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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1995
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  • Bendecidos con buenos resultados
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1995
w95 15/10 págs. 14-17

Se da el mensaje a personas de toda clase en la Atenas de hoy

CUANDO el apóstol Pablo visitó Atenas, alrededor del año 50 E.C., la ciudad todavía era un importante centro comercial, si bien ya no disfrutaba de la gloria del período clásico. Una obra de historia afirma: “[Atenas] seguía siendo la metrópoli espiritual y artística de Grecia, y el lugar que las personas cultas y poderosas de aquella época anhelaban visitar”.

Mientras estuvo allí, Pablo tuvo la oportunidad de predicar a judíos, atenienses paganos y personas de muchos diferentes lugares. Puesto que era un maestro perspicaz y hábil, mencionó en un discurso que Dios da “a toda persona vida y aliento”, que “hizo de un solo hombre toda nación de hombres,” y que es necesario que “todos en todas partes se arrepientan”, por cuanto él juzgará a “la tierra habitada”. (Hechos 17:25-31.)

Un territorio variopinto

En los últimos decenios, Atenas ha vuelto a atraer a personas de todas partes. Se ha mudado a ella personal diplomático y militar de delegaciones extranjeras. Han acudido también jóvenes de África y el Medio Oriente para estudiar en la universidad. La ciudad ha recibido a muchos trabajadores inmigrantes de países de África, Asia y Europa oriental. Mucha gente de las Filipinas y otras partes del sudeste asiático acuden en busca de trabajo doméstico. Hay un tránsito constante de refugiados de los países vecinos y de otros lugares inestables del mundo.

La situación constituye un reto para los predicadores locales de las buenas nuevas del Reino. Aunque la mayoría de los extranjeros hablan inglés, muchos solo conocen su idioma materno. Tienen diferentes antecedentes culturales y religiosos. Entre estos hay cristianos nominales, musulmanes, hindúes, budistas, animistas, agnósticos y ateos. Los testigos de Jehová tienen que aprender a adaptar sus presentaciones a los diversos antecedentes de estas personas.

Muchos de los recién llegados han pasado etapas difíciles, y por ello a menudo plantean preguntas sobre el significado de la vida y lo que depara el futuro. Algunos respetan mucho la Biblia y aceptan sin reparos lo que dice. En este territorio variopinto, la mayoría de las personas son humildes, mansas y tienen hambre de la verdad. Lejos de la familia y del ambiente del hogar, se sienten con más libertad para buscarla.

En 1986 se organizó en Atenas la primera congregación de habla inglesa para atender este territorio. El crecimiento ha sido extraordinario. Durante el último lustro se han bautizado unas ochenta personas. Como resultado, se han formado en Atenas una congregación árabe y otra polaca, y por un tiempo hubo un grupo francés. Algunos hermanos de la congregación de habla inglesa se han mudado con el fin de ayudar a las congregaciones y los grupos de Salónica, al norte, Iráklion, Creta y El Pireo, el puerto de Atenas. ¿Le agradaría conocer a algunos de estos extranjeros que han aprendido la verdad en Atenas?

Los deseables de las naciones están entrando

Thomas nació en Asmara (Eritrea) y creció siendo católico devoto. Cuando tenía 15 años ingresó en un monasterio. Preguntó al abad: “¿Cómo puede ser que un Dios sea tres Dioses?”. El abad le contestó: “Porque aceptamos lo que dice el Papa sobre asuntos espirituales. Además, este es un misterio y tú eres muy joven para comprenderlo”. Después de cinco años en el monasterio, Thomas lo abandonó desilusionado por la conducta y las enseñanzas de la Iglesia. Pero no abandonó la búsqueda del Dios verdadero.

Cierto día, a poco de haber llegado a Atenas, encontró ante la puerta de su casa un ejemplar de La Atalaya con el título de portada “Usted puede tener salud y felicidad”. Lo leyó varias veces. Aprendió también que debemos buscar primero el Reino y la justicia de Dios. (Mateo 6:33.) Thomas se arrodilló y le preguntó a Dios cómo podía hacerlo; además, le prometió: “Si me muestras cómo buscar tu Reino, dedicaré seis meses de mi vida a aprender cómo debo servirte”. Cuatro semanas después, dos Testigos tocaron a su puerta. Thomas aceptó un estudio de inmediato y diez meses más tarde se bautizó. “Jehová realmente contestó mi oración y me dio la oportunidad de ser uno de sus Testigos —afirma—. Ahora su amor me motiva a buscar primero su Reino y su justicia.”

Mientras dos Testigos predicaban de casa en casa, se percataron de que el nombre escrito junto al timbre era extranjero.

—¿Qué desean? —preguntó una voz femenina por el interfono.

Uno de los Testigos contestó que buscaban a personas de habla inglesa interesadas en la Biblia.

—¿De qué religión son ustedes? —preguntó la señora.

—Somos testigos de Jehová.

—¡Qué bien! Suban al último piso.

Así lo hicieron; pero cuando la puerta del ascensor se abrió, un hombre muy alto con actitud negativa se interpuso. Sin embargo, la señora le habló desde adentro.

—Déjalos entrar. Quiero hablar con ellos.

La señora les dijo que viajaba por todo el mundo con el equipo deportivo de su esposo y que apenas el día anterior había pedido en oración encontrar a los testigos de Jehová. Así que se comenzó de inmediato un estudio bíblico. Ya que su estancia en Grecia iba a ser breve, se programaron tres estudios a la semana, y terminó el libro Vivir para siempre en solo diez semanas.

La temporada siguiente volvieron a Grecia. La señora reanudó el estudio y progresó muy bien. Dos meses más tarde empezó a predicar con los Testigos como publicadora no bautizada y pronto comenzó su primer estudio bíblico. ¿Con quién? Con su esposo, a quien han impresionado mucho los Testigos y los cambios de su esposa.

Allan, hijo de un pastor protestante, creció en África del Sur. Desde muy joven quedó convencido de que la Biblia es la revelación inspirada de Dios. Insatisfecho con su religión, recurrió a la filosofía y a la política, pero estas lo hicieron sentirse más vacío que nunca. En Grecia, su sensación de vacío se acentuó. Le parecía que la vida carecía de propósito, que iba por un camino que no llevaba a ningún lugar.

Una noche sucedió lo siguiente: “Me arrodillé y le abrí mi corazón a Dios —relata Allan—. Con lágrimas de tristeza por el derrotero de mi vida, le rogué que me pusiera en contacto con aquellos que lo siguen de verdad. Le prometí que andaría en la luz de su guía”. Esa semana fue a una tienda y conversó con la dueña, una señora que resultó ser Testigo. Aquella conversación fue crucial en la vida de Allan. “Los días que siguieron vi cómo se desplomaban creencias muy preciadas: la Trinidad, el infierno, la inmortalidad del alma; vi que en realidad no eran enseñanzas bíblicas.” En el Salón del Reino, un matrimonio se ofreció a estudiar con él la Biblia. Él concordó, y progresó rápidamente. “La verdad me hizo llorar de felicidad —recuerda Allan—, y me dio libertad.” Un año después se bautizó. Hoy sirve felizmente de siervo ministerial en su congregación.

Elizabeth procede de Nigeria, donde buscó a Dios en varias iglesias sin resultados satisfactorios. Lo que más le horrorizaba era la doctrina del tormento eterno en el fuego del infierno. Cuando llegó a Atenas con su familia, dos Testigos tocaron a su puerta, y se comenzó un estudio bíblico. Le conmovió aprender que Dios no atormenta a la gente, sino que ofrece la esperanza de vida eterna en una Tierra paradisíaca. Estaba encinta de su cuarto hijo y pensaba abortar. Entonces aprendió en la Biblia el punto de vista de Jehová sobre la santidad de la vida. Hoy tiene una hija preciosa. Elizabeth progresó pronto y se bautizó. Aunque tiene cuatro hijos y un trabajo de tiempo completo, ha podido servir de precursora casi todos los meses. Ha tenido la bendición de ver a su esposo comenzar a estudiar la Biblia. “Por fin hallé al Dios verdadero y la religión verdadera —dice—, gracias a Jehová y a su amorosa organización.”

Muchas personas de este variopinto territorio reciben el mensaje en la calle, y se necesita perseverancia para cultivar su interés. Ese fue el caso de Sallay, una joven de Sierra Leona. Un Testigo le dejó un tratado, anotó su dirección y quedó en visitarla. Sallay mostró interés y aceptó un estudio bíblico, pero por cuestiones de trabajo y otras dificultades, no se efectuaba con regularidad. Inesperadamente se mudó sin dejar su nueva dirección. Con perseverancia, el Testigo siguió yendo a la dirección anterior, y con el tiempo Sallay le envió un mensaje para que la visitara en su nuevo hogar.

Aunque ella estaba en los últimos meses de su embarazo, estudió con mucha más regularidad. Después de nacer la criatura, Sallay se hizo publicadora no bautizada. Parece fácil, pero no lo es. A las seis y media de la mañana debe estar lista para emprender un viaje de media hora en autobús, dejar a su hijo en la guardería y viajar otra hora a su trabajo. Después de trabajar en su empleo de limpieza, hace el recorrido inverso para volver a casa. Las noches de reunión y los días que sale al servicio del campo viaja una hora más de ida y otra de regreso, a pesar de la oposición de su marido. Sin dejar de amarlo y respetarlo, ha progresado hasta el punto de dedicarse y bautizarse. ¿Y qué puede decirse de su esposo? Asistió a la Conmemoración de la muerte de Cristo y aceptó un estudio bíblico.

Bendecidos con buenos resultados

La mayoría de estas personas solo está temporalmente en Atenas. Muchos regresan a su país de origen y llevan las buenas nuevas a sus familiares y amigos. Otros se mudan a diversos países occidentales y continúan sirviendo a Jehová. Los que se quedan en Grecia disfrutan de los buenos resultados de predicar a sus coterráneos, inmigrantes también. En otros casos, las semillas de la verdad producen fruto cuando los visitantes se mudan a otro país y los Testigos se ponen en contacto con ellos.

Todo esto demuestra que Jehová no es parcial. Él acepta a personas de cualquier nación si le temen y aman la justicia. (Hechos 10:34, 35.) Para estas personas, mansas como ovejas, emigrar a otro país por motivos económicos les ha traído más bendiciones de las que esperaban: conocer a Jehová, el Dios verdadero, y su promesa de vida eterna en un justo nuevo mundo. Sí, Jehová ha bendecido abundantemente el esfuerzo de los Testigos por llevar el mensaje a las personas de habla extranjera en la Atenas de hoy.

[Fotografías en la página 16]

Personas de muchos países escuchan las buenas nuevas en Atenas

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