Las Caimanes... las islas que el tiempo olvidó
UNO puede nadar en las tranquilas aguas azules. Puede zambullirse en ellas para explorar las muchas ruinas de embarcaciones en el fondo oceánico. O puede visitar una “granja” de tortugas. ¿Dónde? En las islas Caimanes: Gran Caimán, Caimán Brac y Pequeño Caimán.
‘Pero ¿dónde están las islas Caimanes?’, puede que pregunte usted. Se comprendería tal pregunta, porque estas islas son tan pequeñas que rara vez aparecen en los mapas del mundo. Cuando aparecen, quizás sea solo como tres puntitos en la parte oeste del mar Caribe, a 240 kilómetros (150 millas) al sur de Cuba, o unos 800 kilómetros (500 millas) al sur de Miami, Florida.
En 1503, en su último viaje por las Antillas Mayores, Cristóbal Colón descubrió estas islas —Caimán Brac y Pequeño Caimán, pues Colón nunca vio la isla de Gran Caimán—, que recibieron el nombre de Las Tortugas. Se les dio ese nombre por la gran cantidad de tortugas que había en ellas y alrededor. En 1670, por el Tratado de Madrid, España cedió las islas a Gran Bretaña, y desde entonces han sido colonia británica.
Tortugas, piratas y tecnología superior
En los días de los buques de vela estas islas eran uno de los puertos de escala favoritos de las grandes embarcaciones que surcaban las aguas del Caribe. Las abundantes tortugas marinas se hicieron fuente conveniente de carne fresca para los marineros hambreados. Ellos se comían las tortugas frescas, o las secaban o salaban y se las llevaban en los barcos. Eran fuente importante de proteína para los viajes largos.
Pero las islas se hicieron famosas por otra razón. El terreno llano y los puertos apacibles atrajeron a otros hombres de alta mar. Corsarios y piratas de fama, como sir Henry Morgan y Edward Teach (conocido también como Barbanegra), usaban estas islas como escondite o bases de operación para sus excursiones contra los buques mercantes. Este aspecto de la interesante historia de las islas se conmemora mediante la fiesta anual de la semana de los Piratas, considerada una celebración importante del año en las islas.
Al disminuir las tortugas, y ser reemplazados por barcos de vapor los buques de vela, disminuyó también la cantidad de embarcaciones que llegaban a las islas. Y puesto que pocos isleños tenían radios, con el tiempo las islas Caimanes quedaron sin comunicación con el resto del mundo y olvidadas por la gente. Se ganaron el título de “Las islas que el tiempo olvidó”.
Sin embargo, para los años sesenta de este siglo la situación empezó a cambiar. Leyes bancarias y de impuestos locales, junto con la llegada de sistemas de comunicación de tecnología superior, transformaron este territorio olvidado en uno de los más conocidos centros bancarios internacionales. En junio de 1987 se abrió el banco número 500 en estas islas. Como resultado de los cambios también hubo más turismo. La junta local del turismo se alegró mucho en 1966, cuando las islas dieron la bienvenida a un total de 8.244 visitantes. En 1986 esa cifra había aumentado a 430.000, de modo que solo la industria financiera es negocio de más importancia que el turismo allí. Sin embargo, otro grupo de personas está profundamente interesado en estas islas.
Visitantes de otra índole
Los testigos de Jehová, que toman a pecho las palabras de Jesús de que las buenas nuevas del Reino se predicarán en todas las naciones, no pasaron por alto a las islas Caimanes. (Mateo 24:14.) Allá en 1929, Patrick Davidson, quien supervisaba la predicación en Jamaica, visitó la isla de Gran Caimán. A pesar de la oposición que encontró allí, se las arregló para sembrar las semillas de la verdad del Reino.
Davidson visitó de nuevo aquella isla en 1937, pero fue en 1950 cuando Aleck Bangle y otro misionero efectuaron una cuidadosa obra de predicación por toda Gran Caimán. En poco tiempo distribuyeron centenares de ejemplares de literatura bíblica. Informaron que la gente era amigable, que se podía hablar fácilmente con ella, y que eran personas muy dispuestas a escuchar las buenas nuevas.
Los isleños oyen las buenas nuevas
Los misioneros y otros ministros de tiempo completo continuaron su obra con firmeza y paciencia. Para 1959 había un grupito de 12 publicadores del Reino, y se organizó una congregación. Uno de los primeros residentes locales que aceptó la verdad bíblica fue Wilbert Sterling. Él recuerda bien los días en que un grupito de Testigos tenía que abarcar el territorio a pie. Aunque el hermano Sterling ahora está ciego y tiene más de 80 años, todavía es anciano en la Congregación de Georgetown.
Los esfuerzos diligentes de aquellos primeros proclamadores del Reino han sido bendecidos por Jehová. Ahora hay un promedio de 60 publicadores del Reino en medio de una población de unas 17.000 personas. Muchos de los isleños saben que los Testigos se distinguen de otros por su adoración basada en la Biblia.
Por ejemplo, una señora que trabajaba en un restaurante vio a un Testigo predicando de casa en casa. Se le acercó y le preguntó qué tenía que hacer ella para ser testigo de Jehová. Él le dijo que tendría que adquirir conocimiento exacto de Jehová Dios y de su Hijo, Jesucristo, y entonces ponerlo en práctica. (Juan 17:3.) Al oír aquello, ella aceptó un estudio bíblico en su hogar. Hoy sirve a Jehová como Testigo de él.
Muchos de los que han aceptado la verdad son extranjeros. Pero tienen como hogar las islas Caimanes, o viven en ellas como residentes temporales con contratos de empleo. Por eso una hermana quiso ver a más nativos de las islas Caimanes en la congregación. En oración le pidió a Jehová que le ayudara a hallar a algún nativo que deseara estudiar la Biblia. Poco después conversó con una joven que ya tenía el libro La verdad que lleva a vida eterna, y empezó un estudio bíblico con ella. Pocos meses después la joven empezó a asistir a las reuniones, abandonó su religión anterior y empezó a compartir con otros lo que aprendía. Dentro de un año llegó a ser testigo dedicada y bautizada de Jehová.
La predicación recibió otro empuje en 1982, cuando un matrimonio de misioneros fue asignado a Gran Caimán. Condujeron muchos estudios bíblicos en los hogares de la gente y colocaron un excelente fundamento para expansión.
Se derrota la oposición en Caimán Brac
La isla de Caimán Brac está a unos 140 kilómetros (90 millas) al nordeste de Gran Caimán. De vez en cuando los misioneros y otros ministros de tiempo completo de Gran Caimán se detenían allí para llevar las buenas nuevas a sus 1.700 habitantes. Pero en 1986 hubo sucesos excitantes allí.
Un matrimonio que trabajaba bajo contrato allí empezó a estudiar y progresó hasta el punto de dedicarse y bautizarse. Entonces, de otros países se trasladaron allí otros dos Testigos. El aumento de actividad de los Testigos pronto se atrajo la ira de los opositores, que trataron de hacer que las autoridades de inmigración cancelaran los permisos de empleo del matrimonio recién bautizado. Pero sus esfuerzos fracasaron cuando el funcionario principal de inmigración de Georgetown, Gran Caimán, opinó que si la obra de los Testigos perturbaba a los opositores religiosos estos deberían ir de casa en casa para hacerle frente. Desde entonces no ha habido más hostilidad pública.
Recordados por Jehová
Ciertamente Jehová, el Magnífico Creador, no ha olvidado a los habitantes de las islas Caimanes. Más bien, hace posible que se prediquen las buenas nuevas en estas pequeñas islas, y así cumple la profecía de Isaías: “Canten a Jehová una canción nueva, su alabanza desde la extremidad de la tierra, ustedes los que están bajando al mar y a lo que lo llena, islas y ustedes los que las habitan”. (Isaías 42:10.)
Las islas Caimanes pueden regocijarse de que, desde el punto de vista de Jehová, no sean “Las islas que el tiempo olvidó”.
[Mapas en la página 22]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Mar Caribe
PEQUEÑO CAIMÁN
CAIMÁN BRAC
[Mapa]
GRAN CAIMÁN
[Mapa]
CUBA
PEQUEÑO CAIMÁN
CAIMÁN BRAC
GRAN CAIMÁN
JAMAICA