Apreciando que Dios es nuestro Dueño
1 “A Jehová tu Dios le pertenecen los cielos, aun los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella.” (Deu. 10:14) Esta declaración pone de manifiesto que la humanidad le pertenece a Dios. Además, por la muerte de su Hijo, Jehová suministró un precio de rescate para toda la prole de Adán. Cuando reconocemos que Dios es nuestro Dueño y vivimos en fiel armonía con ello, ejerciendo plena fe también en el valor expiatorio del sacrificio de Jesús, se nos permite llegar a poseer algo. (Juan 14:6) ¿Qué? Se nos permite llegar a poseer una maravillosa relación con Jehová y su Hijo por medio de la dedicación y el bautismo en agua. Esto trae muchos gozos y bendiciones. Disfrutamos del perdón de nuestros pecados, de que nuestras oraciones sean oídas favorablemente y de la esperanza de vida sin fin en el magnífico nuevo orden de Dios.
2 ¿Vivimos diariamente nuestra vida en reconocimiento de que Dios es nuestro Dueño? ¿Mostramos individualmente por medio de ‘buscar primero el reino de Dios y Su justicia’ que en realidad pertenecemos a Jehová, que somos suyos y que puede usarnos como le plazca? (Mat. 6:33) ¿Seguimos continuamente y sin cesar a Cristo, el dechado que Dios nos ha dado, dejando que su modelo controle nuestra vida?—Mat. 16:24, 25; 1 Ped. 2:21.
3 Aunque reconocemos que el modelo que Cristo dejó comprende muchas cosas que son necesarias para tener la aprobación de Dios —nuestra conducta y actitud moral, el que no seamos parte del mundo y así por el estilo— ciertas cosas se recalcaron en el modelo que Cristo dejó. Por ejemplo, al considerar Mateo 28:19, 20, discernimos el énfasis que él le dio a la predicación y la enseñanza de las buenas nuevas del reino de Dios.—Rev. 12:17.
4 El vivir en fiel armonía con el hecho de que Dios es nuestro Dueño ha significado grandes cambios en nuestra vida y en el modo en que usamos nuestro tiempo. Por ejemplo, es digno de encomio el que muchos de los del pueblo de Dios hayan buscado maneras de simplificar sus vidas, tal vez mudándose a viviendas más pequeñas una vez que criaron sus hijos a fin de dedicar más tiempo a los intereses del Reino, o mudándose a servir donde la necesidad es mayor. ¿Le es posible efectuar estos cambios? Otros han llegado a ser precursores regulares o especiales, betelitas, misioneros, superintendentes de circuito o distrito. (Heb. 12:1) Hicieron estos cambios porque el servir a Jehová en sí mismo es un placer, así como lo es el ayudar a otra persona a experimentar esa felicidad.—Hech. 20:35.
5 No todos nosotros podemos emprender estos campos de servicio de tiempo cabal, pero, ¿hemos hecho cambios esforzándonos por no permitir que el empleo seglar, la recreación u otros intereses de cualquier clase interfieran indebidamente con nuestros privilegios al seguir continuamente a Cristo? Cuando damos a Jehová devoción exclusiva y entonces hacemos lo que en realidad podemos hacer, según nuestras circunstancias y situación en la vida, podemos contar con que Jehová se complace en nosotros, que somos sus siervos y posesión de él.—Pro. 27:11.