Un médico muestra aprecio
CUANDO visitamos al Dr. M, le explicamos que éramos testigos de Jehová y que teníamos algo que queríamos darle. Él se mostró muy atento y nos invitó a entrar inmediatamente, mientras bromeaba con nosotros y decía: “¡Una vez que entren, la visita les costará quince dólares!” Le dimos el folleto Los testigos de Jehová y la cuestión de la sangre y le explicamos que a todo médico, enfermero o enfermera y abogado se le estaba dando un ejemplar para que se familiarizara mejor con lo que pensaban los Testigos y con la razón por la cual no aceptamos sangre.
El médico dijo que, aunque había servido en la unidad M.A.S.H. en Corea y había administrado sangre a muchas personas, creía que cada persona debería poder tomar su propia decisión en cuanto a lo que se le hiciera a su cuerpo. También concordó con el punto de tratar al “hombre entero,” puesto que el poner sangre por fuerza en alguien pudiera llevar a problemas sicológicos.
Después de considerar Juan 17:3, le ofrecí las suscripciones de La Atalaya y ¡Despertad! mientras le explicaba que le ayudarían a aprender más acerca de la Biblia y la manera en que Dios removería de la humanidad estos problemas. El médico se suscribió a ambas revistas y dijo: “Creo que son una buena inversión.”
Relató por qué les tenía afecto a los testigos de Jehová. Una vez el auto se le detuvo debido a una avería en una carretera de Pensilvania y la gente de otro auto vino a ayudarlo. Esta gente no solo le ayudó a llevar su auto a una estación de gasolina, sino que permaneció allí con él hasta que el auto quedó reparado y se aseguraron de que él podía seguir su camino. Antes de partir, le dejaron ejemplares de La Atalaya y ¡Despertad! y así él supo que eran testigos de Jehová. Varias veces repitió que ellos habían sido extremadamente bondadosos con él al hacer grandes esfuerzos por prestarle ayuda.—Contribuido.