... ¿sacará usted provecho de él?

“TODOS tropezamos muchas veces.” (Sant. 3:2) Usted probablemente concuerde con esa verdad bíblica. Toda criatura humana necesita consejo correctivo. Pero ¿cómo responde la mayor parte de la gente al consejo? ¿Saca provecho de él? ¿Saca usted provecho de él?

Usted quizás haya notado que muchos se inclinan a pasar a otros la culpa, por los errores que se han cometido. Esto no es nada nuevo, como se puede ver por la manera en que respondió la primera pareja humana, Adán y Eva, cuando Dios los interrogó en cuanto a que hubieran comido, en desobediencia, de cierto fruto. Leemos:

“Pasó el hombre a decir: ‘La mujer que me diste para que estuviese conmigo, ella me dio fruto del árbol y así es que comí.’ Con eso Jehová Dios le dijo a la mujer: ‘¿Qué es esto que has hecho?’ A lo cual respondió la mujer: ‘La serpiente... ella me engañó y así es que comí.’”—Gén. 3:12, 13.

Adán, al imputar su error a “la mujer que me diste para que estuviese conmigo,” hasta dio a entender que Dios tenía culpa. Sin embargo, estos esfuerzos por justificarse a sí mismos no produjeron ningún beneficio, pues Dios expulsó del Jardín de Edén a Adán y Eva y éstos con el tiempo murieron en cumplimiento de la sentencia de Dios. (Gén. 2:16, 17; 3:23, 24; 5:5) Más tarde Jehová declaró: “Yo no declararé justo al inicuo.” (Éxo. 23:7) De nada vale ante Dios el tratar de hacer que un mal proceder parezca correcto.

“EL PRIMERO DE LOS REQUISITOS PRELIMINARES PARA EL PERDÓN”

Por otra parte, provienen grandes beneficios de estar uno dispuesto a prestar atención al buen consejo y rectificar un derrotero o proceder incorrecto. Considere el caso de David, que se vio envuelto en serias violaciones de la ley de Dios. David no solo cometió adulterio con Bat-seba, la esposa de otro hombre, sino que trató de encubrir su inmoralidad haciendo arreglos para que el esposo de Bat-seba muriera en la batalla. (2 Sam. 11:1-27) Por eso, Dios, por medio del profeta Natán, reprendió severamente a David y predijo calamidad para su casa. Pero la Biblia pasa a relatar lo siguiente: “David ahora le dijo a Natán: ‘He pecado contra Jehová.’ Ante lo cual Natán le dijo a David: ‘Jehová, a su vez, efectivamente deja pasar tu pecado. No morirás.’”—2 Sam. 12:1-13.

Sobre esta experiencia, David escribió más tarde: “Por fin te confesé mi pecado, y no encubrí mi error. Dije: ‘Haré confesión acerca de mis transgresiones a Jehová.’ Y tú mismo perdonaste el error de mis pecados.” (Sal. 32:5) En The Soncino Books of the Bible se hacen estos comentarios: “Él no estaba dándole información a Dios que sabía lo que había hecho; al reconocerlo ante Él lo reconoció ante sí mismo. Ese es el propósito de la confesión y el primero de los requisitos preliminares para el perdón. . . . Habiendo efectuado su parte el pecador, Dios estaba dispuesto a hacer la suya como Perdonador.” ¡Cuánto provecho sacó David de prestar atención a la censura! ¿Saca provecho usted también de la censura?

CUANDO NO SE QUEBRANTA NINGUNA LEY

¿Qué hay si usted recibe consejo acerca de una acción que no viola ninguna ley? ¿Debería usted considerar el asunto como ‘asunto que a nadie le importa sino solo a usted’? Tocante a un caso como ése, el apóstol Pablo escribió lo siguiente:

“Todo lo que se vende en la carnicería sigan comiéndolo, sin inquirir nada por causa de su conciencia. . . . Si alguno de los incrédulos [paganos] los invita a ustedes [a comer] y desean ir, procedan a comer todo lo que sea puesto delante de ustedes, sin inquirir nada por causa de su conciencia.

“Pero si alguno les dijera: ‘Esto es algo ofrecido en sacrificio,’ no coman por causa del que se lo expuso y por causa de la conciencia. ‘Conciencia,’ digo, no la tuya propia, sino la de la otra persona.”—1 Cor. 10:25-29.

¿Comprendió usted el principio básico que está envuelto en ese consejo? Cada cristiano tiene que respetar las conciencias ajenas. La obra Word Pictures in the New Testament contiene las siguientes observaciones:

“Pablo diestramente se pone en el lugar del hermano fuerte que está en tal banquete y del cual se espera que amolde su conciencia a la del hermano débil que saca a relucir el punto acerca de un trozo de carne en particular. Es una reducción de la libertad personal de uno en el interés del hermano débil. Chocan dos individualidades. La única razón es el amor que edifica ([1 Cor.] 8:2 y todo el 1 Cor. capítulo 13).”

¿Sacaría usted provecho de consejo similar hoy día? Cierto, quizás el alimento no envuelva cuestiones de conciencia en su localidad. Pero otras cosas sí pudieran hacer eso. Por ejemplo: El arreglo personal; las modas; las clases de diversión. Si alguien le señalara a usted que lo que usted selecciona en cuanto a tales cosas perturba la conciencia de un compañero cristiano, ¿sacaría usted provecho de ese consejo y por amor aceptaría ‘una reducción de su libertad personal’?

ALGO QUE IMPIDE SACAR PROVECHO DEL CONSEJO

¿Cómo responde usted cuando alguien le señala errores que usted ha cometido o le sugiere que mejore cierto aspecto de su vida? ¿Qué hay si la persona que ofrece el consejo es más joven o tiene menos experiencia que usted, o es una persona subordinada donde usted trabaja? ¿Le sobrevienen súbitos sentimientos de resentimiento que le impiden sacar provecho del buen consejo? ¿A qué se deben estos sentimientos?

Es una tendencia de la naturaleza humana que sale a colación en Romanos 12:3: “Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que es necesario pensar.” La culpa la tiene el orgullo, que es una autoestimación excesiva o un sentimiento irrazonable de superioridad sobre otros. ¿Cómo puede usted tratar con el impedimento del orgullo?

Es fundamental en esto aceptar la verdad que se manifiesta en Romanos 3:23: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios.” ¿Cree usted eso? Quizás conteste rápidamente que sí, pero ¿muestra su derrotero en la vida que en realidad lo dice de veras? No si usted da la impresión de que “siempre tiene la razón” por medio de menospreciar el buen consejo.

¡Y piense en las trágicas consecuencias de rechazar orgullosamente el consejo correctivo! Entre otras cosas, hay soledad, pues ¿quién desea asociación con una persona que no puede admitir sus errores? Peor que eso, el Creador declara: “El ensalzamiento propio y el orgullo . . . he odiado.” (Pro. 8:13) Un espíritu arrogante perjudica la relación de uno con Jehová. Por lo tanto, no puede resultar en nada bueno. “El orgullo está antes de un ruidoso estrellarse, y un espíritu altivo antes del tropiezo.”—Pro. 16:18.

Por otra parte, “las censuras de la disciplina son el camino de la vida.” (Pro. 6:23) El individuo que responde al consejo retiene relaciones agradables con otros, y, lo que es más importante, con el Creador. Esa persona no está restringida por un límite a lo que puede percibir. No solo obtiene ventajas personales de los pensamientos de otros, sino que, a su vez, irradia a su prójimo los beneficios de un punto de vista ensanchado. El consejo ciertamente es provechoso. La pregunta es: ¿Sacará uno provecho de él?

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