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  • “Las buenas nuevas de la paz” llevan fruto en Suiza
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
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  • “Las buenas nuevas de la paz” llegan a Suiza
  • El mensaje da fruto
  • Un cambio notable en el modo de vivir
  • Se esparcen las “buenas nuevas” en los valles aislados de las montañas
  • Se vence la toxicomanía
  • Una familia de Betel feliz
  • Se sigue produciendo el fruto de la paz
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
w82 15/7 págs. 12-15

“Las buenas nuevas de la paz” llevan fruto en Suiza

EN LA historia, Suiza frecuentemente ha sido descrita como una “isla de paz.” Hay bastante veracidad en este nombre, pues desde que Napoleón cambió el aspecto de Europa a principios del siglo diecinueve, el país no ha participado en guerras.

Hoy, los 6.000.000 de habitantes de Suiza disfrutan de uno de los más altos niveles de vida del mundo. Además, dicha prosperidad se ha logrado sin que haya los recursos naturales convencionales. Era inevitable que, en un ambiente excepcionalmente pacífico, el duro trabajo junto con la exactitud escrupulosa produjeran resultados. No obstante, si se examina a fondo esta situación aparentemente idílica, salen a luz los problemas inherentes al modo de vivir del mundo de Occidente. Aquí también hay matrimonios quebrantados y adolescentes toxicómanos. Las personas de corazón sincero se sienten verdaderamente alarmadas, de modo que “las buenas nuevas de la paz” basadas en la Palabra de Dios, la Biblia, son buenas nuevas para la “isla de paz” también.—Efesios 6:15.

“Las buenas nuevas de la paz” llegan a Suiza

Cuando Charles Taze Russell, primer presidente de la Sociedad Watch Tower, visitó Suiza por primera vez en 1891, le pareció que ‘los sembrados estaban maduros.’ (Mateo 9:37, 38; Juan 4:35-38) Pero, ¿quién ayudaría a recoger la cosecha? Resultó que Adolf Weber había de ser útil en este trabajo. Como joven, Weber había dejado su país natal para ir a los Estados Unidos. Allí aprendió acerca de la verdad bíblica, y, después de esto, trabajó como jardinero para C. T. Russell. Pero luego tomó a pecho el consejo de los que le animaron a que regresara a Suiza para ser un “jardinero en la viña del Señor.”

En su pueblito natal de Les Convers, Weber halló empleo como jardinero y guardabosques. Ahora, él se encontraba nuevamente en el cantón de Neuchâtel, arriba en la cordillera del Jura con sus valles aislados bordeados de bosques, donde casi nunca se forma un río debido a que el agua de la lluvia se rezuma rápidamente por la caliza porosa. ¿A dónde va el agua? A los bellos lagos de Neuchâtel y Bienne, al pie meridional del Jura, es parte de la respuesta.

Pero Adolf Weber no pasó su tiempo contemplando el paisaje tranquilo. Durante los meses del invierno largo, en particular, viajaba por las tierras bajas, y fuera a pie o pedaleando su bicicleta, por todas partes predicaba “las buenas nuevas de la paz.” Su actividad no se limitó de manera alguna al occidente de Suiza, donde se habla francés, ni al territorio fronterizo de Francia. Gracias a su conocimiento del alemán y el italiano, Weber pudo esparcir el mensaje del Reino de un extremo de Suiza al otro hasta llegar a la cordillera de San Gotardo y más allá de los Alpes hasta Milán en el norte de Italia. Jehová no dejó de bendecirlo a él y a otros que trabajaron de todo corazón en la cosecha.

El mensaje da fruto

En el año 1899, 14 personas del pueblo rural de Thun, situado a 30 kilómetros al sudeste de la capital del país, Berna, informaron que habían conmemorado la muerte de Jesucristo. Luego, se formaron otros grupos de estudio tanto en las partes alemanas como francesas del país, y en corto tiempo se establecieron dos oficinas sucursales de la Sociedad Watch Tower que supervisaban la obra de predicar el Reino conforme al idioma de la región. Entonces, en los años veinte, se confió la supervisión a la oficina sucursal ampliada de Berna, a la que se había añadido un taller de imprenta de tamaño considerable. Medio siglo después, se construyó un edificio grande de sucursal en Thun, donde ya hace varios años que la sucursal ha estado funcionando.

El predicar a los centenares de miles de obreros extranjeros también ha resultado en una bendición. Como resultado de esta obra, muchos de los testigos de Jehová de este país son de habla italiana y española. Personas de muchas nacionalidades se han sentido atraídas por la fuerza de “las buenas nuevas de la paz.” De los más de 11.000 proclamadores del Reino que hay en Suiza, la mitad son de habla alemana, una tercera parte hablan el italiano o el español y apenas una quinta parte habla el francés. En 1981 un total de 19.785 personas asistió a la celebración del Memorial en las 231 congregaciones aquí.

Un cambio notable en el modo de vivir

A menudo, han sido bastante extraordinarias las circunstancias bajo las cuales “las buenas nuevas de la paz” han llegado al corazón de algunas personas. Por ejemplo, cierto joven de España llegó a Ginebra, junto con un amigo íntimo. La toxicomanía ya había llegado a ser el vicio principal de ellos y se dedicaban a robar artículos de alto valor de las tiendas. Un día prendieron al amigo del joven y lo encerraron en la cárcel, pero el joven siguió dedicándose a la ratería. Dentro de poco la soledad hizo que reflexionara sobre el verdadero significado de la vida. A menudo se ponía a hojear la Biblia y el libro La verdad que lleva a vida eterna, publicación de la Sociedad Watch Tower que él había obtenido en España. Poco a poco, llegó a tener en alta estima a los publicadores de este libro y empezó a buscar a los testigos de Jehová. Por eso, cuando un día vio a dos hombres bien vestidos que llevaban maletines salir de la casa donde él vivía, se revistió de valor, se acercó a ellos y les preguntó: “¿Son ustedes testigos de Jehová?” ¡Imagínese el gozo que sintió cuando le contestaron que sí! Inmediatamente se comenzó un estudio de la Biblia.

En tan solo cuatro meses, el joven había aprendido lo suficiente como para efectuar cambios importantes en su vida. Informó a los Testigos que estaban estudiando con él acerca de su carrera como ratero y los condujo al sótano donde todavía tenía ocultos los artículos robados: abrigos, trajes, corbatas y hasta receptores de radio y televisores. El sinceramente deseaba devolver los artículos a sus dueños. Pareció preferible consultar con un abogado, y éste quedó tan asombrado que ofreció su ayuda gratuitamente. “¡Jamás he visto a un ladrón tan honrado!,” exclamó él. Al devolver los artículos robados, el abogado siempre explicaba que este cambio inesperado había sido el resultado de un estudio bíblico, y así se daba un excelente testimonio. (Hebreos 13:18) Poco después, el joven se bautizó como testigo de Jehová.

Se esparcen las “buenas nuevas” en los valles aislados de las montañas

Entre el Jura al occidente y los Alpes al oriente, una tercera parte del territorio suizo consiste en tierras labrantías onduladas que se conocen como Mittelland, “terreno del medio,” donde se ha establecido la mayor parte de la población. Sin embargo, a medida que uno se acerca a las colinas al pie de los Alpes y a los Alpes mismos, imperan las formas de vida tradicionales que frecuentemente están relacionadas con la religión católica. Las personas aquí, que a menudo son de humildes recursos, viven en comunidades que constituyen pequeñas aldeas. El temor a los vecinos es una trampa especialmente traicionera en estos lugares. (Proverbios 29:25) Aunque las congregaciones de los testigos de Jehová son pequeñas y pocas en estas regiones, no se escatiman esfuerzos por hacer llegar el mensaje de “las buenas nuevas de la paz” a la población de las montañas. Por ejemplo, hace unos años centenares de Testigos de las mesetas participaron en una campaña especial a principios del verano.

En aquel entonces, Testigos celosos estaban activos también en el cantón trilingüe de los Grisones, situado en el sudeste. Para mostrar una película, se alquiló un salón en un nuevo hotel que quedaba en el mundialmente conocido Saint Moritz. Cerca de este centro de turismo alpino se fusionan las regiones de habla alemana, italiana y rética. Entre la cantidad sorprendentemente grande de personas que asistieron al programa italiano estuvieron el gerente del hotel y su familia. Después de la sesión, él dio las gracias afectuosamente a los hermanos y hasta no quiso aceptar el dinero por el alquiler del salón de reuniones.

Cuando uno sale de Saint Moritz, hay dos caminos diferentes que conducen a Italia. Si el viajero va por el paso de Maloja, desciende al valle de Bregaglia donde la mayor parte de la población es protestante, mientras que si opta por atravesar el desfiladero de la Bernina —a plena vista del magnífico pico de la Bernina, que mide 4.049 metros de alto— llega al valle de Poschiavo, baluarte del catolicismo. En ambos valles se habla el italiano. Cerca de la aldea de Poschiavo, un laguito refleja las montañas que lo rodean. No lejos de allí, una familia —el padre era católico profeso y la madre era una de las pocas personas protestantes de la localidad— empezó a estudiar la Biblia. Su contacto con los testigos de Jehová no pasó desapercibido y después de algún tiempo representantes de ambas iglesias visitaron a la familia. Aunque se ejerció mucha presión sobre ella, la verdad bíblica finalmente resultó victoriosa. Hoy los padres son Testigos bautizados y se reúnen con regularidad, en compañía de sus tres hijos, al otro lado de la frontera con compañeros cristianos de Italia.

Pero, desde el púlpito de su iglesia el sacerdote católico instó a los parroquianos a que boicotearan el negocio de este hermano. Numerosos parientes que formaban parte de la comunidad de la aldea dejaron de asociarse con la familia. (Mateo 10:35) No obstante, los miembros inmediatos de la familia están agradecidos por la relación que tienen con Jehová. Además, ellos aman a su prójimo y, hasta el grado que depende de ellos, son pacíficos con todos.—Romanos 12:18.

Se vence la toxicomanía

Cierto joven de Zurich era atleta y jugador de fútbol entusiasta. El creía que el contribuir lo mejor de sí mismo a las pistas de carrera y a los campos de fútbol daría a su vida significado. Pero frecuentemente se sentía deprimido debido a la rivalidad y hasta el odio que existía entre los atletas que jugaban con él. Además, constantemente se ejercía presión sobre los participantes para que hicieran mejor y también se glorificaba a los campeones y las marcas de carreras, mientras que simplemente se pasaban por alto los esfuerzos de los atletas que tenían menos éxito. Estas circunstancias contribuyeron en gran parte a que él aceptara las drogas que le ofreció un día un ex condiscípulo. Parece que las drogas aliviaron sus problemas temporáneamente, pero, por supuesto, no los resolvieron.

Al regresar del trabajo una noche, el joven halló que alguien le había dejado un ejemplar de Noticias del Reino. Lo que leyó acerca del fin venidero de este sistema de cosas despertó su interés. Pidió los libros que se mencionaban en el tratado y estudió con entusiasmo el contenido de éstos. Dentro de poco, un hermano de mayor edad, acompañado de su esposa, lo visitó. Hacía poco esta hermana había empezado a estudiar con la madre del joven. El hijo, a su vez, quedó en estudiar la Biblia y en poco tiempo hizo progresos, pues dejó las drogas y el tabaco. Su madre también logró buen progreso en lo espiritual y ambos se bautizaron en 1977 en la asamblea de distrito de Zurich. Por un tiempo, este joven sirvió como miembro diligente de la familia de Betel de Thun.

Una familia de Betel feliz

“Dios no es Dios de desorden, sino de paz,” escribió el apóstol Pablo. (1 Corintios 14:33) Puesto que de la oficina sucursal de Thun de la Sociedad Watch Tower se emiten numerosos incentivos para esparcir las “buenas nuevas de la paz,” es importante que los colaboradores que trabajan allí mantengan el orden y la paz dentro de la familia de Betel. Día tras día el maravilloso ambiente natural que rodea el edificio de la sucursal contribuye al aprecio profundo que sienten por el “Dios de paz” los miembros de esta familia que le sirven. (Filipenses 4:9) ¡Qué magnífico es el panorama de las montañas cubiertas de nieve! Desde la azotea, uno vislumbra el lago Thun y queda fascinado por el impresionante espectáculo parecido a un centro de mesa formado por los Alpes berneses, el trío de Eiger, Mönch y Jungfrau.

No es sorprendente que la familia de Betel sea tan multilingüe como el campo al que sirve. Miembros de la familia de habla alemana, francesa, italiana y española representan ocho diferentes nacionalidades. El trabajador más joven de la familia tiene apenas 20 años de edad y el mayor —un hermano que se bautizó en 1909— tiene 95 años de edad.

El prestar ayuda con relación a lo espiritual a las congregaciones que componen los 13 circuitos (seis de habla alemana, cuatro de habla italiana, dos de habla francesa y uno de habla española) es un rasgo de las actividades de la sucursal. Otro es el de imprimir publicaciones. Actualmente, se imprimen y se envían por correo 18.000.000 de revistas al año. Principalmente, esto promueve la obra de predicar “las buenas nuevas de la paz” en Suiza, Austria, Bélgica, Portugal, España y los estados de habla francesa del África. Durante el año 1978, se amplió la oficina sucursal de Thun, y así se creó espacio adicional donde efectuar trabajo en el futuro.

Se sigue produciendo el fruto de la paz

En Suiza, el pueblo de Jehová trabaja arduamente. Y personas rectas siguen dándose cuenta de que las “buenas nuevas de la paz” de Dios son de importancia vital para los habitantes de la “isla de paz” alpina, si éstos han de gozar de felicidad eterna.

Un viernes por la noche, el 26 de enero de 1979, la estación televisora de Suiza que presenta programas en la lengua italiana dedicó media hora a un documental sobre los testigos de Jehová de este país. El programa, que fue notablemente justo, presentó de manera favorable la vida y las actividades de los Testigos. Fue conmovedor oír a una hermana de 97 años de edad contestar las preguntas que le hizo el que la entrevistó sobre cómo la vida de ella había cambiado desde que aceptó la verdad a los 80 años de edad. “¡Estoy feliz!,” contestó ella espontáneamente. Y así se sienten todos los miles de siervos de Jehová y sus amistades. Continuamente se empiezan nuevos estudios bíblicos en los hogares de las personas. ¿Cómo se beneficiarán éstas y muchas otras personas de la gran paciencia de Dios? El futuro nos lo dará a conocer.

Mientras tanto, el pueblo de Jehová de Suiza perseverará en la obra de declarar el mensaje del Reino. Seguirá llevando “las buenas nuevas de la paz” a personas de toda clase, ya sea que vivan en pueblos y aldeas de las tierras bajas o en lugares aislados y valles tranquilos escondidos en las montañas.

[Comentario en la página 13]

“¡Jamás he visto a un ladrón tan honrado!,” exclamó el abogado

[Comentario en la página 14]

No las drogas, sino un ejemplar de Noticias del Reino ayudó a un joven atleta a hallar alivio duradero de la depresión

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