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  • Un día feliz en el Brasil

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  • Un día feliz en el Brasil
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
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  • La dedicación
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
w82 15/2 págs. 12-14

Un día feliz en el Brasil

EL SÁBADO 21 de marzo de 1981 fue un día feliz para los testigos de Jehová del Brasil. Ese fue el día de la dedicación del espacioso local de las oficinas centrales de ellos, en Cesario Lange, a 140 kilómetros de São Paulo. Fue un día importante para el resto del Brasil también. ¿Por qué? Porque tarde o temprano, las actividades de los voluntarios que trabajan en estos nuevos edificios influirán en la vida de muchos brasileños.

En el Brasil los testigos de Jehová han tenido un crecimiento rápido. En los años veinte, ocho marineros que habían obtenido literatura bíblica en Nueva York regresaron a su hogar en el Brasil y compartieron con otras personas su conocimiento recién adquirido. Desde aquel comienzo pequeño, la cantidad de Testigos ha aumentado a más de 117.000.

Como cristianos, los testigos de Jehová siempre se mantienen ocupados por medio de hablar con sus vecinos acerca de la Biblia y usar extensamente literatura bíblica. Esto explica por qué necesitan oficinas centrales donde puedan organizar la obra e imprimir la literatura que ellos usan. En cada país las oficinas centrales se llaman “Betel.”

Debido al aumento que ha habido en la cantidad de Testigos del Brasil, el antiguo hogar Betel y la imprenta de São Paulo resultaron ser muy pequeños; fueron agrandados, pero después resultaron ser demasiado pequeños otra vez. Por eso, se tomó la decisión de construir un nuevo complejo de edificios. En 1977, se compró una propiedad en Cesario Lange.

La nueva propiedad, que comprende 115 hectáreas, no estaba cultivada. Así que voluntarios se mudaron allí e hicieron frente a víboras y dolorosas picaduras de abejas, para sojuzgar la tierra. Despejaron la región donde habían de construirse los edificios y prepararon otra parte del terreno para cultivo y ganadería. Pero procuraron salvar cuantos árboles les fue posible y lograron preservar 20 hectáreas de bosque virgen. Así la familia de Betel ahora comparte la localidad con armadillos, puerco espines, venados, gatos monteses, mofetas, ardillas y muchas aves raras y de diversos colores.

La construcción

El nuevo Betel presenta un aspecto verdaderamente bello en su ambiente rural. Además, es espacioso. Dado que es casi seis veces más grande que el anterior, tiene campo para mucha expansión en el futuro. Los pisos de los ocho edificios (incluso uno de imprenta) suministran 46.000 metros cuadrados de espacio. Se clavó en la tierra un total de 15.000 metros de pilotes para sostener las columnas... ¡eso es casi dos veces lo que mide de alto el monte Everest!

¿Quiénes participaron en la construcción? Bueno, tan pronto como se compró el terreno, muchos testigos de Jehová de todas partes del país ofrecieron sus habilidades y conocimientos profesionales. Además, empleados de un contratista privado, que no son testigos, trabajaron en el proyecto. En una ocasión trabajaron 800 personas a la vez.

Esa es una cantidad grande de personas. ¿Estaban desorganizados? No. La obra estuvo tan bien dirigida, que un periódico local informó lo siguiente: “No hay ningún desorden, como los que comúnmente se pueden ver entre los que trabajan en una obra grande; no hay bebidas alcohólicas o rara vez se ven en el lugar de la obra, donde predomina la tranquilidad. Todo el alimento se prepara allí. En realidad, el sitio es una ciudad en miniatura, pues es totalmente autosuficiente.”

Los accidentes graves también son comunes en las obras de construcción. Pero, en ésta, la buena organización y la adherencia a los reglamentos de seguridad dieron buenos resultados. Durante todo el período de construcción no hubo accidentes serios. Los Testigos agradecen esto a Jehová.

¿Cómo se sufragaron los gastos de la obra? En gran parte fue mediante contribuciones voluntarias de testigos de Jehová del Brasil y de otros países. Un Testigo joven envió una alcancía con la siguiente nota: “Cada año ahorro dinero en una alcancía para comprar un juguete. Mi papá me animó a que enviara mi alcancía a la Sociedad [Watch Tower]. Sé que Jehová Dios me bendecirá por este gesto.”

La dedicación

Así llegó por fin el 21 de marzo de 1981, día de la dedicación de las nuevas oficinas centrales. Hubo presentes 3.607 Testigos de todas partes del país. Algunos viajaron 4.000 kilómetros para asistir a la dedicación. Otros, que no pudieron asistir, enviaron saludos por escrito, incluso un mensaje en Braille.

Entre los presentes había algunos que tenían muchos años de experiencia en la verdad. Charles D. Leathco, graduado de la primera clase de Galaad, escuela para misioneros, explicó a la multitud que estaba reunida cómo se efectuaba la obra de visitar a las diferentes congregaciones allá en 1945. En aquel entonces, había solamente 30 congregaciones en todo el país, en comparación con las 2.100 que hay hoy. Agenor da Paixão relató cómo era el trabajo en Betel cuando él empezó a trabajar allí en 1949. En aquel entonces solamente había 20 voluntarios que trabajaban en las oficinas centrales del Brasil. Ahora hay 280 trabajadores voluntarios.

Los recuerdos de Maud Yuille se remontaron a tiempos más remotos aún. Ella y su esposo llegaron al Brasil en 1936, cuando solo había 60 testigos de Jehová en el país. Ahora hay más de 117.000 Testigos. Maud Yuille, quien tiene ahora noventa y dos años de edad, sigue trabajando fielmente en Betel.

Lloyd Barry, miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, pronunció el discurso de dedicación, basado en 1 Crónicas 29:9-13. También usó las hermosas palabras que pronunció el rey Salomón durante la dedicación del templo de Jerusalén y dio a Jehová Dios todo el crédito por los excelentes edificios nuevos que ahora estaban listos para ser usados en Su servicio.

Al final del programa, todos se sentían felices por los acontecimientos del día. Y sin duda todavía tenían presentes las palabras del hermano Karl Rietz, quien al comenzar el programa dijo: “Los ladrillos no pueden predicar. Por lo tanto, si no hubiera predicadores de las ‘buenas nuevas,’ no se hubieran edificado estos edificios.” ¡Qué ciertas resultaron ser aquellas palabras! El celo de los testigos de Jehová del Brasil y la bendición de Jehová sobre el arduo trabajo de ellos hizo necesario emprender la obra de construcción.

Ahora que se ha completado la construcción, los testigos de Jehová seguirán trabajando duro para llevar las “buenas nuevas” a los rincones más distantes de este país extenso. Así, ese día de dedicación resultó ser una ocasión feliz no solo para los testigos de Jehová, sino para toda persona de corazón recto en el Brasil.

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