La Palabra de Dios es viva

Las apariencias exteriores pueden engañar

Abrahán y su sobrino Lot tuvieron un problema. Ambos habían acumulado rebaños y vacadas tan grandes que entre sus ganaderos estallaban riñas. Para mantener la paz, Abrahán sugirió que él y Lot se separaran. Dio a Lot la oportunidad de escoger primero. ‘Si vas a la izquierda,’ dijo Abrahán, ‘yo iré a la derecha. Pero si vas a la derecha, entonces yo iré a la izquierda.’

Lot miró desde el lugar ventajoso donde se hallaban, y, señalando a la hermosa y bien regada región cerca de las ciudades de Sodoma y Gomorra, escogió aquella zona. El área parecía buena. Pero, ¿lo era, en verdad? Los habitantes de aquella zona vivían en degradación moral, y esto condujo a dificultades.—Gén. 13:5-13.

Con el tiempo, Lot y su familia se mudaron a la misma Sodoma. Esto los puso en una situación peligrosa. El rey Kedorlaomer y sus aliados derrotaron al rey de Sodoma, y, como se puede ver, se llevó cautivos a Lot y su familia. Sin embargo, poco después Abrahán y sus fuerzas los rescataron a todos. Y recobraron todo lo perdido. Lot y su familia regresaron a Sodoma para vivir allí.—Gén. 14:4-16.

A la esposa de Lot algunas cosas de Sodoma deben haberle parecido muy atractivas. Pero la apariencia ciertamente era engañosa. En realidad, la perversión sexual y un total desprecio a la decencia moral eran características de Sodoma y Gomorra. Finalmente, Jehová decidió destruir a aquellas ciudades debido a la iniquidad de éstas. Pero en su misericordia Dios envió dos ángeles que tomaron de la mano a Lot, su esposa y sus dos hijas y los condujeron fuera de la ciudad. Entonces uno de los ángeles dijo: ‘Corran por su vida. Y no miren atrás.’

Lot y sus hijas obedecieron. Huyeron de Sodoma sin mirar atrás. Pero la esposa de Lot no prestó atención a la guía angelical, miró atrás, quizás con anhelo por las cosas materiales que había dejado allá en Sodoma, y se convirtió en una columna de sal.—Gén. 19:1-26; 2 Ped. 2:7, 8.

Esto encierra una lección para nosotros. Como Sodoma, el viejo sistema de cosas que hay en la Tierra hoy puede parecer atractivo. Pero esa apariencia es engañosa. En realidad, ese sistema es corrupto en sentido moral, y su destrucción viene con tanta seguridad como el juicio ardiente de Dios que le sobrevino a la antigua Sodoma.—Luc. 17:28-30.