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  • Se aclara el misterio del nombre más grande
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
w93 1/11 págs. 3-5

Se aclara el misterio del nombre más grande

Es interesante notar que tanto el Corán de los musulmanes como la Biblia de los cristianos mencionan el nombre más grande. Este artículo explica el significado y la importancia del nombre más grande y muestra cómo afectará a toda la humanidad e influirá en nuestro futuro en la Tierra.

MILLONES de hombres y mujeres han pasado por esta Tierra. En la mayoría de los casos, sus nombres han muerto con ellos y su recuerdo se ha borrado. No obstante, perviven algunos nombres célebres, como Avicena, Edison, Pasteur, Beethoven, Gandhi y Newton. Estos nombres están enlazados con los logros, descubrimientos e inventos de sus dueños.

Sin embargo, hay un nombre que está por encima de todos los demás. Las maravillas pasadas y presentes del universo entero tienen que ver con él. Además, la esperanza de una vida larga y feliz para el género humano está asociada con este nombre.

Muchas personas han querido conocerlo. Lo han buscado y han preguntado acerca de él, mas no lo han encontrado. Para ellas sigue siendo un misterio. En realidad, nadie puede descubrir dicho nombre a no ser que su Dueño se lo revele. Afortunadamente, el misterio de este nombre sin par se ha aclarado. Dios mismo lo ha esclarecido a fin de que los que creen en él le conozcan. Dio a conocer su nombre a Adán, luego a Abrahán y después a Moisés y a sus demás siervos fieles de tiempos antiguos.

En busca del gran nombre

El Corán habla de alguien “que tenía ciencia de la Escritura” (27:40). El comentario de Tafsīr Jalālayn dice respecto a este versículo: “Asaf, el hijo de Barkhiyā, era un hombre recto. Conocía el gran nombre de Dios, y siempre que lo invocaba recibía respuesta”. Esta descripción nos recuerda al escritor bíblico Asaf, que dijo en Salmo 83:18: “Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.”

En el Corán 17:2 leemos: “Dimos a Moisés la Escritura e hicimos de ella dirección para los Hijos de Israel”. En dicha Escritura, Moisés habla a Jehová en los siguientes términos: “Supongamos que llego ahora a los hijos de Israel y de hecho les digo: ‘El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes’, y ellos de hecho me dicen: ‘¿Cuál es su nombre?’. ¿Qué les diré?”. Dios le respondió a Moisés: “Esto es lo que habrás de decir a los hijos de Israel: ‘Jehová el Dios de sus antepasados, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes’. Este es mi nombre hasta tiempo indefinido”. (Éxodo 3:13, 15.)

En la antigüedad los israelitas conocían el gran nombre de Dios, incluso lo utilizaban como elemento compositivo en la formación de sus nombres. Tal como en la actualidad existe el nombre Abdullah, que significa “Siervo de Dios”, en el pasado los israelitas tenían el nombre Abdías, que significa “Siervo de Jehová”. La madre del profeta Moisés se llamó Jokébed, que posiblemente significa “Jehová es gloria”. Y el nombre del profeta Elías quiere decir “Mi Dios es Jehová”.

Los profetas conocían este gran nombre y lo usaban con profundo respeto. En las Santas Escrituras aparece más de siete mil veces. Jesucristo, el hijo de María, lo realzó al decir a Dios en oración: “He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste [...] Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos”. (Juan 17:6, 26.) En su célebre comentario sobre el Corán, Bayḍāwī dice con respecto al Corán 2:87 que Jesús “resucitaba a los muertos por el poder del gran nombre de Dios”.

¿Qué sucedió, entonces, para que el nombre se convirtiera en un misterio? ¿Qué tiene que ver ese nombre con nuestro futuro particular?

¿Cómo llegó a ser un misterio?

Algunos creen que “Jehová” significa “Alá” (Dios) en hebreo. Sin embargo, “Alá” corresponde al hebreo ʼElo·hím, el plural mayestático de la palabra ʼelóh·ah (dios). Una superstición que se originó entre los judíos les impedía pronunciar el nombre divino, Jehová. Por lo tanto, cuando lo encontraban en su lectura de las Santas Escrituras, solían pronunciar ʼAdho·nái, que significa “Señor”. Alteraron incluso ciertos pasajes del texto hebreo original para que leyera ʼAdho·nái en vez de “Jehová”.

Los líderes religiosos de la cristiandad siguieron la misma costumbre de sustituir el nombre Jehová por “Dios” (“Alá” en árabe) y “Señor”. Ello contribuyó al desarrollo de la doctrina falsa de la Trinidad, la cual carece por completo de fundamento bíblico. Como consecuencia de esta enseñanza, millones de personas adoran equivocadamente a Jesús y al espíritu santo y los consideran iguales a Dios.a

Por eso, tanto los guías del judaísmo como los de la cristiandad comparten la culpa de la ignorancia general tocante al nombre más grande. No obstante, Dios profetizó lo siguiente: “Y ciertamente santificaré mi gran nombre, [...] y las naciones tendrán que saber que yo soy Jehová”. Sí, Jehová dará a conocer su nombre a todas las naciones. ¿Por qué? Porque él no es solo el Dios de los judíos o de alguna otra nación o pueblo en particular. Es el Dios de toda la humanidad. (Ezequiel 36:23; Génesis 22:18; Salmo 145:21; Malaquías 1:11.)

El nombre más grande y nuestro futuro

Las Santas Escrituras dicen: “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvo.” (Romanos 10:13.) Nuestra salvación en el día del juicio está relacionada con nuestro conocimiento del nombre de Dios. Conocer su nombre supone conocer sus atributos, obras y propósitos, así como vivir en conformidad con sus elevados principios. Por ejemplo, Abrahán conocía e invocaba el nombre divino, y por esta causa gozó de una buena relación con Dios, puso fe en él y le obedeció. Así, Abrahán se hizo amigo de Dios. De la misma forma, conocer el nombre de Dios nos acerca a él y nos ayuda a cultivar una relación personal con él, afianzándonos a su amor. (Génesis 12:8; Salmo 9:10; Proverbios 18:10; Santiago 2:23.)

En la Biblia leemos: “Jehová siguió prestando atención y escuchando. Y un libro de recuerdo empezó a ser escrito delante de él para los que estaban en temor de Jehová y para los que pensaban en su nombre”. (Malaquías 3:16.) ¿Por qué tenemos que ‘pensar en’ el nombre más grande? El nombre Jehová significa literalmente “Él hace que llegue a ser”. Este significado presenta a Jehová como Aquel que se hace a sí mismo Cumplidor de las promesas. Él siempre lleva a cabo sus propósitos. Es el Dios todopoderoso, el único Creador, poseedor de todo magnífico atributo. No existe una palabra que por sí sola describa a la perfección su naturaleza divina. Pero Dios se asignó el nombre más grandioso de todos: Jehová, y este nombre trae a la memoria todos sus atributos, cualidades y propósitos.

En las Santas Escrituras Dios nos dice lo que se propone hacer con la humanidad. Jehová Dios creó al hombre para que viviera feliz en el Paraíso eternamente. Su voluntad es que todos los hombres compongan una sola familia, unida en amor y paz. El Dios de amor realizará su propósito en el futuro cercano. (Mateo 24:3-14, 32-42; 1 Juan 4:14-21.)

Dios explica el porqué del sufrimiento humano y muestra que la salvación es posible. (Revelación 21:4.) En Salmo 37:10, 11, leemos: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Véase también el Corán 21:105.)

Sí. Dios será conocido por su gran nombre. Las naciones tendrán que saber que él es Jehová. ¡Qué extraordinario privilegio es conocer el nombre más grande, dar testimonio de él y adherirse a él! De este modo se cumplirá en cada uno de nosotros el feliz propósito de Dios: “Porque en mí él ha puesto su cariño, yo también le proveeré escape. Lo protegeré porque ha llegado a conocer mi nombre. Él me invocará, y yo le responderé. [...] Con largura de días lo satisfaré, y le haré ver la salvación por mí”. (Salmo 91:14-16.)

[Nota a pie de página]

a Para hallar prueba de que la Trinidad no es una enseñanza bíblica, véase el folleto ¿Debería creer usted en la Trinidad?, publicado en 1989 por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Ilustración en la página 5]

En la zarza ardiente, Dios se identificó ante Moisés como ‘Jehová, el Dios de Abrahán’

[Reconocimiento]

Moisés ante la zarza ardiente, por W. Thomas, Sr.

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