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  • Las “buenas nuevas” llegan a las Islas Vírgenes
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
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  • LAS “BUENAS NUEVAS” LLEGAN A SANTO TOMÁS
  • LAS “BUENAS NUEVAS” LLEGAN A OTRAS ISLAS
  • HALLANDO SALONES DEL REINO CONVENIENTES
  • LA SITUACIÓN HOY
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
w80 1/9 págs. 29-31

Las “buenas nuevas” llegan a las Islas Vírgenes

LAS Islas Vírgenes son un grupo de muchas islas —algunas grandes, otras diminutas— que se hallan en la orilla nordeste del mar Caribe precisamente al este de Puerto Rico. El clima ideal y el bello paisaje —montañas que se precipitan en el mar, centenares de pintorescas bahías y playas arenosas— atraen a muchos turistas. Por avión y por barcos de excursión llegan diariamente miles de personas que están de vacaciones, especialmente en los meses de invierno. No en balde se llama a las Islas Vírgenes “las tierras de las vacaciones de América.”

LAS “BUENAS NUEVAS” LLEGAN A SANTO TOMÁS

¿Cómo llegaron a esta zona las “buenas nuevas” proclamadas por los testigos de Jehová? En enero de 1947 dos misioneros de la primera clase de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower, T. E. Klein y su esposa, fueron asignados a proclamar las “buenas nuevas” en Santo Tomás (St. Thomas). Ellos realmente hicieron grandes esfuerzos en la predicación, en las calles y de casa en casa. En las Islas Vírgenes, la persona que se acerca a la puerta suele clamar: “Inside! [¡Adentro!]” El amo de casa responde: “Outside! [¡Afuera!]” y viene a la puerta.

Trabajando desde temprano por la mañana hasta después de la caída del Sol, pasando por calles y callejones estrechos, y trepando por colinas empinadas y escaleras, los misioneros llevaron el mensaje del Reino a personas de toda clase. La respuesta fue sorprendente. En solo cuatro meses, los Kleins obtuvieron 750 nuevas suscripciones a las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Como resultado de esto, la oficina de correos tuvo que iniciar un servicio de entrega a zonas rurales. Pronto unas personas que se interesaban en el mensaje acompañaron a los misioneros en las visitas de éstos a otras personas.

LAS “BUENAS NUEVAS” LLEGAN A OTRAS ISLAS

Se llegó a otra zona de las Islas Vírgenes con las “buenas nuevas” cuando Edmead George regresó a su isla nativa de San Juan (Saint John) después de estudiar la Biblia con los testigos de Jehová en Nueva Orleans, Louisiana, E.U.A., y en Puerto Rico. Él empezó a contar a sus parientes y vecinos las cosas que había aprendido. Su esposa, su madre y tu tía respondieron favorablemente. Lo mismo hizo su vecino Amos Sullivan, un marino enjuto y fuerte. Cuando Edmead y su familia tuvieron que mudarse a Santo Tomás por razones económicas, Amos siguió adelante declarando las “buenas nuevas.” Amos no solo testificó con regularidad a sus vecinos, subiendo y bajando las colinas y montañas, sino que también remaba unos tres kilómetros en su botecito de remos para llegar a personas que vivían al otro lado de la bahía. Hoy hay una congregación en Cruz Bay, donde un hijo de Amos se estableció después que llegó a ser Testigo.

En 1948 los testigos de Jehová comenzaron a declarar las “buenas nuevas” a los habitantes de Santa Cruz (St. Croix). Cuando T. E. Klein y su esposa llegaron allí en 1951, hallaron una congregación pequeña en Christiansted. Para el fin de 1951, Klein hizo varias visitas a un isleño nativo. Debido a que la mayoría de las visitas terminaban en discusiones, finalmente Klein dijo a aquel hombre: “Mire, joven, si usted quiere estudiar la Biblia, para eso vine, y no para discutir con usted.” Este hombre, Leroy Boyce, entonces dijo: “La única manera de arreglar esto es que usted y mi ministro hablen y usted considere el asunto con él. Entonces podré decidir a cuál de los dos creer.” ¿Qué resultado tuvo esto? Durante la discusión que el ministro tuvo después con T. E. Klein, el ministro se encolerizó y salió del lugar muy nervioso y agitado. Hoy Leroy Boyce sirve de anciano en la congregación de Christiansted.

Fue en 1949 que las “buenas nuevas” llegaron a los habitantes de las Islas Vírgenes Británicas. En julio de ese año el yate misional Sibia atracó en la bahía de Road Town, en Tórtola (Tortola). Los cuatro misioneros empezaron inmediatamente a ir de casa en casa y compartir las “buenas nuevas” con la gente. Durante el día se esparcían por la costa y sobre las montañas predicando a la gente y conduciendo estudios bíblicos. En las noches los misioneros llevaban su linterna de gasolina a la playa para que alumbrara mientras se pronunciaba un discurso bíblico bajo un árbol conveniente. Al ver la linterna, los isleños encendían sus antorchas, que consistían en trapos puestos en botellitas de queroseno, y bajaban por la montaña para oír el discurso. Las antorchas parecían muchas estrellas que estuvieran moviéndose montaña abajo. Era una vista emocionante.

La Sibia visitó a Tórtola varias veces. Gradualmente se formó un grupito de personas interesadas en la verdad. Los misioneros pudieron celebrar reuniones con regularidad mientras estuvieron allí. Cuando partieron, el grupo continuó reuniéndose. En 1955 vino a Tórtola Lionel Sullivan, otro hijo de Amos Sullivan, y se formó la congregación de Road Town.

HALLANDO SALONES DEL REINO CONVENIENTES

Para las reuniones de las congregaciones que crecían, se alquilaban saloncitos. Pero en poco tiempo estos salones llegaban a estar demasiado atestados de gente. En Santo Tomás parecía imposible hallar un lugar apropiado para las reuniones. La propiedad era muy cara, y había pocos lugares que se pudieran alquilar; además, el alquiler era muy costoso. Sin embargo, cierta mañana el ministro presidente de la congregación de los testigos de Jehová, Walter Georges, recibió información de que una señora quería hablarle. Esta conversación preparó el camino para la construcción de un lugar de reuniones, un Salón del Reino.

El gobierno había hecho obligatorio el que todos los residentes tuvieran inodoros con sistema de inundación. Esta señora estaba dispuesta a donar terreno, si los Testigos la ayudaban a cumplir con el nuevo reglamento gubernamental. En vista de la pobre condición de la morada de la señora, los Testigos ofrecieron construirle una casa de dos dormitorios. La señora se alegró mucho con aquel arreglo. Después que los Testigos obtuvieron la escritura que les daba derecho al terreno donado, estuvieron listos para construir su salón.

Pero, ¿quién lo construiría? Los Testigos de aquel lugar no sabían mucho de construcción. Un Testigo que vivía en Florida, E.U.A., pero que era de Santo Tomás, se ofreció voluntariamente para dibujar los planos. Pero, ¿cómo podían estar seguros de que leían los planos correctamente? Todas las noches Walter Georges llamaba a Leroy Boyce, un Testigo compañero y contratista de Santa Cruz, y le leía los planos. Leroy le decía a Walter qué hacer el día siguiente. De este modo, los Testigos pudieron construir un Salón del Reino y una casa para la donadora de la propiedad.

LA SITUACIÓN HOY

Durante los años setenta hubo un tremendo aumento en la cantidad de los que proclamaban las “buenas nuevas” en las Islas Vírgenes. Ahora hay más de 570 personas haciendo eso en las Islas Vírgenes Americanas y Británicas. A las asambleas de distrito que se celebran cada año, por lo general en Santo Tomás o Santa Cruz, asisten aproximadamente 1.000 personas. Ciertamente las “buenas nuevas” han llegado a la tierra de vacaciones de América, y muchas personas están respondiendo favorablemente, incluso la población de habla española a la cual sirven ahora dos congregaciones de testigos de Jehová.

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