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  • Un día en Calcuta... llegando a “gente de toda clase” con las buenas nuevas

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  • Un día en Calcuta... llegando a “gente de toda clase” con las buenas nuevas
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
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  • Un campo vasto y variado
  • Haciendo frente a los diferentes antecedentes religiosos
  • Venciendo las barreras del idioma
  • Hallando gozo en un territorio con muchos desafíos
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1987
w87 15/2 págs. 26-30

Un día en Calcuta... llegando a “gente de toda clase” con las buenas nuevas

CALCUTA, India, es una ciudad en la que abunda “gente de toda clase”. Los testigos de Jehová están ocupados predicando las buenas nuevas del Reino de Dios entre sus más de diez millones de habitantes. Se requiere mucho ingenio y aguante para llegar a todas estas personas con sus muy diversificados antecedentes raciales, sociales, culturales, religiosos y económicos. Pero al igual que el apóstol cristiano Pablo, cuyos viajes misionales lo llevaron hasta los rincones más lejanos del mundo de aquel entonces, los testigos de Jehová en Calcuta también ‘se han hecho toda cosa a gente de toda clase’ a fin de que puedan ‘de todos modos salvar a algunos’. (1 Corintios 9:22; Colosenses 1:23.)

¿Cómo efectúan su obra de predicar los Testigos, y a qué clase de personas y condiciones se enfrentan en su ministerio? Hace poco pasé un día en Calcuta visitando a un precursor, o predicador de tiempo completo. ¿Le gustaría echar un vistazo a esta experiencia singular?

Un campo vasto y variado

Mi compañero y yo estábamos listos para regresar a casa al final de ese ocupado y fascinante día de predicación de casa en casa. Mientras esperábamos el autobús, comenzamos a hablar sobre los desafíos a los que él y otros precursores se encaran en esta enorme ciudad.

“Pues bien —dijo él—, pregúntale a cualquiera que esté en la obra de predicar de tiempo completo en esta ciudad si le gustaría mudarse a una asignación que fuera más fácil. No creo que estaría muy deseoso de hacerlo.”

Tenía razón. Los precursores de Calcuta consideran su trabajo como una de las carreras más interesantes del mundo. Tienen un campo vasto y variado en esta ciudad de grandes contrastes.

Aunque la religión hindú domina la ciudad, hay muchas iglesias y mezquitas musulmanas, y uno puede ver aquí y allá algunos templos budistas. En ciertas secciones de la ciudad, mansiones majestuosas albergan a algunas de las personas más ricas del mundo. No lejos de allí están las chozas con cobertizo de los trabajadores ambulantes, quienes solo pueden esperar ganar unas 150 rupias (alrededor de $12, E.U.A.) al mes. Sus costumbres, idiomas y apariencias son tan variados como lo son sus religiones y sus condiciones de vida.

En medio de todo esto prospera una congregación de los testigos de Jehová que cuenta con unos cien proclamadores activos del Reino. Aunque el desafío es enorme, los Testigos hallan gozo especial y satisfacción en poder adaptarse a fin de responder a las necesidades de la gente.

En ese momento, el autobús número 45 se detuvo ante nosotros retemblando. Estaba tan lleno que mi reacción inmediata fue: “¡No voy a poder subir!”. De detrás de mí vino un empujón amistoso, y, dentro de poco, ambos fuimos llevados por una ola de brazos y cuerpos. Por lo menos diez personas más subieron al autobús después de nosotros. Viajaban en el estribo, colgados como abejas alrededor de la entrada. Dentro del vehículo, diseñado para llevar a 46 personas sentadas, conté más de un centenar antes de continuar la conversación con mi amigo.

“¿Están los autobuses siempre así de llenos?”

“A menudo están bastante llenos —me explicó él—, pero son muy baratos, lo que significa que fácilmente podemos viajar de 10 a 15 kilómetros (6 a 9 millas) cada día hasta algunas de las zonas más distantes de la ciudad para predicar.”

“¿No sería mejor trabajar más a menudo en comunidades más cercanas a la casa?”

“Sí, pero algunos de los que trabajamos de tiempo completo hemos decidido esforzarnos por llegar a las personas de otras zonas. ¡Nuestros registros muestran que muchos barrios de Calcuta no han sido visitados con las buenas nuevas en los últimos 50 años!”

Sin embargo, alcanzar a toda persona en un área específica es un verdadero desafío, por la tremenda cantidad de gente. En una ocasión una encuesta reveló que la densidad de la población de Calcuta era tres veces mayor que la de la ciudad de Nueva York en aquel entonces, y esa cifra ha aumentado en años recientes.

Por lo menos una tercera parte de los habitantes de Calcuta vive en barrios bajos superpoblados conocidos localmente como “bustees”. Los bustees típicos son hilera tras hilera de chozas pequeñas, separadas unas de otras por la distancia de un brazo. Cada choza tiene un piso de tierra y paredes hechas de marcos de madera untados con barro y estiércol de vaca, todo esto bajo un techo de tejas de barro. Cada choza, con escasa o ninguna ventilación, es el lugar donde duermen a veces hasta siete u ocho personas. Por lo general hay un tubo vertical que provee agua para unas 150 personas, y en los bustees que han estado establecidos por largo tiempo, el gobierno suministra unas cuantas letrinas comunales.

A medida que uno comienza a hacer visitas en un bustee, no es raro que sea escoltado por muchedumbres de hasta cien espectadores curiosos, la mayoría de ellos niños. Un Testigo, un poco molesto debido a un joven que persistentemente iba anunciando su visita en cada hogar, le preguntó al joven si le gustaría hacer la presentación también. Ante la supuesta invitación, el joven amablemente tomó el tratado del Testigo e hizo la presentación palabra por palabra, y hasta presentó la oferta de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!

Haciendo frente a los diferentes antecedentes religiosos

Casi la mitad de los bustees de la ciudad están habitados por musulmanes. Sin embargo, la actitud tolerante que impera en la ciudad hace posible predicar de casa en casa en tales zonas, un privilegio del que no siempre se disfruta en otros países con grandes comunidades musulmanas. Pregunté si los precursores de Calcuta tienen alguna manera especial de abordar a las personas de estos antecedentes.

“Algunos señalan a problemas locales para hacer resaltar la incapacidad del hombre para resolver sus aflicciones —contestó mi amigo—, mientras que otros tratan de vencer el prejuicio religioso por medio de considerar puntos que se tienen en común, como el creer en un solo Dios (no en una trinidad) o la creencia que compartimos de que la Biblia original fue inspirada por Dios.”

“¿Y cuáles han sido los resultados?”, pregunté.

“Muy pocos se interesan lo suficiente como para querer estudiar la Biblia. El ganarse la vida y mejorar su situación parecen ser las únicas cosas en su mente. Eso, aunado a una educación mínima, si acaso han recibido alguna, hace que sea muy difícil para ellos aceptar las buenas nuevas.”

En la ciudad uno se topa más a menudo con puntos de vista hindúes. Particularmente a los bengalíes les fascina citar un dicho de Ramakrishna, quien vivió y predicó a mediados del siglo XIX. “Jotto moth, totto poth”, que, traducido, significa más o menos que todas las religiones son simplemente diferentes caminos que llevan a la misma meta.

“¿Es difícil vencer este punto de vista?”, pregunté.

“No si la persona está dispuesta a razonar. Con tacto podemos explicarle algunas diferencias obvias, como nuestra esperanza bíblica de vivir para siempre en perfección humana en la Tierra. O podemos hacerle ver que no es posible que dos puntos de vista opuestos sean ambos veraces. Por ejemplo: o hay un alma inmortal o no la hay.”

“Eso es razonamiento lógico.”

“Sí, pero muy a menudo las personas rehúsan tomar en serio lo que decimos. Están seguras de que conocen nuestras creencias y de que creen lo mismo. Esta actitud tiende a desbaratar cualquier consideración constructiva. De manera que tratamos de dejar alguna literatura y seguir adelante para conversar con la siguiente persona.”

“¿Ha habido alguien de la comunidad hindú que haya tratado de adquirir un conocimiento más profundo de Dios y de sus propósitos?”

“Sí, los precursores se pusieron en contacto con un joven a quien había desilusionado su asociación con los seguidores de Ramakrishna —me contó mi amigo—. El joven tomó las revistas y, para cuando lo visitaron de nuevo dos días más tarde, ya las había leído. Después de varias consideraciones comenzó a estudiar el folleto bíblico The Path of Divine Truth Leading to Liberation. Escribía sus respuestas y comentarios para las preguntas del estudio en una libreta. En cinco meses este hombre se bautizó y comenzó a servir de precursor auxiliar para compartir su conocimiento con muchas otras personas.”

“¡Qué buena experiencia! Pero ¿cómo reaccionó su familia?”

“Él vivía con su madre, quien es viuda, y su abuela, ambas hindúes devotas. Ellas también comenzaron a mostrar interés y empezaron a estudiar la Biblia. Dentro de poco, los vecinos notaron los cambios en estas mujeres, y, como resultado, otras tres personas llegaron a interesarse en la verdad. La madre ya se ha bautizado, y la abuelita, un poco más lenta debido a sus 70 años de edad, espera bautizarse pronto.”

Al notar el entusiasmo con que mi amigo me relató estas cosas, pude ver que experiencias como esta son un verdadero estímulo para los precursores. A veces tal vez parezca que hay poco progreso, pero de repente alguien muestra un interés excepcional. Así, los precursores se sienten estimulados a seguir adelante en su búsqueda continua de otras personas que quizás se interesen en la verdad.

Venciendo las barreras del idioma

La multitud en el autobús había comenzado a disminuir un poco, y pude reconocer algunas palabras en inglés. “Ticket, apnar ticket”, gritaba un hombre de baja estatura y sin uniforme que tenía en la mano derecha un colorido abanico de billetes y llevaba una bolsa de cuero con cambio en prueba de que era el cobrador. Ofrecí pagar el pasaje, pero la hospitalidad hindú de mi amigo no permitió que lo hiciera. Puso su maletín en mis manos y hurgó en el bolsillo de su camisa buscando cambio.

“¿Qué llevas aquí? —pregunté—. ¡Esto debe pesar una tonelada!”

“Bueno, las ediciones de la Biblia en el idioma hindú son bastante grandes. En Calcuta, para estar bien equipados, realmente tenemos que llevar Biblias en tres idiomas: bengalí, hindi e inglés, además de literatura bíblica, por supuesto.”

“¿No podrían simplemente llevar una Biblia en inglés y traducir los versículos?”

“Supongo que podríamos hacerlo. Sin embargo, muchas personas que leen solamente bengalí o hindi nunca han visto una Biblia completa en su propio idioma. Nos sentimos bastante bien cuando podemos mostrarles un ejemplar y leerles de él. En realidad vale la pena el esfuerzo y el peso adicional.”

El ajustarse a las necesidades de los diferentes grupos lingüísticos mantiene a los precursores muy ocupados. La mayoría de ellos aprenden por sí mismos a testificar con eficacia en los tres idiomas principales. Algunos excepcionalmente hábiles han aprendido a hablar cinco o seis idiomas. Las personas de la localidad aprecian los esfuerzos que hacen los visitantes al tratar de hablar en el idioma de la comunidad, y su respuesta atenta puede ser suficiente recompensa por las muchas horas dedicadas al estudio de los idiomas.

Hallando gozo en un territorio con muchos desafíos

Fue entonces cuando el autobús se detuvo de nuevo haciendo rechinar los frenos, gastados desde hace mucho tiempo, y salí a empujones.

“¿Por qué aquí? —pregunté—. Tú no vives aquí.”

“No, esta es una zona punjabí. Sabes, estas personas preparan el mejor té. Pensé que quizás te gustaría probarlo.”

El té estaba delicioso.

“¿Cómo sabías de este lugar?”, pregunté.

“Al trabajar cada zona, nosotros los precursores llegamos a saber cuáles son las especialidades de la localidad y dónde se hallan las mejores y más baratas tiendas. Si tu estómago es lo suficientemente fuerte, podemos ir esta noche a probar algunos platos muy interesantes.”

Recordando el consejo que me dieron algunos amigos cautelosos, rehusé la invitación. Pero sí disfruté del té. Pude notar que los precursores son equilibrados y han aprendido a sacar el mayor provecho de sus circunstancias. Incluso puede disfrutarse de cosas que a primera vista pudieran parecer obstáculos.

Finalmente le pregunté: “¿Hay algo en tu asignación de lo cual no disfrutes?”.

Mi amigo pensó en esta pregunta por un rato. “Yo creo que el verano y el clima del monzón es algo a lo que en realidad nunca nos acostumbraremos. Sin embargo, ese es un problema que tiene cualquiera, sea precursor o no. El calor y la humedad suben tanto que a menudo las gotas de sudor caen de la punta de la nariz a la Biblia mientras uno la lee. No obstante, aprendemos a aguantarlos. Además, en mayo, quizás el mes más caliente del año, se une a nosotros la mayor cantidad de precursores auxiliares en la obra de predicar.”

Al reflexionar sobre el día de actividad y sobre la conversación que tuve con mi amigo precursor, me impresiona lo hábiles que son los precursores de Calcuta para adaptarse a tal diversidad de situaciones y personas para llevarles las buenas nuevas. Por supuesto, me doy cuenta de que los precursores de todo el mundo hacen exactamente lo mismo. Realmente se alegran de ‘hacerse toda cosa a gente de toda clase’.—Contribuido.

[Mapa en la página 26]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

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Calcuta

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