La Biblia... ¿proviene de Dios?
JEHOVÁ, el Dios de autoridad y poder ilimitados, ciertamente tiene el derecho de comunicarse con su creación humana como desee. Si ha optado por comunicarse mediante la palabra escrita, también tendría que conservar su mensaje a través del tiempo. ¿Ha pasado así en el caso de la Biblia?
Unos 1.500 años antes de Cristo, cuando la Biblia empezó a ponerse por escrito, ya existían muchos otros escritos religiosos. Sin embargo, todos cayeron en desuso y sencillamente desaparecieron con el tiempo. Los arqueólogos han desenterrado algunos de esos escritos y ahora son piezas de museo. Por otro lado, las porciones de la Biblia que se escribieron hace más de tres mil años nunca fueron olvidadas, y copias de ellas han sobrevivido hasta el día de hoy. Esto es notable especialmente si consideramos que la Biblia ha sido el blanco de muchos ataques durante el transcurso de la historia. Ningún otro libro ha sido objeto de tanto odio ni de tan enconada oposición. Muchas personas han sido castigadas con multas, encarcelamiento, tortura, y frecuentemente con la muerte, por leer o distribuir la Biblia.
En tales circunstancias, ¿cómo pudiera sobrevivir un simple libro? La misma Biblia dice: “El dicho de Jehová dura para siempre”. (1 Pedro 1:25.) El que la Biblia haya perdurado sin que la hayan podido destruir nos ayuda a identificarla como la santa Palabra de Dios.
Además, es lógico esperar que el mensaje de Dios para la humanidad estuviera disponible por todo el mundo. ¿Sucede esto en el caso de la Biblia? ¡Claro que sí! En toda la historia no hay otro libro que siquiera se acerque a la Biblia en esto. Se ha calculado que la difusión de la Biblia ha alcanzado la cifra de 3.000.000.000 de ejemplares. Tampoco se ha traducido ningún otro libro a tantos idiomas. Actualmente se puede leer la Biblia —completa o en parte— en más de 1.900 diferentes lenguajes. La Sociedad Bíblica Americana informa que ahora la Biblia le está disponible al 98% de la población del mundo. The New Encyclopædia Britannica dice que la Biblia es “probablemente la colección de libros de mayor influencia en la historia de la humanidad”. Por eso no es presunción describirla como el libro de mayor prominencia en la Tierra.
La armonía interna de toda la Biblia es en sí prueba sólida de que de veras fue inspirada por Dios. ¿Sería realista esperar que todo lo que unas 40 diferentes personas escribieron en el transcurso de 1.600 años armonizara con un tema fundamental? Eso sería imposible si se dejara a la casualidad o meramente a la dirección humana. No obstante, esto es lo que sucede con relación a los 66 libros que componen la Biblia. Solo una inteligencia sobrehumana que haya vivido por muchísimo tiempo puede haber producido un libro tan notable.
No es solo historia
La información histórica de la Biblia es extraordinaria. Pero el que Dios hubiera dado un mensaje que consistiera exclusivamente en datos históricos habría sido de valor limitado para nosotros. Necesitamos guía y sabiduría práctica, lo cual también puede hallarse en la Biblia. Por ejemplo, la Biblia nos anima a desarrollar “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”... de todo lo cual hay mucho escrito en las páginas de la Biblia. (Gálatas 5:22, 23; Colosenses 3:12-14.) La Biblia recomienda diligencia, limpieza, honradez, fidelidad marital, respeto y amor al prójimo; y contiene un rico caudal de consejo con relación al comportamiento humano en el círculo familiar y en la comunidad.
El aplicar el consejo bíblico redunda en beneficios verdaderamente sobresalientes. Nos libra de la ignorancia y la superstición. (Juan 8:32.) Su sabiduría práctica es incomparable. Ciertamente contiene, sin lugar a dudas, sabiduría divina.
La afirmación de que “la palabra de Dios es viva, y ejerce poder” está en plena armonía con la transformación que la Biblia opera en la gente. (Hebreos 4:12.) Hoy día millones de personas que han tomado a pecho las normas bíblicas han podido vencer rasgos dañinos de su personalidad y han cambiado de su anterior derrotero destructivo a un derrotero beneficioso. (Efesios 4:22.)
¿Qué ocurre cuando se desobedecen las normas bíblicas? El resultado es tristeza y sufrimiento, guerras, pobreza, enfermedades transmitidas por contacto sexual, y hogares deshechos. Esas cosas son de esperarse, porque el no prestar atención a la Biblia es rechazar la guía que viene de Dios, quien creó al hombre y sabe lo que este necesita.
La Biblia también predice el futuro, algo que los humanos no pueden hacer. Anunció proféticamente el desarrollo de las potencias mundiales a través de los siglos desde el tiempo de Babilonia hasta nuestro propio día. (Daniel, capítulos 2, 7, 8.) Además, hace casi dos mil años se incluyó en la Biblia una descripción exacta de las condiciones mundiales de este siglo XX. (Mateo, capítulos 24, 25; Marcos, capítulo 13; Lucas, capítulo 21; 2 Timoteo 3:1-5; 2 Pedro 3:3, 4; Revelación 6:1-8.) La larga lista de profecías bíblicas que se han cumplido nos garantiza que la perspectiva de un futuro feliz que se describe en las páginas de la Biblia es genuina.
Nuestra responsabilidad
Todo esto es prueba arrolladora de que Dios realmente se ha comunicado con los seres humanos. Es cierto que Dios ha transmitido su mensaje mediante hombres imperfectos. Pero eso no es razón para creer que la Biblia sea menos auténtica que un mensaje verbal procedente de Dios, o uno entregado por ángeles, o uno que se hubiera escrito milagrosamente en el cielo y entregado directamente a los hombres en la Tierra.
Sin embargo, el reconocer que la Biblia es de origen sagrado o divino nos impone una responsabilidad. Es justo que Jehová espere que leamos regularmente su Palabra. (Salmo 1:1, 2.) Para beneficiarnos de la lectura de la Biblia tenemos que tener la actitud apropiada. Es necesario que tengamos presente que no debemos leer la Biblia como si fuera simplemente una pieza de literatura cualquiera. Debemos considerarla, “no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios”. (1 Tesalonicenses 2:13.)
Puede que ciertas partes de la Biblia sean difíciles de entender. Pero por su lectura frecuente uno las entiende mejor y adquiere un cuadro más completo de la voluntad de Dios y sus propósitos. (Hebreos 5:14.) Puede que usted aún no esté totalmente convencido de que la Biblia sea la santa Palabra de Dios. Pero, para ser consecuente, ¿cómo puede usted expresar creencia o descreencia con relación a la Biblia si no la ha estudiado cuidadosamente?
A pesar del escepticismo que existe hoy respecto al origen divino de la Santa Biblia, el examinarla detenidamente ha hecho que muchas personas pensadoras exclamen como el apóstol Pablo: ¡“Sea Dios hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso”! (Romanos 3:4.)
[Fotografía en la página 5]
La Biblia anunció proféticamente el desarrollo de las potencias mundiales a través de los siglos desde el tiempo de Babilonia hasta nuestro propio día. (Daniel 2, 7, 8.)
Derecha: César Augusto
[Reconocimiento]
Museo della Civiltà Romana, Roma
[Fotografía en la página 6]
Hace casi dos mil años la Biblia predijo con exactitud las condiciones mundiales de hoy. (Mateo 24, 25; Marcos 13; Lucas 21; 2 Timoteo 3:1-5; 2 Pedro 3:3, 4; Revelación 6:1-8.) La exactitud infalible de la profecía bíblica nos garantiza que la promesa divina de un paraíso en la Tierra se realizará
[Reconocimiento]
Reuters/Bettmann Newsphotos
[Fotografías en la página 4]
La Biblia ha sobrevivido, mientras que otros escritos religiosos solo se ven como piezas de museo
Arriba: Relato asirio del Diluvio
Derecha: Oraciones al dios egipcio Ra
[Reconocimiento]
Ambas: Cortesía de Trustees of the British Museum
[Gráfico en la página 4]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
La Biblia le está disponible ahora al 98% de la población del mundo
En toda la historia no hay otro libro que se acerque a la Biblia en su difusión, calculada en unos 3.000.000.000 de ejemplares. The New Encyclopædia Britannica llama a la Biblia “probablemente la colección de libros de mayor influencia en la historia de la humanidad”
[Ilustración en la página 5]
Aunque la Biblia fue escrita por unas 40 diferentes personas en el transcurso de 1.600 años, desarrolla un solo tema fundamental desde el principio hasta el fin. Solo una inteligencia sobrehumana que haya vivido por muchísimo tiempo puede haber producido un libro tan notable