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  • Se ofrecieron de buena gana para servir en Brasil

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  • Se ofrecieron de buena gana para servir en Brasil
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2012
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2012
w12 15/10 págs. 3-6

Se ofrecieron de buena gana para servir en Brasil

HACE unos años, Rúbia, una hermana que ahora tiene 30 años de edad, viajó al sur de Brasil para visitar a Sandra, quien servía de precursora en una pequeña congregación. Durante la visita ocurrió algo que le cambió la vida. ¿Qué fue? Dejemos que ella misma nos cuente qué le causó una impresión tan profunda.

“¡NO ME LO PODÍA CREER!”

Sandra y Rúbia dirigiendo un estudio bíblico

“Sandra me llevó a visitar a una mujer a la que daba clases bíblicas. Durante el estudio, la señora le dijo: ‘En mi trabajo hay tres chicas que quieren aprender de la Biblia, pero como sé que tienes la agenda de este año completa, les dije que tendrán que esperar turno’. ¡No me lo podía creer! Había tantas personas deseosas de conocer a Jehová que Sandra tenía una lista de espera. ¡Con lo que a mí me costaba encontrar en mi territorio una sola persona interesada en estudiar! En ese momento, en la casa de aquella mujer, sentí un intenso deseo de ayudar a la gente de allí. Poco después me mudé de la gran ciudad al pueblo donde servía Sandra.”

¿Cómo le fue a Rúbia? Ella explica: “En solo dos meses ya dirigía quince estudios bíblicos. Y, por sorprendente que parezca, en poco tiempo tenía mi propia lista de espera”.

REEVALUÓ SU MINISTERIO

Diego

Diego, un hermano de veintipocos años, fue a visitar a unos precursores que sirven en un pueblo del sur de Brasil llamado Prudentópolis. La experiencia le caló tan hondo que le hizo reevaluar su propio ministerio. Él mismo admite: “En mi congregación seguía la ley del mínimo esfuerzo y predicaba unas cuantas horas al mes. Pero estar con los precursores y escuchar sus experiencias me impulsó a comparar su alegre espíritu con mi indiferencia hacia el ministerio. Viéndolos tan felices y entusiasmados, pensé: ‘¡Ojalá mi vida fuera como la suya!’”. A su regreso a casa, Diego se hizo precursor.

¿Qué hay de ti? ¿También eres un joven Testigo que predica y asiste a las reuniones, pero que a veces nota que su ministerio se ha vuelto aburrido y rutinario? En tal caso, tal vez puedas hacer cambios en tu vida para sentir el gozo de ir adonde se necesiten más publicadores del Reino. Claro, puede que no te atraiga mucho la idea de renunciar a algunas comodidades. Pero eso es justo lo que muchos de tu edad han hecho: han tenido el valor de cambiar sus deseos y objetivos con tal de servir más plenamente a Jehová. Veamos el caso de Bruno.

¿MÚSICO O MINISTRO?

Bruno dando una lección de guitarra

Bruno, que ahora tiene 28 años, estudió música en un prestigioso conservatorio. Su sueño era ser director de orquesta, y progresó tanto que lo invitaron varias veces a dirigir una orquesta sinfónica. Su futuro era muy prometedor. No obstante, él admite: “Tenía la sensación de que me faltaba algo. Le había dedicado mi vida a Jehová, pero sabía que no le estaba dando todo lo que podía, y eso me hacía sentir mal. Le abrí mi corazón y también hablé con varios hermanos de experiencia. Tras pensarlo mucho, decidí poner el ministerio en primer lugar en mi vida: dejé el conservatorio y acepté el reto de servir a Jehová en un lugar donde realmente hacían falta proclamadores del Reino”. ¿Fue aquella una buena decisión?

Bruno se mudó a una localidad de 7.000 habitantes llamada Guapiara, a unos 260 kilómetros (160 millas) de São Paulo. Como él mismo cuenta, fue un cambio drástico: “La casa era muy pequeña, sin nevera, televisión ni Internet. Eso sí, tenía algunas cosas que para mí eran nuevas, como un huerto con árboles frutales”. Bruno servía en una congregación de pocos hermanos. Un día a la semana tomaba una bolsa con publicaciones, comida y bebida, y se iba en su motocicleta a predicar a una zona rural donde muchas personas jamás habían oído las buenas nuevas. “Dirigía nada menos que dieciocho estudios bíblicos —explica⁠—. Era maravilloso ver a aquellas personas hacer cambios en su vida. Entonces comprendí que había encontrado lo que me faltaba: la profunda satisfacción que produce poner los intereses del Reino en primer lugar. Ningún sueño materialista me habría hecho tan feliz.” ¿Y cómo se ganaba la vida en Guapiara? Responde con una sonrisa: “¡Dando clases de guitarra!”. Así que, después de todo, ¡sigue siendo músico!

“SENCILLAMENTE, TENÍA QUE QUEDARME”

Bianca y Juliana predicando

La situación de Mariana, de veintitantos años, era parecida a la de Bruno. Aunque ganaba bastante dinero como abogada, no se sentía realizada. Ella misma dice: “Mi vida era como ‘esforzarse tras viento’” (Ecl. 1:17). Varios hermanos la animaron a plantearse la posibilidad de emprender el precursorado. Después de meditarlo, ella y tres amigas llamadas Bianca, Caroline y Juliana decidieron ayudar a una congregación de Barra do Bugres, un pueblo situado cerca de Bolivia, a miles de kilómetros de su hogar. ¿Qué ocurrió?

Mariana y Caroline en la predicación

Mariana comenta: “Mi intención era quedarme tres meses. Sin embargo, cuando acabó ese plazo, estaba dirigiendo quince estudios bíblicos, y los estudiantes necesitaban mucha más ayuda para progresar en la verdad. ¿Cómo podía decirles que me iba? No fui capaz. Sencillamente, tenía que quedarme”. Y eso fue lo que hicieron las cuatro. Ahora Mariana está mucho más satisfecha: “Me hace sentir muy bien saber que Jehová me usa para ayudar a la gente a mejorar sus vidas y que estoy dedicando mi tiempo y energías a algo que sí vale la pena”. Caroline resume así el parecer de las cuatro: “Me acuesto cada noche con la satisfacción de haberlo dado todo por los intereses del Reino. Me concentro en ayudar a mis estudiantes de la Biblia, y es maravilloso verlos progresar. He comprobado que la Biblia tiene razón cuando aconseja: ‘Gusten y vean que Jehová es bueno’” (Sal. 34:8).

Sin duda, a Jehová debe complacerle muchísimo ver como cada vez más jóvenes de todo el mundo se ofrecen de buena gana para predicar las buenas nuevas del Reino en zonas lejanas (Sal. 110:3; Prov. 27:11). A su vez, estos abnegados jóvenes reciben muchas bendiciones (Prov. 10:22).

“No nos ha faltado nada”

João Paulo y Noemi dirigiendo un estudio bíblico

Cuando João Paulo y su esposa, Noemi, comentaron que les gustaría ir a un lugar con mayor necesidad de predicadores, no todas las respuestas fueron positivas. Algunos hermanos de la congregación les decían: “Si se van a un pueblo pequeño, pueden sufrir problemas económicos”, y “¿Por qué quieren mudarse, con todo lo que hay que hacer en esta congregación?”. Él explica: “Sabíamos que lo decían sin mala intención, pero aun así nos costaba evitar que sus palabras nos desanimaran”. No obstante, después de varios años sirviendo en una zona donde se necesitan más publicadores, los dos se alegran de haber ampliado su ministerio, tal y como habían decidido. João Paulo asegura: “Desde que llegamos aquí, no nos ha faltado nada. Y en lo que respecta a las cosas que realmente importan, tenemos mucho más que antes”. Noemi añade: “El esfuerzo valió la pena”.

Ganarse la vida en un pueblo pequeño suele ser difícil. ¿Cómo se las arreglan quienes se han mudado a zonas distantes? Siendo creativos. Algunos enseñan inglés u otro idioma, dan clases privadas a niños, cosen, pintan casas o hacen cualquier otro trabajo a tiempo parcial. Todos están de acuerdo en que las bendiciones superan con creces los sacrificios.

Combaten la nostalgia

Tiago en el ministerio

Tiago: “Poco después de llegar a la nueva congregación empecé a sentirme desalentado. En el pueblo había muy pocos publicadores y apenas sitios donde divertirse, así que me entró nostalgia. Como sabía que tenía que hacer algo para animarme, me propuse conocer mejor a los hermanos, ¡y funcionó! Hice nuevas amistades y no tardé en sentirme muy feliz y como en casa”.

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