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  • Nuestra parte en mostrar sumisión teocrática
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Nuestro Ministerio del Reino 1985
km 8/85 pág. 3

Nuestra parte en mostrar sumisión teocrática

1 La sumisión teocrática es un factor clave en el progreso y adelanto espiritual de una congregación. Pablo enfatizó esto en Hebreos 13:17: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes y sean sumisos, porque ellos están velando por las almas de ustedes como los que rendirán cuenta”. Esto indica que el bienestar espiritual de la congregación en conjunto, al igual que el de cada uno personalmente, depende de nuestra buena disposición para cooperar y trabajar estrechamente con los ancianos a medida que cumplen con sus responsabilidades como pastores del rebaño.

2 Para recalcar aún más el asunto, Pablo hizo el siguiente llamamiento: “Ahora les solicitamos, hermanos, que respeten a los que están trabajando duro entre ustedes y presidiéndolos en el Señor y amonestándolos; y que les den consideración más que extraordinaria en amor por causa de su trabajo” (1 Tes. 5:12, 13). Podemos mostrar esta consideración, no solo siendo respetuosos para con los ancianos, pero más importante aún, haciendo todo lo posible por ayudarlos a efectuar el trabajo.

EL TRABAJO DE LOS ANCIANOS

3 Considere algunas de las responsabilidades que se asignan a los ancianos. Aparte de enseñar en las reuniones, también llevan la delantera en el ministerio del campo (1 Ped. 5:2, 3). Deben manejar la correspondencia con la Sociedad y otros asuntos necesarios. (Compárese con Hechos 6:1-6.) Cuidan del bienestar espiritual de aquellos que experimentan problemas, ayudándolos a evitar cualquier situación que pudiera poner en peligro su relación con Jehová (Juan 10:11, 15). De modo que se requiere que pasen mucho tiempo tratando con asuntos relacionados con la obra del Reino.

LLEVEMOS NUESTRA PROPIA CARGA

4 Puesto que todos somos imperfectos, quizás a veces nos ofendamos los unos a los otros, lo cual resulta en relaciones tirantes. Pero dificultades de naturaleza menor deberían resolverse rápida y privadamente (Col. 3:12-14; om-S págs. 139, 140). Si usted está convencido de que alguien de la congregación ha cometido un pecado grave contra usted personalmente, no se apresure a acudir a los superintendentes ni a ninguna otra persona para pedirles que intervengan a favor de usted. Como aconsejó Jesús, hable en privado con la persona contra quien tiene una queja (Mat. 18:15, 16; om-S pág. 142 párr. 2 y pág. 143 párr. 1). Si usted no puede resolver el asunto y lo deja a cargo de los ancianos para que ellos lo investiguen y juzguen, deje el problema en manos de ellos, confiando en Jehová que este se resolverá.

5 Podemos ayudar muchísimo a los ancianos si seguimos los principios bíblicos que nos instan a ser modestos, castos en nuestra conducta y diligentes al atender a nuestras responsabilidades de familia (om-S págs. 63, 64; Tito 2:2-5). Nuestra indumentaria, nuestro arreglo personal y nuestro decoro deben reflejar la dignidad que se asocia con adorar a Jehová en su casa (Ecl. 5:1; 1 Tim. 2:9, 10; Gál. 6:4, 5). Nuestro esfuerzo concienzudo en estos campos ayudará a mantener un espíritu saludable en la congregación.

6 Los ancianos están interesados en manejar rápida y ordenadamente los asuntos de la congregación. Aprecian muchísimo el que participemos con regularidad en el servicio, que entreguemos nuestros informes puntualmente y cumplamos con nuestras asignaciones en la Escuela del Ministerio Teocrático. También es muy provechoso trabajar completamente el territorio que se nos ha asignado e informarlo prontamente una vez que lo hayamos hecho. Otra manera excelente de ayudar a los ancianos es mediante nuestra colaboración en mantener el Salón del Reino limpio y en buen estado. (Neh. 10:39.)

AYUDEMOS A OTROS

7 El mantener a la congregación activa y fuerte en sentido espiritual es uno de los intereses principales de los ancianos (1 Tes. 2:7, 8). Personalmente podemos tomar parte en ayudar a otros por medio de ‘hablar confortadoramente a las almas abatidas y dar nuestro apoyo a los débiles’ (1 Tes. 5:14). El celo que manifestamos en la predicación motiva a otros a hacer más. El que tengamos intenso interés personal por nuestros hermanos ayuda a mantener la congregación fuerte. (Fili. 2:4.)

8 Así, aunque es cierto que se ha asignado a los ancianos a pastorear el rebaño, se necesita la ayuda de todos, cada uno haciendo su parte, para asegurar el debido “crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor” (Efe. 4:16; Pro. 11:14). Si apreciamos el papel vital que desempeña la sumisión teocrática en el crecimiento espiritual de la congregación, entonces ‘tendremos a los ancianos por dignos de doble honra’, cooperaremos con ellos de todo corazón en sus esfuerzos por pastorear el rebaño de Dios. (1 Tim. 5:17.)

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