El desafío de sembrar la semilla del Reino en el sur de Chile
¡QUÉ deleitable es dar un paseo por un tranquilo camino rural en el sur de Chile! El ganado pasta tranquilamente en campos bordeados de árboles, contra el fondo de majestuosos volcanes cubiertos de nieve. Llegan a los oídos el gorjeo de los pájaros y el susurro de las hojas movidas por el viento. Aunque esos alrededores parezcan ideales, hay desafíos aquí para los que siembran las semillas de la verdad del Reino.
¿Quisiera conocer a algunos de nuestros precursores o proclamadores del Reino de tiempo completo? ¿Qué le parece si los acompañamos un día o dos mientras predican las buenas nuevas? Primero, escuchemos a Jaime y a Óscar mientras describen los deleites y retos de pasar un día predicando en el sur de Chile.
Un día en la predicación
“Al despertar, sentimos el frío que penetra en nuestra pequeña habitación. Óscar, con calcetines de lana y un gorro en la cabeza, deja el lecho, enciende la estufa de leña, prende el pequeño calentador de gas para calentar el cuarto y entonces regresa al calor de la cama. Aún está oscuro afuera, y podemos oír la lluvia, que ha estado cayendo toda la noche. Miramos por la ventana y luego cruzamos una mirada. Ah ¡qué fácil sería quedarnos en casa hoy! Pero entonces recordamos lo que hemos planeado para el día, y que tenemos que cubrir un territorio aislado que nadie abarcó el año pasado. Esto nos mueve a ponernos en acción.
”Empezamos a caminar antes de las ocho de la mañana, a buen paso y con la esperanza de que alguien nos ofrezca transportación, o de que un autobús pase para tomarlo y así llegar con mayor rapidez a los caminos vecinales hacia los hogares y las pequeñas poblaciones aisladas de nuestro territorio. Ahí viene un tractor halando un remolque plano sobre el que viajan unos trabajadores. El conductor se detiene y nos permite subir también. Agradecemos que, debido a la lluvia de anoche, hoy no tengamos que viajar rodeados de una nube de polvo, como suele suceder. Entre las sacudidas del viaje compartimos las buenas nuevas con los obreros agrícolas. Cuando bajamos del remolque, les damos unas cuantas revistas. ¡Cuánto agradecemos la transportación, pues nos ha ahorrado una caminata de 12 kilómetros [7 millas]!
”Será un día de mucha actividad en el campo mientras buscamos cuidadosamente a personas merecedoras de la verdad. Algún tiempo antes, acabados de llegar a nuestra asignación, no comprendíamos por qué la gente concordaba con lo que decíamos pero no parecía muy dispuesta a aceptar literatura bíblica. Al fin nos enteramos de que esto a menudo se debía a que aquellas personas no sabían leer. Por eso, nos ha parecido provechoso indicarles que nuestra literatura es un excelente regalo para sus hijos y parientes, quienes a su vez pueden decirles a ellos lo que la literatura contiene. La mayoría de las personas con quienes hablamos no son gente de muchos recursos. Pero, porque les gusta compartir lo que tienen, muchas veces han trocado huevos, papas, remolachas, cebollas, frijoles, lentejas y garbanzos por la literatura bíblica.”
Jaime ha aprendido a sugerir qué se le pudiera dar cuando un amo de casa quiere trocar artículos por literatura bíblica. ¿Por qué? Porque en cierta ocasión los precursores regresaron con 15 kilogramos (30 libras) de vegetales, ¡y su compañero tuvo que cargar un pollo vivo en su maletín casi todo un día! A menudo Jaime sugiere que le den merquén, un exquisito condimento que se prepara con ajíes y especias. El relato continúa:
“Al cruzar los campos, llegamos a unas rucas o viviendas de los indígenas mapuche [que significa “gente de la tierra”]. Es difícil hablar con los mapuches mayores, pues muchos solo hablan su lenguaje nativo. Cuando hay nativos jóvenes cerca, suelen servir de intérpretes. Cuando nos adentramos en el campo encontramos gente que nunca ha visto una Biblia ni visitado una ciudad grande como Temuco, la capital de esta región. Esto presenta el desafío de ayudar a estas personas a discernir el deterioro de las condiciones mundiales. Tenemos que hacerlo gradualmente, mostrándoles cómo las dificultades locales son un reflejo de lo que está sucediendo en otros lugares.
”Al adelantar el día, las piernas nos piden descanso. Durante el día a veces hay un sol brillante y a veces una lluvia torrencial en la que es inútil usar un paraguas. Nuestras botas se cubren de fango porque caminamos por campos recién arados. Cuando oímos las palabras: “Pase no más”, con gratitud entramos en la cocina y disfrutamos del calor de una estufa de leña, una taza de ‘café’ hecho de cereales, un poco de requesón, y pan acabado de hacer. ¡Ah, ese exquisito olor del pan fresco!
”Con energías renovadas, continuamos hasta el anochecer, cruzando campos rara vez separados por cercas, aunque sí encontramos algunos campos de trigo bordeados de arbustos llamados picapica, una retama perenne. Nuestra caminata de 20 kilómetros (12 millas) concluirá dentro de poco, pues la noche se acerca y tenemos que llegar a otra de las carreteras principales para subir al último autobús de regreso al pueblo.
”Llegamos sanos y salvos —y cansados, pero contentos—, pues hemos tenido muchas conversaciones agradables con gente mansa. Después de comer algo repasamos las actividades del día y nos acostamos, pues el cansancio nos vence”.
Una visita a Chiloé
El archipiélago de Chiloé consta de varias islas pequeñas. La isla principal mide 180 kilómetros (110 millas) de largo y tiene verdes colinas separadas por lagos pequeños. ¡Y qué atractivas vistas costeras y pintorescas aldeas pesqueras se ven por todas partes!
Rubén y Cecilia viven en el pueblo de Achao, cerca de la isla principal. Cuando llegaron allí en marzo de 1988, el sacerdote del pueblo avisó a la gente que ‘no escuchara a la pareja que iba por toda la isla hablando de la Biblia’. Sus comentarios de oposición les cerraron la mente a algunos, pero despertaron la curiosidad de otros. Con el tiempo Rubén y Cecilia conducían 28 estudios bíblicos. Varios de los que estudian con ellos son profesores, y cuatro usan las publicaciones de la Watch Tower “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa” y Mi libro de historias bíblicas para enseñar religión en sus escuelas.
Jehová cuida de estos precursores que trabajan duro y que caminan hasta 34 kilómetros (20 millas) cada día para predicar el Reino y hacer discípulos. (Mateo 24:14; 28:19, 20.) Cierto día Rubén y Cecilia caminaban por una senda al lado de una playa y vieron que, en marea baja, tenían a su alcance muchísimos choritos (un tipo de mejillón). Rubén empezó a recogerlos, pero ¿cómo los llevarían a casa? Cecilia resolvió aquel problema. Convirtió sus medias en bolsas. ¡Ahora los precursores tendrían una exquisita comida de mariscos!
Al norte de Achao, dos predicadores de tiempo completo del Reino, llamados precursores especiales, se asocian con una congregación pequeña en Linao. Allí la predicación empezó en 1968, y el primer testigo de Jehová de Linao se bautizó en 1970. Por cuatro años este hermano predicó solo y aguantó la burla de parientes y conocidos. Finalmente, en 1974, su esposa aceptó la verdad bíblica y se bautizó. Después se bautizaron cuatro hermanos carnales, cuatro hermanas, cuatro tíos, seis sobrinos y un cuñado y su esposa. La congregación que se formó allí era una sola gran familia. Con el tiempo, tres de los cinco hermanos fueron nombrados ancianos, y uno siervo ministerial.
Luis y Juan son predicadores de tiempo completo que se concentran en sembrar la semilla del Reino en Quemchi, un pueblecito a 30 kilómetros (20 millas) de Linao. Diariamente pasan por encima de cercas, cruzan campos llenos de vegetación y suben y bajan cerros, siempre batallando contra el viento y la lluvia. Para visitar las islas cercanas, usan barcos pequeños que van a la isla de Chiloé dos o tres veces por semana. Permanecen en una isla por unos días. Un viaje entre las islas puede marear a cualquier inexperto, pero la hospitalidad y la bondad de los isleños hacen que valga la pena. Otro publicador del Reino se ha unido a Luis y Juan, y juntos se esfuerzan por hablar con los 11.500 habitantes de su territorio. Aunque el aumento ha sido lento, Luis y Juan se regocijaron de tener una concurrencia de 36 personas a la Conmemoración de 1989.
De regreso en tierra continental
Siguiendo hacia el norte cruzamos el canal de Chacao y llegamos a tierra continental. Allí los precursores Ramón e Irene predican en un territorio extenso que incluye grupos aislados en Maullín, Carelmapu y Pargua. Los Testigos de la isla de Chiloé caminan por una hora antes de llegar al transbordador que usan para cruzar el canal y asistir a las reuniones cristianas en Pargua. Ramón viaja una hora y veinte minutos por autobús desde Maullín para conducir estas reuniones, que suelen tener como concurrencia el doble de la cantidad de los publicadores. ¿Por qué toma tanto tiempo viajar solo 38 kilómetros (24 millas)? Porque el autobús se detiene por el camino para recoger a pasajeros que llevan bolsas de frutas y vegetales, sacos de papas y cebollas, y a veces hasta cerdos y gallinas vivos. Lo que no se puede poner encima del autobús va dentro. El resultado es un viaje largo con muchos olores, vistas y sonidos.
Puesto que muy pocos de estos precursores tienen automóviles, el que se le pase a uno un autobús que viaja de un pueblo a otro significa una larga caminata, a menos que alguien le ofrezca transportación. Cuando Ramón y un estudiante de la Biblia viajaban con cierto conductor, este les preguntó: “¿Cómo responde la gente a su obra?”. Al notar sus miradas inquisitivas, el conductor dijo: “Soy el cura de este pueblo, y ustedes son testigos de Jehová. Conozco bien su obra y me gustan sus revistas”. Hubo una buena conversación de preguntas y respuestas antes de que él los dejara en Pargua a tiempo para una reunión. No hay que dudar que el sacerdote consiguió la respuesta a otras preguntas que tenía cuando leyó nuestras revistas.
No siempre es fácil para Ramón e Irene llegar a los 20 hogares donde conducen estudios bíblicos. Algunos están al otro lado del río Maullín o en aldeas pesqueras aisladas, y Ramón e Irene tienen que usar botes para llegar allí. Aunque las lluvias torrenciales pueden causar desaliento, quedó claro que el aguante de ellos y de los otros 18 publicadores del Reino que viven esparcidos por este territorio rural estaba produciendo fruto, pues 77 personas se reunieron para la Conmemoración.
En Los Muermos, Juan y Gladys, proclamadores del Reino de tiempo completo, han conducido 23 estudios bíblicos. Las largas caminatas por carreteras llenas de barro tienen su recompensa cuando la semilla del Reino echa raíz en el corazón de la gente que quiere aprender la verdad. En una región aislada de la cordillera costanera cerca de Estaquilla, Juan y Gladys predicaron en una zona que nadie había visitado antes. Le pidieron a un estudiante de la Biblia que les prestara su caballo por aquel día. “Claro —contestó él—. ¿Puedo ir con ustedes?” Juan pronto comprendió que esto tuvo que haber sucedido por dirección de Jehová. Fácilmente se hubieran perdido en el denso bosque, pero el estudiante conocía bien aquella zona y los llevó a hogares que no se veían desde los caminos de las montañas. Después de haber caminado y viajado a caballo nueve horas, estaban muy cansados y adoloridos, y uno de los precursores especiales le preguntó al estudiante de la Biblia cómo se sentía. Él respondió: “Lo único que les pido es que me dejen venir con ustedes la próxima vez”. Aquel hombre de tan buen aprecio siguió progresando espiritualmente y se bautizó en enero de 1988. Su esposa se bautizó poco tiempo después en una asamblea de circuito.
Durante una visita del superintendente de circuito los 11 publicadores de Estaquilla se deleitaron cuando 110 personas asistieron al discurso público. En un pueblecito de 1.000 personas, cerca de Los Muermos, 66 personas se reunieron para la Conmemoración. Como se ve, hay mucho que hacer en este extenso campo. (Mateo 9:37, 38.)
Más al norte hallamos a los precursores Alan y Fernando. Un día, mientras caminaban por un camino polvoriento, un conductor les ofreció transportación en la parte trasera de su camión. Después que se bajaron, se rieron al verse completamente cubiertos de una gruesa capa de polvo. Un sentido del humor y el gozo de conducir 20 estudios bíblicos ayuda a superar inconveniencias como esa. ¡E imagínese su gozo cuando 65 personas asistieron a la Conmemoración, y las primeras dos personas de la localidad predicaron junto con ellos el mes siguiente!
Cruzan el Bío-Bío
Para llegar a personas mansas como ovejas que viven más cerca de los Andes es necesario cruzar un desfiladero por el que fluyen (50 metros [150 pies] más abajo) las aguas estruendosas del río Bío-Bío. Se cruza mediante una frágil estructura de madera suspendida de un cable que llega hasta el otro lado del desfiladero. Con cierto temor uno sube a la plataforma de madera y hala una palanca que la suelta para que se deslice por el cable. Uno se ase de la barandilla de la plataforma mientras esta pasa rápidamente hasta la mitad del desfiladero, donde, de momento, se detiene. Después de recobrar el aliento, uno maneja otra palanca moviéndola hacia adelante y hacia atrás, y así va cruzando poco a poco la segunda mitad del desfiladero. ¡Está claro que esto no es para miedosos! Sin embargo, ¡hay una hermana que hace esto cada semana cuando visita a una persona mansa que vive en una aldea distante en la montaña!
El excelente ejemplo de los precursores y otros publicadores del Reino anima a las personas que aprecian la verdad a hacer esfuerzos similares para asistir a las reuniones cristianas. (Hebreos 10:24, 25.) Cierta familia viaja 40 kilómetros (25 millas) a caballo hasta el río Bío-Bío y entonces camina otros 12 kilómetros (7 millas) hasta el Salón del Reino.
¿Qué recuerdan los precursores cuando reflexionan en los años pasados? ¿Volcanes cubiertos de nieve, bellos campos y ríos impetuosos? ¿El polvo, la lluvia, el fango y las largas caminatas? Sí, pero especialmente recuerdan a la gente amigable que responde bien a las buenas nuevas. Ciertamente esta gente tan mansa hace que todo el esfuerzo valga la pena. ¡Qué gozo es sembrar la semilla del Reino en el sur de Chile!