Usando bien nuestra literatura
1 ¡Qué agradecidos estamos de que Jehová con regularidad nos suministra “alimento a su debido tiempo” a fin de que podamos entender su Palabra! Este alimento espiritual es algo que todos nosotros evaluamos altamente.
2 En el servicio del campo, también, nuestra literatura es inapreciable. No podemos recordar todo lo que leemos, ni tampoco hay tiempo para considerarlo todo en las puertas, por eso la verdad está disponible a otros en forma impresa. El amo de casa la puede leer según le sea conveniente y muchos, de esta manera, han aprendido la verdad.
3 Sin embargo, necesitamos ser equilibrados al usar la literatura en el campo. El colocar literatura no es un fin en sí mismo. Pablo dijo: “No somos vendedores ambulantes de la palabra de Dios como muchos hombres.” (2 Cor. 2:17) No somos vendedores de literatura y no queremos dar a otros esa impresión. Somos representantes de Dios y deseamos considerar verdades bíblicas con la gente siempre que esto sea posible.
4 ¿Es necesario que tratemos de presentar la oferta de literatura en cada puerta? No, no si la persona está opuesta, no está interesada, o si otras circunstancias indican que no sería apropiado. Esto es especialmente cierto en los territorios que se trabajan a menudo.
5 ¿Cuándo debe regalarse la literatura? Si la persona a la cual hablamos parece estar interesada y da evidencia de sinceridad al decir que no puede contribuir por la literatura, entonces, probablemente le dejaríamos algo para que lo leyera, pero si es obvio que el individuo no está interesado y la afirmación de que no tiene dinero refleja esa falta de interés, entonces indudablemente no sería aconsejable regalarle la literatura. Cada publicador tiene que decidir según su conciencia qué hacer de acuerdo con las circunstancias.
6 Es necesario usar buen juicio al dejar literatura en la puerta cuando no hay nadie en casa, especialmente cuando el territorio se trabaja a menudo. Si le parece que debe dejar una revista, entonces sin falta empújela debajo de la puerta para que no se pueda ver y no le sirva de señal a ladrones de que no hay nadie en casa. Siempre podemos dejar una hoja suelta y éstas son mucho más fáciles de pasar por debajo de la puerta.
7 Se informa que en algunas congregaciones se acumulan grandes cantidades de revistas, se ponen muy viejas y nunca se usan. Queremos evitar desperdiciar literatura. Debemos tener la meta de pedir suficientes revistas pero no más de las que se necesitan. Si muchas revistas de cierto número no se colocan debido a una asamblea o al mal tiempo, entonces se puede animar a todos a hacer un esfuerzo especial para usarlas durante la próxima semana más o menos y de esta manera ponerlas en las manos de los que quizás las lean. Usemos pues nuestra literatura bien al magnificar Su nombre.