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  • “Esta casa es tuya”
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1990
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  • ¿Expansión tan pronto?
  • Sacrificios y dar generoso
  • El día de la dedicación
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1990
w90 1/7 págs. 14-15

“Esta casa es tuya”

“ESTA casa es tuya... la hemos agrandado.” ¡Qué bien resumen esas palabras lo que pensaban los que recientemente habían completado dos años de ardua labor en la sucursal de la Sociedad Watch Tower en Australia! Esas palabras se dirigieron a Jehová Dios, y fueron parte de una canción que se compuso para una ocasión especial. ¿Cuál fue esa ocasión? La dedicación de los nuevos anexos al hogar Betel y la fábrica.

¿Expansión tan pronto?

Es sorprendente que menos de siete años atrás había habido una dedicación similar del complejo de Betel que entonces acababa de construirse en Ingleburn, a las afueras del sudoeste de la ciudad de Sydney, Australia. ¿Por qué se necesitó expansión tan pronto?

En primer lugar, la cantidad de Testigos en Australia ha aumentado de poco menos de 32.000 en 1981 a un máximo de 51.152 en octubre de 1989, y eso ha exigido un aumento en el personal de Betel. Además, ha habido un incremento notable en la cantidad de literatura que se envía de Australia a otras sucursales. Actualmente en Australia se producen publicaciones en 37 idiomas diferentes para satisfacer las necesidades de Fiji, Indonesia, Papuasia Nueva Guinea, Nueva Caledonia, Nueva Zelanda, las islas Salomón, Tahití, Vanuatu, Niue, Samoa Occidental, Tonga, Tuvalu y las islas Wallis, así como Australia. Por eso la familia de Betel ha aumentado a 164 miembros en poco tiempo.

Para alojar a esta familia creciente, a principios de 1987 se terminó un nuevo anexo de tres pisos, que suministraba espacio adicional muy necesario para oficinas. Luego el Cuerpo Gobernante aprobó la construcción de una ampliación de tres pisos para la fábrica y un anexo de cinco pisos para la residencia. En enero de 1988 se empezó el trabajo en la nueva parte de la fábrica, que suministraría otros 3.600 metros cuadrados (38.800 pies⁠2) de área útil. Unos meses después comenzó la obra en el anexo residencial, que tendría 51 habitaciones adicionales.

Sacrificios y dar generoso

Se escribió a congregaciones de todo el país pidiendo voluntarios que llegaran a ser parte de una “familia de construcción” hasta por dos años. La respuesta fue extraordinaria, y voluntarios de todo tipo de oficio respondieron de buena gana. Se recibieron más de 700 solicitudes individuales, y durante el período de construcción acudió un total de 270 voluntarios para trabajar en el proyecto por de dos semanas hasta casi dos años.

Cierto Testigo del estado norteño de Queensland era dueño de un negocio para el movimiento de tierras. Vendió parte de su negocio y, junto con su esposa, fue parte de la familia de construcción desde el principio. Compró una enorme excavadora provista de orugas y efectuó la mayor parte de la excavación necesaria sin costo alguno para la Sociedad. Cuando se completó el grueso de la excavación, vendió la máquina y entonces se quedó para trabajar en otros ramos de la construcción. Este es solo uno de muchos ejemplos del excelente espíritu desinteresado que todos manifestaron mientras se efectuaba el trabajo.

Unos Testigos aportaron el uso de camiones provistos de bombas de hormigón para echar los 3.300 metros cúbicos (4.300 yardas⁠3) de hormigón necesarios para los ocho pisos de los dos edificios. Otros donaron los materiales necesarios para construir tres depósitos de hormigón con capacidad para 22.000 litros (5.800 galones) de agua cada uno, y varios Testigos que trabajaban en la fábrica aportaron su labor para construir los depósitos.

Claro, no todos los voluntarios eran artesanos diestros. De hecho, muchos jóvenes aprendieron nuevos oficios en la obra misma. Varios se hicieron albañiles capaces mientras ayudaban a poner el medio millón de ladrillos necesarios para el proyecto. Otros aprendieron a poner azulejos y baldosas y, en solo unas semanas, cierta hermana se hizo muy hábil en el empapelado.

El día de la dedicación

El día de la dedicación —el sábado 25 de noviembre de 1989— amaneció despejado y soleado... un hermoso día de fines de la primavera. Se había desocupado la segunda planta de la nueva adición a la fábrica para que sirviera de auditorio principal para el programa de la dedicación. Un sistema de televisión en circuito cerrado conectó secciones de los otros dos pisos de la fábrica y el piso de envíos, y el auditorio y el comedor de Betel. Así, más de 3.000 personas pudieron sentarse cómodamente bajo techo.

Debido a lo limitado del espacio se invitó solo a personas que llevaban unos 40 años de bautizadas, además de los invitados personales de la familia de Betel y la familia de los obreros de construcción. Hubo refrigerios por la mañana, y se proveyó un apetitoso almuerzo ligero a mediodía. A las 9.00 de la mañana se celebró la reunión anual de la Sociedad Watchtower de Australia, a la cual asistieron los 21 miembros de la corporación australiana. Después de atender los pormenores jurídicos necesarios, se invitó a otros a la reunión, y a todos les encantó oír un discurso por Theodore Jaracz, miembro del Cuerpo Gobernante.

A la 1.45 de la tarde se inició el programa de la dedicación con 15 minutos de música del Reino. El auditorio se alegró de oír informes, anécdotas interesantes, experiencias y comentarios de los tres miembros del Cuerpo Gobernante presentes. Para dos de ellos, Carey Barber y Daniel Sydlik, aquella era su primera visita a Australia. El hermano Barber habló sobre el tema “La mies es el fin de la época”, mientras que el hermano Sydlik se expresó sobre “Feliz es el pueblo cuyo Dios es Jehová”. El hermano Jaracz, quien visitaba la sucursal de Australia como superintendente de zona, pronunció el discurso de dedicación.

Uno de los rasgos agradables del programa fue una canción de cuatro estrofas que se cantó precisamente antes del discurso de dedicación. El título de esta, basado en las palabras de Isaías 60:22, era “El pequeño llega a ser mil”. Su letra expresaba gratitud a Jehová por el hecho de que muchos voluntarios tuvieran el privilegio de agrandar ‘su casa’ en aquella parte del campo mundial.

[Fotografías en la página 15]

Reciente añadidura a la imprenta Watch Tower en Ingleburn, N.G.S., Australia

C. Barber

T. Jaracz

D. Sydlik

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