BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w89 15/10 págs. 24-28
  • Decisiones valerosas traen bendiciones en Surinam

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Decisiones valerosas traen bendiciones en Surinam
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
  • Subtítulos
  • Una decisión que le salvó la vida
  • El amor lo movió a rescatar a sus hermanos
  • No transigió
  • Casados el miércoles, bautizados el sábado
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1989
w89 15/10 págs. 24-28

Decisiones valerosas traen bendiciones en Surinam

HUBO un tiempo en que Surinam (o Suriname) era “uno de los estados más ricos del Caribe”, señaló la revista de noticias internacionales South. Los ingresos procedentes de la exportación de bauxita, camarones, arroz, plátanos y madera contrachapada, complementados con ayuda económica para el desarrollo del país, contribuían a que los 400.000 habitantes de esta tierra que había sido una colonia holandesa disfrutaran de mayor prosperidad que la mayoría de los habitantes de países vecinos.

Sin embargo, durante los años ochenta el país ha pasado por una depresión económica. De abundancia se ha pasado a escasez, y las largas filas para obtener alimentos se han hecho comunes. En 1986 el comienzo de la guerra de guerrillas obligó a unos diez mil habitantes a huir de la parte oriental de Surinam hacia la vecina Guayana Francesa, donde emprendieron una nueva vida en campamentos de refugiados. Mientras tanto, grandes extensiones de la selva —hogar de unos 50.000 negros cimarrones y amerindios— llegaron a estar bajo el dominio de los guerrilleros, lo cual hizo peligrosos los viajes normales al interior del país. La revista South dijo que estos cambios han paralizado a Surinam.

¿Han paralizado esas condiciones las actividades de los testigos de Jehová también? Al contrario, han contribuido al adelanto de su obra. Por ejemplo, la cantidad de Testigos ha aumentado de 920 en 1980 a más de 1.400 en la actualidad. En abril de 1989 hubo 338 precursores auxiliares... cerca del 25% de la cantidad de Testigos entonces. Sin embargo, esas bendiciones han sido solo el resultado del valor, la integridad y el amor que los Testigos han demostrado al verse sometidos a pruebas. A continuación veremos algunos ejemplos recientes de cómo las decisiones valerosas han traído abundantes bendiciones en Surinam.

Una decisión que le salvó la vida

Lumey Hoever, un fornido policía de casi 40 años de edad y testigo de Jehová, decidió dejar su empleo a pesar de la mala situación económica. ¿Por qué? Lumey explica:

“Desde que leí un artículo de La Atalaya que nos advertía sobre los peligros relacionados con portar armas de fuego, supe que tendría que renunciar a mi empleoa. Pero tuve mis dudas en cuanto a si debería hacerlo, pues tenía a mi esposa y varios hijos que mantener. Sin embargo, mientras más aplazaba mi decisión más me molestaba la conciencia. ‘Si la organización de Jehová me insta a considerar seriamente si es apropiado tener esta clase de trabajo, debe haber una buena razón para ello’, me recordaba a mí mismo. Así que en enero de 1986 me decidí”.

Pero el jefe de la policía no quería que él dejara su empleo, y hasta le prometió asignarlo a Tamanredjo, una comisaría de policía cerca de la capital, donde muchos querían trabajar. Pero Lumey estaba resuelto. Escribió al ministro de la Policía, le explicó sus creencias religiosas y le pidió que le permitiera dejar aquel empleo. En abril de 1986 recibió la contestación: ‘¡Petición concedida!’.

Pronto Lumey halló empleo en el Departamento Forestal. Ganaba menos dinero que antes, pero tenía más tiempo para acompañar a su familia a las reuniones del Salón del Reino. Pasaron diez meses. Cierto día, después de trabajar todo el día en la granja de la familia, Lumey y su hermano iban de camino a su casa. Lumey relata lo siguiente:

“Al acercarme a la granja, vi a dos hombres vestidos con ropa andrajosa y con bandas en la cabeza. ‘Kon dja (Venga acá)’, dijeron en surinamés. Cuando me dirigí a ellos, apareció un tercer hombre que llevaba colgada del hombro, por una correa, una carabina. ¡Entonces me di cuenta de que eran guerrilleros!

”Me miraron de pies a cabeza. Entonces uno de los que llevaban una banda en la cabeza gritó: ‘Yo conozco a este hombre. ¡Es policía!’. Se les puso tenso el rostro. Por varios segundos aquel hombre y yo nos miramos fijamente. Aguanté la respiración. Entonces oí un ruido leve. Clic, clac... el tercer hombre cargó su rifle. Lentamente me apuntó al pecho, listo para ejecutarme. ‘¡No dispares! Cometes un error. Ya no soy policía’, dije abruptamente.

”Entonces vi que detrás de la casa había otros doce guerrilleros armados. Uno de ellos —un hombre musculoso que llevaba un taparrabo, dos cartucheras cruzadas sobre el pecho desnudo y un arma automática en la mano— pasó adelante. ‘Dices que ya no eres policía. ¿Por qué no?’, preguntó con tono exigente. Rápidamente me identifiqué como testigo de Jehová. ‘Los Testigos no portan armas —le expliqué—, y por eso renuncié a mi empleo con la policía y ahora trabajo para el Departamento Forestal. Somos neutrales en todo lo relacionado con la política’, añadí.

”Cuando oyó que yo era Testigo, su expresión facial se relajó un poco. ‘¿Creerá lo que le dije?’, me preguntaba. Entonces llegó mi hermano menor. El hombre del taparrabo —evidentemente el jefe— comenzó a interrogarlo. Después que mi hermano le confirmó mi declaración, el jefe quedó satisfecho. ‘Saka yu gon! (Baja el arma)’, ordenó al otro guerrillero. ¡Qué alivio! ‘¡Gracias, Jehová, por protegerme!’, dije en oración”.

Varios días después Lumey oyó algo que nuevamente lo sacudió. Unos desconocidos armados habían ejecutado a tres policías de la comisaría de Tamanredjo, ¡precisamente el sitio adonde el jefe de la policía le había ofrecido asignarlo! “Si hubiera pasado por alto el consejo del artículo de La Atalaya, estaría muerto ahora”, dice Lumey. Luego añade con agradecimiento: “Jehová verdaderamente protege a sus siervos”.

El amor lo movió a rescatar a sus hermanos

Cuando en octubre de 1986 comenzó la lucha entre las tropas gubernamentales y los guerrilleros en el pueblo minero (de bauxita) de Moengo, Frans Salaoema, un negro cimarrón de más de cuarenta años de edad, tuvo que decidir lo que iba a hacer. Finalmente, tanto él como su esposa embarazada y sus siete hijos escaparon con otros habitantes del pueblo por senderos de la selva, y cruzaron el ancho río Maroni hasta hallarse a salvo en la Guayana Francesa.

Con todo, Frans estaba preocupado. No había hallado a ningún Testigo de su congregación entre los refugiados. ‘¿Dónde están? ¿Debo regresar para buscarlos?’, se preguntaba. Pero aquello sería arriesgado. Los guerrilleros eran principalmente negros cimarrones. ‘Si los soldados del gobierno me descubren caminando a hurtadillas por la selva, me matarán’, pensó él. Sin embargo, decidió regresar para buscar a sus hermanos cristianos. Dijo a varios Testigos de la Guayana Francesa: “La semana que viene, crucen el río para encontrarse conmigo”.

La semana siguiente ellos cruzaron el río, pero Frans no estaba allí. Esperaron hasta el día siguiente. Todavía no hubo señal de Frans. “Quedémonos una noche más”, decidieron. Entonces aparecieron Frans y un grupo de Testigos. ¿Qué había sucedido?

“Después que encontré a los hermanos —relató Frans—, pasamos por donde más recio estaba el combate, nos metimos en la selva y nos dirigimos a la frontera.” Pero ¿por qué se demoraron? Frans señaló hacia tres cajas que había traído consigo. Él había ido a la capital a recoger un suministro de literatura bíblica para los Testigos refugiados. Los hermanos que habían estado esperando se regocijaron mucho. Aquel mismo día Frans y los Testigos rescatados cruzaron la frontera a salvo con las tres cajas de literatura.

Después Frans viajó de nuevo para ayudar a otros Testigos. Con el tiempo, 37 Testigos cruzaron la frontera y se establecieron en campamentos de refugiados. Frans fue trasladado a lo que antes había sido una leprosería de la Guayana Francesa, donde se suponía que los refugiados solo estuvieran meciéndose en hamacas y espantando mosquitos.

Pero Frans y su familia no eran gente ociosa. Poco después de llegar al campamento, Frans (quien para ahora era también padre de una niñita) empezó a predicar las buenas nuevas del Reino a los desafortunados residentes. Por su buena influencia hasta se le dio permiso para ir en motocicleta a otros campamentos a predicar. ¿Qué resultado ha tenido esto? Hoy conduce 14 estudios bíblicos con otros refugiados. ¡Tres de ellos ya se han bautizado!

No transigió

“Regresaré en dos semanas con más suministros”, dijo Víctor Wens, precursor especial de 58 años de edad. Atrás dejaba a su esposa y a algunos estudiantes de la Biblia en una aldea de la selva, en la parte central de Surinam. Aquello fue en junio de 1987, cuando se dirigió a la capital.

Cuando la esposa de Víctor y los demás se despidieron de él, los sacos de arroz de ellos estaban casi vacíos. Debido a la guerrilla no les llegaban provisiones. Pronto padecerían hambre. Con todo, se daban cuenta de que el viaje que Víctor haría en canoa era peligroso. Podía hallarse en medio de fuego cruzado, o pudieran confundirlo con un guerrillero. ‘¿Regresará a salvo?’, se preguntaban ellos mientras el ruido del motor de la canoa se desvanecía en la distancia.

Dos semanas después la esposa de Víctor recorrió el río con la mirada, pero no hubo rastro de él. Pasaron varias semanas. El alimento se terminó, y ella enfermó. “Por favor, Jehová, cuida a mi esposo —oró ella—. ¡Que regrese!” Pasaron tres meses, y Víctor no aparecía. ¿Qué había ocurrido?

“Cuando llegué a la capital —relata Víctor después—, conseguí permiso para comprar alimento y gasolina para seis meses. Entonces solicité un permiso para viajar de regreso a casa. El funcionario encargado dijo: ‘Le daremos el permiso si averigua dónde se ocultan los guerrilleros y regresa para informárnoslo’. Me descorazoné al oír aquello. ‘No puedo hacerlo —le dije—, Jehová no quiere que tomemos partido en la política. Nosotros, los Testigos, somos neutrales.’ Él contestó: ‘Entonces no puede regresar a su casa’.

”Cada semana yo regresaba a pedir permiso, pero la respuesta seguía siendo la misma. Mientras tanto, me enteré de que mi esposa estaba enferma. Quise regresar a casa para darle atención. Pero no quería transigir. No sabía qué hacer.

”Cuando volví otra vez a pedir permiso, para sorpresa mía me dijeron que podía partir hacia casa. Me explicaron que habían dado permiso a unos pastores pentecostales de la zona donde yo vivía para que regresaran a su casa, y que yo podía irme con ellos. Muy contento, empecé a hacer los preparativos para el viaje; pero entonces me enteré, mediante un amigo, de que aquellos clérigos habían concordado en ser espías. Como yo no quería dar la impresión de que los testigos de Jehová fuéramos parte de aquel arreglo, cancelé mi viaje con ellos. Una vez más me hallé estancado en la misma situación.”

Finalmente los funcionarios pudieron ver que Víctor no iba a renunciar a sus convicciones. La siguiente vez que él fue a verlos, le concedieron el permiso.

Por fin, en octubre de 1987, el grupito de Testigos oyó el motor de una embarcación y vieron aparecer una canoa muy cargada. “Me entristecí al ver a mi esposa —dice Víctor—. Estaba muy delgada. Sin embargo, ella también estaba muy contenta de que yo no hubiera transigido.”

“La valerosa decisión de Víctor ha sido una bendición para nosotros —dice un ministro viajante que trabaja en el interior del país—. Los funcionarios y los guerrilleros han podido ver que los testigos de Jehová somos neutrales. Ahora respetan nuestro punto de vista, y nuestra obra prospera.”

Casados el miércoles, bautizados el sábado

“No sean tontos —decían con insistencia los parientes—. ¡No se casen!” Los seis hombres de la tribu Aucaner de negros cimarrones, ubicada en el extremo sudeste del país, comprendían cómo se sentían sus parientes. Después de todo, la costumbre tribual manda que el hombre no se case, pues así puede abandonar a la mujer cuando quiera. No obstante, después de haber aprendido en su estudio de la Biblia cuál es el punto de vista de Jehová respecto a la fornicación, aquellos hombres ajustaron su modo de pensar, hicieron frente a la presión de la comunidad, y con valor decidieron casarse con sus compañeras debidamente.

Sin embargo, había otros obstáculos. Debido a la guerra, se había cerrado el Registro Civil del interior del país, y el viajar a la capital era casi imposible. Las seis futuras esposas también querían llevar verdaderos trajes de novia el día de su boda. Esto reflejaba el interés de la gente de la localidad en aquel tipo de vestido, aunque tal vestimenta no es realmente necesaria para los cristianosb. ‘¿Dónde vamos a conseguir trajes de novia en medio de la selva?’, se preguntaban los novios. Sin embargo, el ser valerosos y tomar decisiones en armonía con los principios bíblicos les trajo bendiciones. El miércoles 16 de septiembre de 1987 seis mujeres hermosamente vestidas de novia y seis hombres vestidos elegantemente contrajeron nupcias. ¿Cómo fue posible esto?

“En septiembre hicimos arreglos para celebrar una asamblea de distrito en St. Laurent, Guayana Francesa, e invitamos a los Testigos que vivían en el interior [de Surinam] a asistir a ella —explica Daniël van Marl, un ministro viajante que efectuó los casamientos—. Esa asamblea proporcionó la oportunidad de celebrar las bodas.”

Cecyl Pinas, miembro del comité de la sucursal y encargado de la obra en el interior del país, explica: “Poco tiempo antes, el mismo año, visité a la familia de Betel de los Países Bajos y mencioné aquellas bodas venideras. Después de mencionar que un traje de novia se usa vez tras vez y que siempre se ajusta para entallarlo a la siguiente novia, cuatro hermanas de Betel espontáneamente me dieron sus respectivos trajes de novia como regalos para sus ‘hermanas’ de Surinam. Aquello me conmovió mucho. Algún tiempo después, en una asamblea celebrada en los Países Bajos, otras personas donaron más trajes de novia”.

El día de la boda, por la mañana, todavía había que hacer algunas modificaciones a los trajes. “Rápidamente aumentamos el tamaño de la cintura de algunos trajes y ajustamos el largo de otros, pero terminamos precisamente a tiempo”, dice Margreet van de Reep.

Terminadas las bodas, cinco de los recién casados estuvieron listos para dar otro paso. El sábado de aquella misma semana se bautizaron en el río Maroni. Estaban deseosos de regresar a sus respectivas aldeas de la selva como parejas casadas para participar en la obra de predicar. ¿Bendijo Jehová la decisión que habían tomado?

“Aquellas parejas mostraron a la comunidad que nosotros los Testigos practicamos lo que predicamos —dice Nel Pinas, quien había comenzado a predicar en aquella misma zona en 1967—. Su decisión de casarse para llegar a ser cristianos verdaderos ha despertado interés en el mensaje en aldeas distantes. Los Testigos del área dirigen ahora sus canoas por donde nunca se había predicado antes, y están hallando a más personas que quieren aprender acerca de Jehová.”

No hay duda de que las decisiones valerosas de Lumey, Frans, Víctor y de muchos otros les han traído abundantes bendiciones tanto a ellos como a sus compañeros cristianos de Surinam y de otros lugares. Experiencias como estas prueban vez tras vez la veracidad de este proverbio bíblico: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. En todos tus caminos tómalo en cuenta, y él mismo hará derechas tus sendas”. (Proverbios 3:5, 6.)

[Notas a pie de página]

a Véase el artículo “Busque la paz y vaya en pos de ella”, en La Atalaya del 1 de noviembre de 1983, páginas 21-26.

b Véase “Bodas cristianas que resultan en gozo”, en La Atalaya del 15 de abril de 1984, páginas 11, 12.

[Fotografía en la página 25]

Dos vistas de un excelente Salón del Reino en un lugar remoto del país

[Fotografía en la página 26]

Piragua típica de Surinam

[Fotografía/Mapa en la página 24]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

OCÉANO ATLÁNTICO

GUYANA

SURINAM

PARAMARIBO

Tamanredjo

Moengo

Río Maroni

GUYANA FRANCESA

St. Laurent

BRASIL

300 km

200 mi

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir