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  • De la tradición indígena a la verdad bíblica

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  • De la tradición indígena a la verdad bíblica
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
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  • Respuesta favorable a la verdad bíblica
  • Partida rumbo a las islas
  • Testificando a los cunas
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1983
w83 15/9 págs. 29-30

De la tradición indígena a la verdad bíblica

¿QUISIERA usted acompañar a un superintendente viajante cristiano y a su esposa mientras visitan el archipiélago de San Blas (o de las Mulatas)? A este archipiélago de unas 300 islas e islotes con resplandecientes playas de arena blanca lo bañan las aguas del mar Caribe; el archipiélago está localizado justamente a las afueras de la costa norte del istmo de Panamá. Esas islas tropicales, prácticamente cubiertas de palmeras, las pueblan los indios cuna... que en su mayoría son personas muy amigables y hospitalarias.

Los cunas tienen sus propias tradiciones religiosas. Además, los han visitado representantes de muchas religiones, quienes les han presentado varios conceptos y filosofías. Así que los indios cuna son propensos a preguntar: “¿Quiénes son los cristianos verdaderos?”. Los testigos de Jehová les han dado respuestas que se basan en la Biblia, y algunos cunas han respondido favorablemente a la verdad bíblica.

Respuesta favorable a la verdad bíblica

Por ejemplo, considere el caso de Ramón, que se familiarizó con la verdad bíblica cuando estudiaba en la escuela. Uno de sus amigos le dio un ejemplar de “Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta”, publicado por la Sociedad Watchtower. Él leyó el libro, le gustó lo que leyó, y quiso conseguir más información. Así que Ramón escribió a la sucursal de la Sociedad Watchtower en Panamá y pidió más literatura. Transcurrió un mes, y se recibió de él otro pedido de publicaciones. Después del tercer pedido, la sucursal hizo arreglos para que un superintendente de circuito visitara a Ramón y a su sobrino, Rogelio. Se les invitó a asistir a una asamblea de circuito que los Testigos celebrarían en la ciudad de Panamá, y rebosaron de alegría a causa de lo que vieron y oyeron. Hasta descubrieron que Julio, un primo que vivía en la ciudad, era testigo de Jehová. Los tres son ahora cristianos bautizados que sirven de precursores especiales, o proclamadores de tiempo completo del Reino. (Mateo 24:14.)

Partida rumbo a las islas

Acompáñenos ahora a llevar las buenas nuevas a las islas. Después de un tiempo dejamos anclada en la orilla nuestra lancha y nos dirigimos al centro social. Tenemos que ir allá para hablar con el zahila (jefe), pues sin su permiso no podemos visitar los hogares de los indígenas. Después de intercambiar unas cuantas palabras en el dialecto cuna, Ramón nos dice que ya todo está listo para visitar a los aldeanos.

Quizás lo primero que llama la atención es el pintoresco atavío de las mujeres y las jóvenes cuna. Los vestidos y tocados multicolores son ciertamente atractivos. Muchas veces la blusa es una mola (camisa), fascinante obra de arte hecha en tela, la cual tiene aplicaciones invertidas que representan animales, aves, peces, mariposas, y así por el estilo. A menudo las mujeres se adornan con narigueras y pendientes de oro, así como con collares de oro o plata. En las piernas y en las muñecas llevan perlas y cuentas.

Las mujeres trabajan principalmente cerca de la casa, aunque son expertas en transportar agua a las islas desde tierra firme por medio de pequeñas piraguas. Por lo general, los hombres cultivan yuca y frutas en las fincas que tienen en territorio continental; pero su ocupación principal es la pesca.

Testificando a los cunas

Pasemos adelante a nuestra obra de predicar. Decido testificar con Rogelio, quien traduce al dialecto cuna lo que digo en español, y mi esposa acompaña a Ramón o a Julio. Los hospitalarios cunas nos invitan a sentarnos y rápidamente nos ofrecen a cada uno un tazón de café, seguido de otro tazón con agua para enjuagarnos la boca. Después, podemos hablar con ellos. Pero ¿puede imaginarse usted cómo nos sentimos después de haber testificado en 10 casas? Simplemente tenemos que rechazar las ofertas de tomar más café, y dar las gracias a nuestros anfitriones por su bondad.

La curiosidad los mueve a querer saber de dónde somos, si estamos casados y, de ser así, si tenemos hijos. Después de decirles que soy de Alemania, generalmente presentan a sus hijas casaderas. Cuando se les dice que estoy casado y que mi esposa y yo no tenemos hijos, se compadecen de nosotros. Pues, ¡hasta nos ofrecen bebés para que podamos tener una familia! Por supuesto, tenemos que rechazar sus generosas ofertas.

Es realmente un deleite visitar a estas personas. Les ofrecemos literatura bíblica en español que considera el tema de un Paraíso terrestre. Después de varios minutos, muchos de ellos se reúnen en busca de un ejemplar.

En cierta ocasión en que volvimos a visitar una de las islas, un hombre nos abordó para pedirnos que le ayudáramos a estudiar la Biblia, lo cual gustosamente hicimos. En ciertas islas donde el jefe no nos dio permiso para visitar a la gente, pudimos dar testimonio a algunas personas que nos pidieron en privado Biblias y literatura relacionada. Sí, muchos indígenas muestran interés sincero en las Escrituras.

Ya anochece y tenemos que partir hacia la isla de Nurtupo, donde viven Ramón, Rogelio y Julio. Mientras las olas dan suavemente contra nuestra lancha, Nora y yo pensamos en las muchas experiencias remuneradoras que hemos tenido en el servicio de Dios. Comprendemos mejor aún la necesidad de ayudar a que ‘las muchas islas se regocijen’ como resultado de la verdad bíblica. (Salmo 97:1.)

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