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  • Encuentran verdadera paz en una tierra turbulenta
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
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  • “Cuando sea mayor, voy a ser del IRA”
  • La neutralidad es una verdadera protección
  • “Las armas eran mi única protección”
  • “No me cuadraban las cosas”
  • “Los Testigos siempre nos dirigieron a la Biblia”
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1999
w99 15/12 págs. 9-13

Encuentran verdadera paz en una tierra turbulenta

“El monstruo de la violencia sectaria se ha escapado de su jaula”, afirmó un reportaje periodístico en 1969. A partir de aquel año empezó un período en el que se recrudecieron los disturbios de Irlanda del Norte.

LA VIOLENCIA y las matanzas sectarias se generalizaban a medida que intensificaban su pugna por la dominación de Irlanda los matones católicos y protestantes, “los radicales de los dos bandos” que protagonizan esta disputa político religiosa. Desde entonces “han muerto más de tres mil seiscientas personas, y otras miles han quedado lisiadas en los casi treinta años de hostilidades”, informa el periódico The Irish Times.

Este no es un conflicto reciente, pues aflige a Irlanda desde hace siglos. En los últimos años, sus efectos más mortíferos se han dejado sentir en Irlanda del Norte, si bien gente de toda Irlanda ha visto ensombrecida su vida debido a la amargura y la discordia que ha engendrado la contienda.

Este es el ambiente en el que los testigos de Jehová han estado señalando, desde hace más de cien años, cuál es la verdadera solución a los problemas que atormentan a esta tierra turbulenta. Dicha solución es el Reino de Dios en manos de Jesucristo (Mateo 6:9, 10). Cuando comenzó el período de disturbios, en 1969, había 876 testigos de Jehová en Irlanda. Actualmente, la cifra está muy por encima de los cuatro mil quinientos, distribuidos en más de cien congregaciones. He aquí las experiencias de algunos de los que han abandonado las actividades políticas y paramilitares.

“Cuando sea mayor, voy a ser del IRA”

Michaela creció en la República de Irlanda y fue educado en el catolicismo. En la escuela aprendió algo de la historia irlandesa y de su centenario conflicto con el Reino Unido. Desde niño abrigó un odio intenso a los ingleses, a quienes consideraba “los opresores del pueblo irlandés”. A la edad de diez años le dijo a su abuela: “Cuando sea mayor, voy a ser del IRA” (siglas en inglés de Ejército Republicano Irlandés). “Me dio tal bofetada, que todavía me acuerdo”, señala. Más tarde se enteró de que su abuelo había pertenecido al ejército británico en la primera guerra mundial y de que en una ocasión su abuela había tenido que interponerse entre los militantes del IRA y su abuelo para que no le dispararan.

Aun así, cuando Michael se hizo mayor, quiso apoyar a sus hermanos católicos de Irlanda del Norte. Él cuenta: “En aquel tiempo me parecía que los únicos que hacían algo para ayudar a los católicos de Irlanda del Norte eran los del IRA”. Enardecido por lo que consideraba una causa justa, ingresó en el Ejército Republicano Irlandés, donde recibió instrucción en el manejo de las armas. A tres de sus amigos los mataron a tiros los paramilitares protestantes de Irlanda del Norte.

La lucha armada acabó desilusionando a Michael, a quien inquietaba, entre otras cosas, el odio a muerte que existía entre las diferentes facciones paramilitares. Mientras estuvo en prisión por delitos vinculados a sus actividades en el IRA, pidió a Dios que le ayudara a encontrar el auténtico camino hacia la paz y la justicia duraderas. Pasó el tiempo y los testigos de Jehová lo visitaron en su casa. Sin embargo, los viejos prejuicios de Michael levantaron una barrera, ya que los Testigos eran ingleses. El odio profundamente arraigado que sentía le hizo difícil escucharlos. “No siempre los recibí de la mejor manera —admite—, pero ellos continuaron visitándome y conversando conmigo. Me fui dando cuenta de que el Reino de Dios terminará con todas las injusticias políticas y sociales contra las que luchaba y quería erradicar.” (Salmo 37:10, 11; 72:12-14.)

La hora de la verdad llegó cuando una noche Michael se encontró con su comandante del IRA, que le dijo: “Tenemos una misión para ti”. “Vi que tenía que tomar una decisión en aquel mismo instante —relata Michael—, de modo que respiré hondo y respondí: ‘Me he hecho testigo de Jehová’, aunque todavía no estaba bautizado. Lo único que tenía claro era que deseaba servir a Jehová.” “Deberían fusilarte”, replicó el comandante. A pesar de la amenaza, Michael abandonó el IRA. Consiguió el coraje para hacerlo al dejar que las palabras de Jehová influyeran en su mente y corazón. “Con el tiempo, también dedicaron su vida a Jehová mi esposa y algunos de nuestros hijos. Ahora disfrutamos de verdadera paz interior. Siempre estaremos agradecidos a Jehová por permitirnos aprender la verdad y participar en divulgar un mensaje pacífico en una tierra turbulenta.” (Salmo 34:14; 119:165.)

La neutralidad es una verdadera protección

“Crecí en la campiña del condado de Derry, en Irlanda del Norte —recuerda Patrick—. Lo único que conocí de niño fueron los disturbios que sufrió el país. No es de extrañar que aquel ambiente afectara mi actitud y modo de pensar.” Patrick adoptó ideas extremistas debido al influjo del nacionalismo virulento y de prejuicios antibritánicos fuertemente arraigados. Observaba que en ambos bandos del conflicto político había personas religiosas que violaban los principios cristianos fundamentales y las normas básicas de la dignidad humana. En consecuencia, se apartó de la religión y terminó siendo un marxista ateo convencido (compárese con Mateo 15:7-9; 23:27, 28).

“Mis primeros recuerdos son de las huelgas de hambre de los prisioneros republicanos del norte —dice Patrick—. Me produjeron un gran impacto. Recuerdo que colocaba banderas irlandesas y pintaba murales antibritánicos por todas partes. Con solo quince años, fui uno de los escoltas en el funeral de un activista que murió en la cárcel a causa de la huelga de hambre.” Al igual que muchas otras personas que se vieron atrapadas en el caos y la confusión de la época, Patrick participó en disturbios y marchas de protesta en busca de lo que para él era la justicia social y la igualdad. Trabó estrecha amistad con bastantes nacionalistas radicales, a muchos de los cuales encarcelaron las fuerzas de seguridad británicas.

Patrick añade: “Acabé pasando una temporada en Inglaterra por razones económicas. Mientras me encontraba allí, la policía británica detuvo a uno de mis amigos cuando iba a colocar una bomba”. Aunque aún apoyaba bastante el movimiento nacionalista, su actitud comenzó a cambiar. Se dio cuenta de que los prejuicios contra los ingleses en general carecían básicamente de fundamento. “También empecé a comprender —aclara— que las actividades terroristas nunca resolverían de verdad los problemas ni eliminarían las injusticias que me angustiaban. Había mucha corrupción y otros defectos entre quienes controlaban las organizaciones paramilitares.” (Eclesiastés 4:1; Jeremías 10:23.)

Con el tiempo, Patrick volvió a Irlanda del Norte. “Cuando regresé, un amigo me presentó a los testigos de Jehová.” Su estudio de la Biblia con los Testigos le hizo ver cuál es la verdadera solución a los conflictos y la discordia humanos. Progresó rápidamente en sentido espiritual al hacer mella en su mente y corazón los principios bíblicos (Efesios 4:20-24). “Ahora —cuenta—, en lugar de conspirar para cambiar el orden establecido, predico el mensaje de paz de la Biblia hasta en barrios lealistas donde nunca antes me habría aventurado a entrar. De hecho, en un período en el que hubo muchas matanzas sectarias en Belfast, los únicos que podían moverse libremente por los distritos lealistas y nacionalistas sin vehículos blindados eran los testigos de Jehová.” Al igual que le ocurrió durante esa época al resto de los Testigos de Irlanda del Norte, comprobó que ser neutral, como lo fueron los primeros cristianos, es una auténtica protección (Juan 17:16; 18:36). Y concluye: “Me produce una tremenda sensación de libertad entender que Jehová proporcionará verdadera justicia y libertad de la opresión a toda la humanidad mediante Jesucristo” (Isaías 32:1, 16-18).

“Las armas eran mi única protección”

“Me crié en el otro bando de la disputa político religiosa —cuenta William—. Estaba lleno de prejuicios protestantes, y odiaba intensamente todo lo católico. Si podía evitarlo, ni siquiera entraba en las tiendas católicas, y solo estuve una vez en la República de Irlanda. Me afilié a varios movimientos e instituciones protestantes, como la Orden de Orange, organización dedicada a conservar la religión y la forma de vida protestante.” A la edad de 22 años, William ingresó en el Ulster Defense Regiment, un cuerpo del ejército británico compuesto de irlandeses, la mayoría de los cuales eran protestantes. Estaba totalmente dispuesto a matar para defender su legado. “Poseía varias armas, y no habría dudado en utilizarlas si hubiera sido necesario. De noche, guardaba una debajo de la almohada.”

Pero llegó un momento crucial en su vida. “Me percaté de que los testigos de Jehová tienen algo especial cuando trabajé con uno de ellos en la renovación de una casa vieja. Este compañero de trabajo me causó una honda impresión. Mientras construíamos la casa juntos, le planteé muchas preguntas sobre asuntos que me preocupaban del conflicto de Irlanda del Norte, la religión y Dios. Sus respuestas claras y sencillas me ayudaron a ver a los testigos de Jehová como realmente son, es decir, un conjunto de personas unido, pacífico y apolítico, identificadas por su amor a Dios y al prójimo.” (Juan 13:34, 35.)

A los cuatro meses de iniciar su estudio de la Biblia, William ya había abandonado todas las instituciones religiosas y políticas a las que pertenecía. “Fue una decisión muy importante para mí —recuerda—, ya que tuve que renunciar a multitud de antiguas y entrañables tradiciones.” No obstante, todavía tenía que afrontar su mayor prueba. “Como consecuencia de la situación en Irlanda del Norte, pensaba que las armas eran mi única protección. Los paramilitares del IRA me consideraban ‘un objetivo justificado’, por lo que me costó mucho deshacerme de las armas.” Sin embargo, el consejo bíblico, como el que se encuentra en Isaías 2:2-4, cambió su modo de pensar poco a poco. Entendió que, al fin y al cabo, su verdadera protección venía de Jehová, tal como fue el caso de los cristianos del siglo primero. Por lo tanto, entregó sus armas.

“Una de las cosas que más me gustan —asevera William— es que ahora tengo amistades buenas y duraderas con personas de las que antes habría sido enemigo mortal. Asimismo me produce gran alegría llevar el mensaje bíblico de esperanza a personas que viven en zonas que me estaban vedadas. Cuando reflexiono en lo que la verdad ha hecho por mi familia y por mí, me siento eternamente agradecido a Jehová y a su organización.”

“No me cuadraban las cosas”

Robert y Teresa tenían antecedentes completamente distintos. “Procedo de una familia protestante radical —afirma Robert—. Algunos de mis familiares han participado en acciones paramilitares. Yo mismo me alisté en el Ulster Defense Regiment del ejército británico cuando tenía diecinueve años. Me pasé mucho tiempo patrullando las zonas por donde vivía Teresa. Una noche me destinaron a realizar otros servicios en lugar de la ronda habitual. Aquella misma noche hicieron saltar por los aires el Land Rover en el que habría estado. Murieron dos soldados y resultaron heridos otros dos.”

Robert se puso a pensar en el sentido de la vida. “Siempre había creído en Dios, pero cuando examinaba el conflicto de Irlanda del Norte, no me cuadraban las cosas. De hecho, empecé a orar a Dios. Le pregunté si realmente existía, y le pedí que si así era, dirigiera mi vida por el camino correcto. Recuerdo haberle dicho que tenía que haber una religión verdadera.” Unos días después, un testigo de Jehová visitó a Robert y le dejó una publicación. Se puso a leerla cuando regresó a casa a una hora avanzada de la noche después de una ronda, y la terminó a las cinco de la mañana. “Enseguida reconocí que era la verdad —cuenta—, pues podía comprobar que todas las cosas que decía se citaban directamente de la Biblia.” (2 Timoteo 3:16.) Inició un estudio bíblico, y al poco tiempo se dedicó a Dios.

“Los Testigos siempre nos dirigieron a la Biblia”

Teresa, por su parte, era católica y tenía fuertes tendencias nacionalistas. “Desde pequeña milité en el Sinn Féin,b lo que supuso mi apoyo a las acciones terroristas —admite—. Colaboré en la recaudación de fondos para la lucha armada. Informaba al IRA de lo que sucedía en mi barrio. Y también participé en tumultos y lancé piedras en enfrentamientos con la policía y las patrullas armadas.”

Algunos familiares de Teresa empezaron a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, lo que despertó su curiosidad. El poder de la Palabra de Dios le influyó de manera significativa. “Los Testigos siempre nos dirigieron a la Biblia para contestar nuestras preguntas —afirma—. La promesa que se encuentra en Daniel 2:44 me abrió los ojos por completo. Comprendí que el Reino de Dios es el único medio de eliminar todas las injusticias contra las que yo combatía.” A Teresa cada vez le repugnaban más algunas de las atrocidades que perpetraban los paramilitares. No podía entender, por ejemplo, cómo personas que tenían compasión y dignidad se alegraban con las noticias de una acción terrorista en la que resultaban muertos o mutilados soldados u otras personas, y que sumía en el dolor y la angustia a sus familias. Ella también respondió a la verdad de la Biblia y permitió que los principios divinos moldearan su manera de pensar. Dedicó su vida a Dios y se bautizó poco después (Proverbios 2:1-5, 10-14).

Teresa y Robert se conocieron en las reuniones de una de las congregaciones norirlandesas de los testigos de Jehová. Ella relata: “Cuando conocí a Robert, me costó creer que estaba hablando tan tranquila y pacíficamente con alguien a quien, hasta hacía muy poco, habría considerado parte de la maquinaria de guerra británica. No había duda de que la Palabra de Dios me había ayudado a desarraigar odios y prejuicios inveterados”. Ambos descubrieron que, en vez de estar divididos por los odios y prejuicios que levantaban sus diversas tradiciones y culturas, tenían mucho en común. Lo que más los unía era el amor a Jehová Dios. Se casaron, y en la actualidad llevan juntos el mensaje divino sobre la paz verdadera a gente de todo antecedente y creencia de esta tierra turbulenta.

Otras personas de Irlanda han vivido situaciones semejantes. Al prestar atención y aceptar las enseñanzas de la Palabra inspirada de Dios, se han librado de las ‘filosofías y los vanos engaños’ de los hombres (Colosenses 2:8). Ahora depositan su total confianza en las promesas de Dios que se encuentran en la Biblia, y están contentos de hacer partícipe a todo el que escuche de su esperanza de un futuro pacífico, un futuro completamente libre de violencia sectaria o de cualquier otro tipo (Isaías 11:6-9).

[Notas]

a Se han cambiado los nombres.

b Partido político que mantiene vínculos muy estrechos con el IRA Provisional.

[Ilustraciones de la página 10]

Por toda Irlanda del Norte se ha ensalzado la lucha terrorista con murales

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